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Capítulo primero: Datos suministrados por la antropología criminal

Páginas61-160
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Sociología criminal
capítulo primero
datoS SuminiStradoS por
la antropología criminal
I. —Historia natural del hombre delincuente y sus datos generales.
II. —Objeciones fundamentales contra los datos de la Antropología.—Método de
estudio.—Supuestos cientícos.—Discordancia de los datos.—Los caracteres
criminales se dan aun en el hombre honrado.—Indeterminación histórica y an-
tropológica del delito. Su denición.—El tipo criminal.—Origen y naturaleza de
la criminalidad.
III. —Clasicación natural de los criminales.—Precedentes.—Delincuentes habi-
tuales y delincuentes de ocasión.—Las cinco categorías fundamentales de delin-
cuentes: locos, natos, habituales, de ocasión y por pasión.—Sus diferencias gra-
duales.—Sus proporciones numéricas.—Otras clasicaciones.—Conclusiones.
Fueron estos datos1 los que iniciaron la actual renovación de la ciencia criminal
y dieron su nombre a la nueva escuela llamada en términos generales por muchas
personas, Escuela antropológico-criminal. Pero si este nombre resulta hoy insuciente,
porque en los pocos años de su existencia, la escuela positiva ha utilizado también
ya y convertido en su propia substancia, los datos de la psicología, de la estadística
y de la sociología, es un hecho, no obstante, que el primer impulso lo recibió la
nueva escuela de los estudios antropológicos; y nació precisamente después de una
fase preparatoria que no fue excesiva, cuando Lombroso, habiendo reunido en un
conjunto orgánico las observaciones esparcidas y fragmentadas sobre los criminales,
las fecundó por una rica y variada serie de investigaciones personales y originales, y
verdaderamente fundó, vivicándola, la nueva ciencia de la antropología criminal.
Naturalmente (puesto que, como dice Pascal, el hombre es para sí mismo el objeto
de estudio más maravilloso), se puede encontrar hasta entre los observadores más
antiguos rasgos fragmentarios de antropología en general, y de la antropología
criminal en particular. Se hallan sobre todo de antropología criminal, porque si el
hombre tiene interés en conocer a sus semejantes, le será útil con mayor motivo, y más
obstinadamente en consecuencia ha de esforzarse, en estudiar y conocer a aquellos
1 Datos signica aquí, según se ve, no las proposiciones admitidas, sobre las cuales se levan-
ta el razonamiento, sino los resultados suministrados, dados, por una ciencia y sobre los
que puede apoyarse otra distinta.
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Enrico FErri
de sus semejantes que son más peligrosos, y bajo ciertos respectos más interesantes,
es decir, los malhechores. Por idéntica razón, si en todo tiempo ha intentado la
experiencia popular formular en numerosos proverbios aquellos datos más evidentes
del arte instintivo de juzgar a los hombres por su apariencia, hoy mismo estos estudios
de antropología criminal no han dejado de tener para la opinión pública una gran
atracción, llegando hasta bautizar nuestra nueva escuela criminal con un nombre
inexacto. Por efecto de tradiciones inconscientes, se ha supuesto que los antropólogos
criminales no son otra cosa que frenólogos y sonomistas, y así son juzgados por
ciertos críticos acionados, de los que nos hemos ocupado anteriormente.
De las observaciones más antiguas sobre la sonomía, que encontramos ya en
Platón cuando compara los rasgos y el carácter del hombre con los de los animales,
como en Aristóteles, que buscaba antes que nada la relación psico-siológica entre
las facciones del hombre y sus pasiones dominantes, se llega, atravesando en la Edad
Media las aberraciones de la quiromancia, de la metoposcopia, de la podomancia,
etc., al siglo XVII, en el cual los estudios siognomónicos tomaron un gran desarrollo
con las obras del jesuita Niquezio, de Cortés, Cardan, De Lachambre, y sobre todo
del napolitano Della Porta, que combatió abiertamente las ilusiones de la astrologia
judicial y de Ingegneri, cuyas obras nos ofrecen intuiciones geniales conrmadas por
recientes trabajos2.
Tales fueron los precursores inmediatos de la siognomía y de la frenología famosas
de Lavater, Gall, Spurzheim, en los que se inspiraron especialmente Lauvergne, en
sus estudios sobre los forzados (1841) y Attomyr (1832), y quienes se perdieron en las
exageraciones de los elementos cientícos que constituían su base. Sobre el terreno
de la observación cientíca se efectuaron inmediatamente después, en el último siglo,
los estudios referentes a la expresión de los sentimientos humanos de Camper, Bel,
Engel, Burgess, Duchenne, Gratiolet, Piderit, Mantegazza, Tebaldi, Schahaffausen,
Schack, y sobre todo de Darwin.
Para el estudio especial de los delincuentes (dejando a un lado las indicaciones de
la vieja frenología y las notas publicadas por algunos antiguos frenólogos italianos),
además de Lauvergne en Francia y Attomyr en Alemania, Derolandis había publicado
en Italia la necroscopia de un criminal (op. cit., 1835); Félix Voisin, en 1837, había
presentado a la Academia una Memoria «sobre la organización cerebral defectuosa
de la mayor parte de los delincuentes»; Samson en América, había señalado las
relaciones entre la criminalidad y la organización cerebral; Casper en Alemania,
publicó un estudio sobre la sonomía de los asesinos (op. cit., 1854), y Ave Lallemant
2 Para conrmar más todavía las comprobaciones hechas por la antropología criminal, te-
nemos las intuiciones geniales del arte, que, desde la tragedia griega a Shakespeare, a
Dante y a los modernos, así como en las obras maestras de la pintura, han recogido y
puesto en plena luz los estigmas orgánicos y psíquicos de los criminales.
Véase Mayor, Iconografía dei Cesari, Roma, 1885; Lefort, Le type criminel d’après les savants
et les artistes, Lyon, 1892; Pattrizi, La psicol. e l’anthrop. crim. nel romanzo contemp., Turín,
1892; Ferri, Les criminels dans l’art, París, F. Alcan, segunda edición, 1902; Sighele, Delitti
e delinquenti danteschi, Trento, 1896; Ziino, Shakespeare e la scienza moderna, Palermo, 1897;
Niceforo, Criminali, e dégénérait dell’ Inferno dantesco, Turín, 1898; Benedikt, Kriminal An-
throp. in der Kunst und in der Wissenschaf., en la Deutsche Revue, Febr. 1898; Galante, Due
delinquenti nell’ arte, en el Anomalo, Julio 1898; Leggiardi, I criminali in A Manzoni, en los
Arch. di psych., XIX, 349.
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Sociología criminal
una monografía voluminosa, sobre todo psicológica, sobre los criminales alemanes
(1858-1862).
Mas se puede decir que el actual movimiento de los estudios antropológico-
criminales, comienza más particularmente por las investigaciones de algunos médicos
de las prisiones y de otros especialistas ingleses, como Winslow (1854), Mayhew
(1860), Thomson (1870), Nicolson (1872), Maudsley (1873) y con la obra notabilísima
de Despine (1868), que con la de Ave Lallemant representa, aunque solo en el campo
de la psicología, la tentativa más importante que ha precedido a la obra de Lombroso.
Es, sin embargo, a esta última labor, como ya he dicho, a la que corresponde el
mérito de haber hecho de la antropología criminal una nueva rama distinta de la
ciencia separada del tronco de la antropología general, que nació hace apenas un siglo,
con los trabajos especiales de Daubenton, Blumenbach, Camper, White y Prichard.
La obra de Lombroso nació con dos pecados originales: 1.º El haber dado demasiada
preponderancia en el fondo, pero sobre todo en la forma, a los datos craneológicos
y antropométricos en comparación con los datos psicológicos. 2.º Haber confundido,
en las dos primeras ediciones, todos los criminales en un solo tipo, distinguiendo
solamente como tipo especial (en la segunda edición), los autores de crímenes
pasionales, y poniendo aparte los locos por la descripción de los caracteres que los
diferencian de los verdaderos criminales3, Estos pecados originales, el segundo sobre
todo, que no han cesado de ser corregidos y atenuados en las ediciones sucesivas,
en nada obscurecen, puesto que la perfección a nadie es concedida, estos dos
hechos luminosos; en principio, que como consecuencia del Uomo delinquente, se ha
publicado en Italia y en otros países, en muy pocos años, una abundante biblioteca
de antropología criminal; y después, que la nueva escuela se ha constituido con una
unidad de método, de puntos de partida y de propósitos, y con una fecundidad
cientíca, hasta hoy desconocidas, para la ciencia criminal clásica.
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10. Ahora bien: ¿qué es la antropología criminal y cuáles son los datos que ha
recogido hasta el presente, y pueden desde hoy, como síntesis parciales, permitir
trazar los principios generales del derecho de defensa social, y, por lo tanto, dirigir y
apoyar las inducciones de la sociología criminal?
Siendo la antropología general, según la denición de Quatrefages, «la historia
natural del hombre, como la zoología es la historia natural de los animales», la
antropología criminal no es otra cosa que el estudio de una variedad humana, de
un tipo particular; es la historia natural del hombre delincuente, de igual suerte que la
antropología psiquiátrica es la historia natural del hombre alienado.
3 En la quinta edición (Turín, 1897), L’uomo delinquente (El criminal), está dividido en tres vo-
lúmenes, de los cuales el primero, que trata del criminal nato, ha sido ya traducido a varios
idiomas; el segundo se ocupa particularmente (sin hablar del loco moral y del epiléptico), de
los demás tipos delincuentes: criminales por pasión, loco (alcohólico, histérico y matoideo) por
ocasión, por hábito; el tercer volumen se ocupa de la etiología, de la prolaxis y de la terapia del
delito con síntesis y aplicaciones penales.

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