Preliminar - Aborto y control social. Entre la represión jurídica y la búsqueda de la expresión plena de los derechos de las mujeres - Libros y Revistas - VLEX 976582306

Preliminar

AutorOmar Huertas Díaz
Páginas11-13
11
Para desgracias de Isabel, resultó embarazada y no sabía de quién era el bebé;
no encontraba la forma de decírselo a sus padres, quienes esperaban lo mejor de ella.
¿cómo les podía salir con el cuento que estaba embarazada?
La maldición le había caído encima, ¿qué sería de su vida con un bebé, del
cual no sabía ni quién era su padre? Maldijo mil veces haber nacido: su vida se ha-
bía acabado, sus sueños se habían ido a la basura. Pensó y pensó, no podía decirles
a sus padres que estaba embarazada.
Así que optó por abortar. Fue al pueblo a buscar un consultorio de garaje
donde ella sabía que había un médico que practicaba abortos ilegales. Llegó medi-
tabunda, ingresó a ese lugar sombrío, de poca luz y paredes manchadas.
La recibió una recepcionista que masticaba chicle mientras le explicaba los
valores de la consulta y de los procedimientos; los cuales variaban dependiendo de
si era con o sin anestesia.
Isabel primero pidió hablar con el doctor para saber en qué consistía la in-
tervención; la recepcionista le señaló con el dedo el pasillo que la llevaba hasta el
consultorio del doctor.
Era un pasillo con luces titilantes; caían escombros del techo, como si el mis-
mísimo cielo se le estuviera cayendo.
Por n llegó a una puerta que rechinaba al abrirse. La esperaba un hombre
de aproximadamente 50 años, con una bata amarillenta de manga corta, percudida
por el uso; le sonrió, tenía un diente de oro brillante y unas gafas remendadas con
esparadrapo; no se diferenciaba del carnicero de la esquina, siendo el carnicero de
más conanza. El doctor le indicó que siguiera.
Le explicó cómo era el procedimiento; que como era muy doloroso y riesgoso,
le recomendaba que se lo practicara bajo anestesia. Isabel accede con un temblor
incontrolable en las piernas.
El doctor le preguntó si está en ayunas. Le explicó que, por el riesgo de bron-
coaspiración, no podían correr el riesgo de que el contenido estomacal pasara a los
pulmones estando dormida.

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