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Tercera parte: Breve bosquejo de la historia constitucional francesa

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DERECHO CONSTITUCIONAL E INSTITUCIONES POLÍTIC AS
El conocimiento de la historia de nuestras instituciones políticas es indispen-
sable no sólo como elemento de la cultura general que todo francé s debe tener
sobre la comunidad a la que pertenece, sino también porque es necesario para la
comprensión del régimen actual. Con toda seguridad, es imposible estudiar aquí
con detalle cada una de las constituciones que se han sucedido en Francia, pero se
puede, por lo menos, trazar las lí neas generales de una evolución de la que el
régimen actual es, sin duda alguna, tributario.
Inestabilidad constituciona l y continuidad de la evolución política
Desde 1 789 hasta 1875 Francia ha conocido trece constituciones escritas, e in-
cluso esta cifr a es inferior al número rea l de los regímenes que se han sucedido,
pues algunos períodos de nue stra historia se vivieron fuera de toda constitución
(Comité de Salvación Pública en 1 793, gobiernos provisionales de 1848 y 1870) y,
por añadidura, las constituciones en vigor se modificaron a veces tan profundamen-
te que esta transformación originó un sis tema político diferente del que preveía la
Constitución inicial (por ejemplo, la transformación de la Constitución de 1852 a
partir de 1860).
Tal inestabilidad con stitucional hubiera sido fatal al país de no haber sido más
aparente que real. E n efecto, aunque los regímenes han cambiado, a menudo los
hombres han permanecido; así se encuentra de nuevo, bajo el Imperio, a los con-
vencionales que han sobrevivido al Terror; as imismo la Asamblea nacional de 1871
comprendía a per sonalidades sobresalientes de la Monarquía de Julio, de manera
que las enseñanzas de la experiencia política no se habían pe rdido. Además, algunas
instituciones han permanecido, a pesar de la caída de los regímenes políticos, como
fue el caso del Consejo de Estado y de las grandes adminis traciones, cuya perma-
nencia permite al país remontar sin daño las grandes crisis revolucionarias. Por
último, y sobre todo, sobre los cambios de régimen se adivina la influencia de un
cierto orden , de un plan, podríamos decir, que aseg ura la cohesión en la continui-
dad de los regímenes y le da el valor de una evolución (vid. J. Petot, Les grandes
étapes du régime républicain français, 1970).
Este orden, este plan, es el de una marcha difícil , pero consciente, hacia una
democracia cada vez más exigente. Ciertamente, en esta evolución hubo paradas y
retrocesos; pero estos mismos escalones marcan el sentido de la progresión más
que l a desmienten. El Imperio estabiliza las conquistas de la Revolución, la cierra,
pero no la niega. Asimismo, el golpe de Estado de 1851, aunque inaugura un estilo
de gobierno nuevo, tiene en cuenta las aspiraciones sociales expresadas en 1848.
Hasta la revolución imaginada en 1940 por el régimen de Vichy puede situarse en
esta evolución si se tiene en cuenta la parte de « nacional» que había en ella y por
medio de la cual se ha intentado seducir a los franceses. En efecto, el comprometer,
con su puesta a disposición del enemigo, los valores que podían oponerse al desa-

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