Prefacio - Defensa de la Propiedad - Libros y Revistas - VLEX 1028611317

Prefacio

AutorGustave de Molinari
Cargo del AutorMiembro de la Sociedad de Economía Política de París
Páginas9-10
9
Defensa De la ProPieDaD
Prefacio
La sociedad, decían los economistas del siglo XVIII, se organiza conforme a
leyes naturales, cuya esencia es la justicia y la utilidad. Cuando se desatiende
a esas leyes la sociedad padece; cuando se las respeta completamente,
la sociedad goza de un máximum de abundancia, y reina la justicia en las
relaciones entre los hombres.
Esas leyes providenciales ¿están hoy respetadas o desatendidas? Los
padecimientos de las masas ¿provienen de las leyes económicas que rigen la
sociedad o de los obstáculos puestos a la acción benéca de esas leyes?
Tal es el problema que los acontecimientos han planteado.
A la pregunta anterior contestan los socialistas: unas veces, negando que el
mundo económico esté gobernado por leyes naturales como el mundo físico;
otras veces, armando que esas leyes son imperfectas o viciosas, y que los
males de la sociedad provienen de sus imperfecciones o sus vicios.
Los más tímidos concluyen por confesar que es preciso modicarlas; los
más audaces opinan que debe abolirse una oposición radicalmente mala, y
levantar otra nueva.
La base de todo edicio social es la propiedad; los socialistas, pues, se
empeñan en alterar o destruir el principio de la propiedad.
Los conservadores deenden la propiedad; pero la deenden mal.
He aquí por qué:
Los conservadores son naturalmente partidarios del statu quo; les parece
que el mundo va bien como va, y les espanta la idea de cambiar. Así es que
evitan sondear las profundidades de la sociedad, temiendo hallarse cara a cara
con padecimientos que exigirían una reforma cualquiera en las instituciones
actuales.
Por otra parte, no quieren jarse en teorías, y tienen poca fe en los
principios. Solo con grandes precauciones se atreven a entrar en la discusión
de la propiedad. No parece sino que temen ver a la luz ese principio sagrado,
A ejemplo de aquellos cristianos ignorantes y salvajes, que en otro tiempo
desterraban a los herejes en vez de refutarlos, invocan la ley y no la ciencia
para librarse de las aberraciones del socialismo.
Me ha parecido que la herejía socialista reclamaba otra refutación, y la
propiedad otra defensa.
Reconociendo, como todos los economistas, la propiedad como base de la
organización natural de la sociedad, he tratado de ver si el mal denunciado
por los socialistas y que solo un ciego o un hombre de mala fe puede negar,
he tratado de ver, digo, si el mal procedía de la propiedad.

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