Mecanismos psíquicos generales de la criminalidad - Primera parte - El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico - Libros y Revistas - VLEX 980630925

Mecanismos psíquicos generales de la criminalidad

Páginas63-68
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ÍNDICE
VIII
MECANISMOS PSÍQUICOS GENERALES
DE LA CRIMINALIDAD
Hemos llegado a la conclusión de que un acto criminal se produce, prescin-
diendo de las acciones de los delincuentes normales, porque la dependencia del Yo
respecto del Super-yo impeditivo se debilita, y de esta manera el Yo deja que sus
tendencias insti ntivas ayuden hacia la motilidad a las tendencia s del Ell o. Y se
comprende perfectamente el sentido psicológico de estos hechos por los que el Yo
pierde s u dependencia del Super-yo, situándose al lado de las tendencias del Ello,
cuando examinamos la s situaciones psicológicas en que aun el hombre normal se
desliga de sus impedimentos morales.
Nos referimos al caso extremo de la legítima defensa, en que el Yo no tiene
por qué respetar la vida ajena, ya que el agresor ha transgredido la moral y tam-
bién amen aza una vida ajena. Más semejante no puede ser la situación psicológica
producida por una lesión del sentimiento de justicia, que conduce a la rebelión del
sujeto, al que lleva a tal estado la agitación de sus tendencias primitiva s y asociales.
El individuo se siente amenazado, de igual modo que en la legítima defensa, y
precisamente por las autoridades, que son las encargadas de guardar el Derecho. Ya
vimos cómo el Super-yo del adulto toma su fuerza y depende en gran medida de la
actuación de las autoridades. Si éstas hacen perder, con su injusticia, l a confianza en
ellas depositada, se relaja también la sumis ión del Yo ante el Super-yo, represen-
tante del Poder público en el interior de la personalidad.
En estas situaciones, tanto en la legítima defensa como e n la de lesión del
sentimiento jurídico, se produce al Yo un sufrimiento o se le intimida con él, y este
sufrimiento suprime los impedimentos morales. Ya sabemos que estos impedimen-
tos tienen por objeto evitar el desplacer o esperar el premio de un placer posterior.
Así se explica que el sufrimiento de un dolor más grande, nacido precisamente por
obedecer en cierta situación a los impedimentos morales, sea suficiente para des-
truir dichos impedimentos. El que en legítima defensa d ejase actuar a sus impedi-
mentos morales o los tomara en consideración, se destruiría a sí mismo. Hay que
advertir que el hombre ha ido formulando la moral en toda su vida, para esquivar
ocasiones de desplacer. Y como en tales situaciones no cumpliría la moral su fin
primario, nos separamos de ella cuando nos encontramos en legítima defensa. Igual
ocurre con el estado de rebeldía justificada.
Las condiciones necesarias para que pueda realiz arse la función impeditiva
del Super-yo, no existen en tal situación. El miedo ante el desplacer y el anhelo del

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