Prólogo
| Autor | Helga María Lell |
| Páginas | 9-11 |
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ÍNDICE
PRÓLOGO
La migración es un fenómeno social que ha existido desde siempre. Las res-
puestas individuales, comunitarias, institucionales y estatales a ella es un tema que
constantemente presenta desafíos a los doctrinarios. ¿Qué puede hacer un extranjero
en un Estado? Asimismo, la pregunta por la legitimidad de las obligaciones políti-
cas es un tópico que conduce a investigadores y gobernantes, desde distintas pers-
pectivas, a preguntarse cómo se articulan los mecanismos de decisión, de represen-
tación y de ela boración de políticas. ¿Quién es el ciudadano y cómo la ciudadanía se
define por la nacionalidad? ¿Puede alguien ser obligado sin haber participado en la
creación de la obligación? Estas dos cuestiones, que parecen un tanto dispares, no lo
son tanto. ¿Qué puede hacer un extranjero en el marco de un territorio nacional?
¿Puede votar? ¿Puede ser el ecto? ¿Son legítimas las obligaciones que recaen sobre
él/ella sin q ue haya podido participar de su elaboración? ¿Existe algún fa ctor de
incondicionalidad de los derechos que acompañe al individuo donde quiera que se
encuentre?
La obra que aquí prologo tiene como eje central el análisis de la participación
política de los extranjeros que residen en el territorio de un Estado, en este caso, en
el argentino. Bajo esta consigna, aquí se parte de una preocupación actual que se ha
debatido recien temente en el Congreso Nacional, per o se la tras lada al análisis
diacrónico. Así, se focaliza en los antecedentes constitucionales y se rescatan algu-
nos casos interesantes en la trayectoria institucional sobre cómo se ha forjado la
relación con los inmigrantes y cómo los tratos dispensados se relacionan con la
conformación de una identidad nacional.
Como puede notarse en el título, la a utora escoge un concepto novedoso para
explicar el fenómeno del voto extranjero y el cual es el de «isegoría cosmopolita».
Estas n ociones no son equivalentes, aunque la segunda, más amplia, abarca la pri-
mera. El concepto elegido apunta a resa ltar que la participación de los extranjeros
en la esfera pública puede darse desde múltiples acciones y no solo a tra vés del
sufragio: ser parte de las milic ias, tener voz en las asambleas y audiencias, ser
representantes, entre otros.
La idea de la isegoría apunta a las bases mismas de la constitución y caracte-
rización de los sistemas democráticos. Para exp licar este argumento, Lell expone
cómo en la antigua Grecia la democracia se basaba en dos pilares: la isonomía y la
isegoría. La primera implica una igualdad ante la ley, aunque la misma constitu-
ción de los Estados de la Antigüedad se basaban en exclusiones (por ejemplo, las
mujeres, los esclavos y los extranjeros no tenían posibilidad de pronunciarse en
estos temas). En el caso de la isegoría, la igualdad se obtiene a partir de la partici-
pación en la elaboración de la ley y, por lo tanto, apunta al corazón de la legitimi-
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