De las relaciones entre autoridades - Primera parte - La soberanía - Libros y Revistas - VLEX 976845053

De las relaciones entre autoridades

Páginas71-82
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LA SOBERANÍA
V. DE LAS RELACIONES ENTRE AUTORIDADES
Afirmo que exi ste un «foco de autoridad» cuando constato que las proposicio-
nes que emanan de este origen ejercen una influencia positiva sobre las acciones de
ciertos hombres, que digo entonces encon trarse en «el área de autoridad» de este
foco. Quien guste de las imágenes puede representarse este foco como centro de un
potencial capaz de afectar a los desplazamientos de los móviles en su área. En rigor,
todo hombre es foco de autoridad: no hay nadie que no haya sido causa de acciones
de otro. Pero, naturalmente, se reservará el calificativo de foco de autoridad a un
origen que es habitualmente causa de acciones de otro.
El campo social está sembrado de focos de autoridad, y, por regla general, el
hombre siente sobre sí l a acción de varios focos. A esta regla sólo se escapa el niño
que no conoce de hecho sino la autoridad materna, y el esclavo, que, en principio,
no reconoce más autoridad que la de su señor. Esta observación, hecha de paso, nos
pone de manifiesto que l a condición más alejada de la libertad es aquella en la que
no se ve, siente o conoce más que una sola autoridad humana. Totalmente opuesta
es la condición del ho mbre que escoge entre las proposic iones que emanan de
distintos orígenes.
Antes de abordar la importante cuestión de las relaciones entre distintos focos
de autorid ad, clasificaremos las autoridades según su principio constitutivo, según
el origen de su potencial.
Autoridad natural, autoridad institucional, autoridad coactiva
Habíamos dicho que la asociación h umana debía concebirse como no proce-
dente, en su origen, ni de la coacción ejercida por el más fuerte, ni de una coinciden-
cia espontánea de intenciones, sino del ascendiente del hombre sobre el hombre,
que es un hecho natural. El homb re dispone naturalment e de sus a cciones: las
proposiciones, las sugestiones de otro pesan sobre esta disposición. Se produce el
fenómeno de autoridad, en el sentido que la hemos definido, cuando Pr imus ejerce
sobre Secundus tal ascendiente, que Secundus actúa o se conduce como Primus le ha
propuesto o sugerido. Esta es la autoridad pura, desnuda, natur al, p rincipio de
atracción de todos los grupos elementales. Secundus se deja embarcar en una em-
presa concebida por Primus, o viene a agregarse al pequeño sistema planetario del
cual Primus mantiene su marcha regular. La adhesión a este ascendiente es entera-
mente voluntaria, o si es te término evoca una deliberación del espíritu que falta
frecuentemente, diremos que esta adhesión es espontánea.
Pero la autoridad natural es precar ia y su portador perecedero. Siempre y en
todas partes el género humano tuvo oscuramen te conciencia del valor que tenían
para él las moléculas sociales constituidas: el sentimiento del «Nosotros» engendra-

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