Las tres fases de la historia de la escuela de la exégesis y sus representante - Los representantes más célebres de la escuela de la exégesis. -Los «maestros» de la escuela - La escuela de la exégesis en derecho civil - Libros y Revistas - VLEX 1028435252

Las tres fases de la historia de la escuela de la exégesis y sus representante

AutorJulien Bonnecase
Cargo del AutorProfesor en la Facultad de Derecho de la Université de Bordeaux (Francia)
Páginas20-39
20
JULIEN BONNECASE
SECCIÓN PRIMERA
LAS TRES FASES DE LA HISTORIA DE LA ESCUELA DE
LA EXÉGESIS Y SUS REPRESENTANTES
5.— La Escuela de la Exégesis agrupó en el siglo XIX a los principales
civilistas franceses. Con su gran autoridad, el decano Glasson hizo notar jus-
tamente lo anterior, con motivo de la celebración del centenario del Código
Civil1. En el discurso pronunciado declaró que «todos nuestros juristas forma-
ron una especie de Escuela, que podría llamarse la Escuela de la Exégesis». Nos
congratulamos de encontrar, en la pluma del decano Glasson, los términos
«Escuela de la Exégesis», y atribuir así su paternidad, en todo caso su empleo, a
uno de los juristas más eminentes de nuestra época, que fue discípulo d e
Aubry y de Rau. Aunque solo nos proponemos aquí esboz ar la doctrina y los
métodos de la Escuela, según las profesiones de fe de sus representativos, que
son idénticas en todos ellos, con el deseo de plantear mejor la cuestión segui-
remos el ejemplo de Glasson; por lo mismo, distinguiremos tres períodos en la
vida de la Escuela de la Exégesis: El período de formación, que comprende de
1804 a 1830, aproximadamente; el apogeo, que se prolonga de 183 0 a 1880, y
por último, la decadencia que principió a sentirse hacia 1880, aunque aparente-
mente la Escuela se encontraba en la cúspide de la gloria y de la autoridad.
Dado nuestro objeto nos referiremos, brevemente, a los corifeos d e la Escuela
en e stos diversos períodos y, al mismo tiempo, precisaremos el carácter de
cada uno de estos.
I
PRIMERA FASE: 1804-1830. FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE LA
EXÉGESIS; PERIODO DE INSTAURACIÓN
6.— Los fundadores de la Escuela de la Exégesis, y los representantes de
esta, durante su primera fase, no son muy numerosos2. Por otra parte, no es
1Le Centenaire du Code civil 1804-1904. París. Imprimerie Nationale. 1904. (Trabajo constitui-
do por la reunión de los discursos de Vallé, Guarda-sellos, Ballot, Beaupré, Glasson, Bourdillon
Lejeune, al mismo tiempo que por la relación de la sesión solemne de la celebración).
2No debe sorprendernos el pequeño número de juristas exégetas, que verdaderamente
ocuparon un lugar en el Derecho civil, durante el primer período de la Escuela de la
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LA ESCUELA DE LA EXÉGESIS EN DERECHO CIVIL
seguro que la Escuela de la Exégesis, considerada a la vez en su doctrina y en
su método, haya nacido directamente del cerebro de los jurisconsultos y en
virtud de la acción maravillosa del Código Civil desde su aparición. Como
demostramos en una nota3, tan pronto como apareció la corriente exegética
Exégesis. Por una p arte, debido a la fuerza misma de las cosas, el Código civil, en ese
período, no había influido sobre los espíritus, hasta el grado de hacer desaparecer súbita-
mente la concepción que constituiría la base de la Escuela científica y que, además, había
existido en siglos anteriores. Esto se demuestra con la aparición de la Escuela de Jourdan
y de La Thémis, que durante este período luchó contra la Escuela de la Exégesis en
formación. Por otra parte, es indiscutible, que al aparecer el Código civil l os estudios
jurídicos se encontraban extraordinariamente postergados. Los aciagos días de la Revolu-
ción no habían dejado de influir en ello. Las tendencias de los organizadores de la enseñan-
za del Derecho, en el pri mer Imperio, no eran, por su naturaleza, c apaces de provocar
rápidamente, una renovación de la ciencia del Derecho, aun desde el punto de vista de la
concepción exegética. Preocupado más por nombrar profesores fieles al Imperio, que por
conferir a los sabios las cátedras de las nuevas Facultades de Derecho, el Imperio eligió a
tales juristas, que nos asombra, con razón, que hayan podido aceptar sin rubor, la misión
que les confiaba. El ejemplo más célebre es el nombramiento de Portiez de l’Oise, como
director de la Escuela de Derecho de París, y más tarde, como decano de la Facultad de
Derecho de París. Simple periodista en su Depa rtamento de l’ Oise, mezclado en los
acontecimientos de su época, diputado a la Convención, desempeñando en todas partes
un papel muy oscuro, Portiez no tenía en si nada que lo capacitara para el desempeño de
las funciones que le confirió el Imperio. Carecía por completo de titulos científicos. Sin
embargo, hacia él se dirigió la atención imperial, tan desafortunada en este punto, que en
1809 se suspendió el curso de Portiez, para conferirlo a un suplente; esto no impidió, sin
embargo, que la administración imperial dejara a Portiez en sus funciones de decano. Otro
profesor, de la Escuela de Derecho de París, en el momento de la reapertura de las
Facultades, no p arecía mejor dotado que Portiez, para representar a la enseñanza del
derecho. Nos referimos a Morand, quien comenzó por ser profesor de física en Bourges, y
que citaremos en la nota siguiente. Lo mismo sucedió con una multitud de profesores del
primer Imperio. Para más detalles sobre el estado de la ciencia del Derecho, a principios
del siglo XIX y sobre la fisonomía de sus representativos, remitimos al lector a nuestros
estudios anteriormente citados:La Thémis, 2e éd. p. 171 y s.; La Faculté de droit de Strasbourg,
p. 97 y s.;L’Enseignement du droit privé en France au XIX siécle. Citamos además la interesan-
tísima biografía de Portiez, publicada por Thiot, con el título: «Portiez de l’Oise, sa vie, ses
travaux», 1765-1810 (Mémoires de la société académique de l’Oise, tomos 19 y 20, 1907-1908).
3En otro lugar indicamos (J. Bonnecase, La Thémis p. 33 a 68), cómo era la enseñanza
del Derecho en las Escuelas Centrales. En apoyo de la a firmación que hacemos en el
texto, citaremos algunos párrafos del discurso pronunciado el 10 de enero de 1839, por
el decano Blondea u, con motivo de la inauguración del concurso convocado en la
Facultad de Derecho de París, para designar al sucesor de Morand. El nombre de este
profesor ha venido ya a nuestra pluma, evocado por el del decano Portiez, con qu ien
colaboró en la Facultad de Derecho da París. De este discurso aparece que el Gobierno
imperial casi ordenó la exégesis, ya que el primer objetivo de las Facultades de Derecho
era luchar contra las tendencias que se habían manifestado —por lo demás, pobremen-
te, en la mayor parte del tiempo—, en el curso de legislación de las Escuelas centrales.
«No detendré vuestra atención —declara Blondeau— sobre lo que es conocido por
todos: la benevolencia de Morand por sus alumnos, su cortesía, su carácter concilia dor
y su profunda aversión por toda clase de intrigas. Me limitaré a presentaros a lgunas
reflexiones sobre la enseñanza de este exc elente colega, quien fue mi maestro en la
ciencia de las leyes y con posterioridad mi amigo; no necesito remontarme a la época en

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