El grupo - Primera parte - La soberanía - Libros y Revistas - VLEX 976845051

El grupo

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LA SOBERANÍA
IV. EL GRUPO
El hombre en estado de aislamiento no es un hecho natural, sino un producto
de la abstracción intelectual. El hecho natural, en los dos sentidos de primitivo y de
necesario, es el grupo.
Hemos salido del seno materno en un estado tal de impotencia, que perecería-
mos infaliblemente si careciésemos de la envoltura protectora y nutricia que nos
ofrece el g rupo, el cual graba en nosotros los caracteres humanos, de los cuales sólo
aportamos a la hora de nuestro nacimiento las virtualidades.
En el mismo siglo en que los filósofos postulaban la independencia natural
del hombre, los pintores se complacían en composiciones representando el naci-
miento, el matrimonio y el hecho de muerte, donde muestran al hombre rodeado
de «los suyos», es decir, en su verdadero estado natural. El hombre no puede existir
sino entre los suyos: he aquí un saber connatural a nuestra especie; es esto lo que se
ha hecho creer siempre y en todas partes, y que incluso el difunto necesita de los
parientes, y se continúa sirviéndose.
Que cada persona es ún ica en su esencia original es una creen cia saludable que
se concilia fácilmente con la constatación de que nadie es capaz de existencia ai sla-
da: de donde se sigue que es un falso método estudiar los conjuntos como fenóme-
nos secundarios resultantes de una síntesis de individ uos, sino que, por el contra rio,
es necesario tomarlos como fenómenos pr imarios de la existencia humana.
Evidentemente, esto no es verd ad en relación con cualquier conjunto, y si el
estudio social no puede partir del individuo, menos aún debe partir de «la Socie-
dad», tal como nosotros la conocemos, conjunto muy mal definido (¿dónde termina
«la Sociedad Occidental» ?), que no tiene ningún carácter de necesidad (ha sta ayer el
hombre ha vivido en sociedades incomparablemente más reducidas), y que resulta
de hechos de conjunción y de agregación de los que somos testigos. Lo que se ha
dicho de «la Sociedad» puede decirse también de «la Na ción», formación muy re-
ciente cuyo proceso generador está presente en nuestra memoria. Si n o es ni natural
ni posible al hombre vivir aislado, no le es, sin embargo, necesario encuadrarse en
conjuntos tan extensos y complejos como los que nosotros vemos; y cuando habla-
mos, como es costumbre, de «relaciones del individuo con la Sociedad», tomamos
por una y otra parte términos demasiad o a mplios, de los cuales uno no puede
existir por sí mismo y el otro no existe necesariamente. De ello resulta una subes-
timación de los agregados fundamentales.
Investigaremos aquí las formaciones sociales elementales, las que se encuen-
tran siempre y en todas par tes, no enteramente idénticas a sí mismas, pero constan-
tes en sus pr incipios, y de las cuales se verá que cada un a tiende a difundir su
principio constitutivo en las con strucciones sociales más vastas.

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