Conclusión - La libertad en el Estado moderno - Libros y Revistas - VLEX 976415316

Conclusión

Páginas137-140
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La Libertad en eL estado moderno
conclUsiÓn
Todo estudio de la libertad es un alegato en favor de la tolerancia
y todo alegato por la tolerancia es una vindicación de los derechos de
la razón. El peligro más grave que siempre debe enfrentar una socie-
dad es el deseo de los que poseen el poder de prohibir las ideas y la
conducta que pueden perturbarlos en su posesión. A los gobernantes
rara vez les interesan las posibles virtudes de la novedad y el experi-
mento. Están interesados en la preservación de una sociedad estática
porque en un orden semejante existen mayores posibilidades de que
sus deseos se vean realizados. Sus ideas de lo justo y lo injusto se en-
cuentran al servicio de esos deseos. Las normas que formulan no son
más que métodos de conservar un orden con el cual están satisfechos
y las normas que reprimen o temen son igualmente métodos para es-
tablecer un nuevo orden que garantizaría la satisfacción de exigencias
diferentes.
Pero el nuestro no es un mundo estático y no existe ningún medio
de convertirlo en algo semejante. La curiosidad, el descubrimiento, la
invención ponen en peligro por su naturaleza misma, los cimientos de
toda sociedad que se niegue a admitir sus resultados. Por lo tanto, la
tolerancia no solo es deseable en sí, sino también políticamente sensa-
ta, porque ninguna otra atmósfera ofrece la seguridad de un arreglo
pacíco de los problemas sociales. Si unos pocos detentan el poder,
de igual modo el goce de la felicidad será limitado a unos pocos. Toda
novedad parecerá un desafío a este privilegio y siempre se atraerá las
voluntades de los que están excluidos de toda participación en sus
benecios. En efecto, este mundo no solo es dinámico, sino también
diverso. A la felicidad no se llega por un camino único. Los hombres
no están dispuestos a renunciar a su propia experiencia en favor de la
experiencia de otros hombres solo porque se les ordene hacerlo.
Hay que convencerlos mediante la razón de que una perspectiva
dada es mejor que otra; la experiencia que se les recomienda ha de
persuadir y no obligar por la fuerza, si se quiere que los hombres
acepten sus consecuencias con un sentimiento de satisfacción.
Este es, desde luego, un plan para alcanzar la perfección. Los hom-
bres gozan con el ejercicio de la fuerza; ninguna otra pasión tiene una
inuencia más profunda sobre los impulsos humanos. La buena vo-

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