La importancia del fenómeno social - Segunda parte - Del derecho natural a la sociología - Libros y Revistas - VLEX 976415270

La importancia del fenómeno social

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Del Derecho natural a la sociol ogía
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la imPortancia Del FenÓmeno social
1. LA DEPENDENCIA DEL HOMBRE FRENTE AL MEDIO.Ya
hemos visto que es en las proximidades de 1800 cuando va apare-
ciendo por todas partes la idea general que hará nacer la sociología.
Esta idea puede descomponerse en dos elementos: primero, que los
fenómenos sociales resultan necesariamente de la naturaleza de las
cosas; segundo, que son verdaderos fenómenos, semejantes a los de
la naturaleza, por lo que pueden ser observados de la misma manera.
Primero se empieza por armar esto en general; después, de ahí, se
pasa a deducir la consecuencia de que, si pueden ser observados, es
necesario realizar esta observación, e, incluso, que la observación es el
único medio de conocerlos exactamente.
A medida que comienzan a observarse, va viéndose cada vez con
mayor claridad que la dependencia del hombre frente al medio social
es mucho más profunda de lo que se creía. Cuando el hombre viene al
mundo, se encuentra encerrado dentro de un medio social que ejerce
sobre él una acción a la cual no puede resistir. Este medio social en pri-
mer lugar es la familia; pero la familia, esencialmente, son los padres,
y estos, a su vez, sufren también la inuencia del ambiente exterior.
Después, a medida que el ser humano va creciendo, entran en escena
otros medios sociales más amplios. Todos ellos ejercen una inuencia
determinante, tanto en las pequeñas cosas como en las grandes. Por
eso Tarde consideraba la imitación como el principio de la vida social.
Efectivamente, cuando todo el mundo que nos rodea dice una mis-
ma cosa, cuando se ha recibido una opinión, la mayoría de la gente
no piensa en rechazarla. El medio ambiente hace que una alimenta-
ción, una manera de vestirse o un modo de comportarse, se conside-
ren como estimables o como rechazables. Unos pueblos encuentran
suculenta una comida que a otros les parece repugnante, o consideran
elegante una manera de vestirse que para otros es ridícula. Cuando
nosotros vemos fotografías de nuestros padres, hace solamente cin-
cuenta años, nos parece que están vestidos de una forma que da ganas
de reír, mientras que ellos, cuando se hicieron la foto, creían estar ele-
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Jacques LecLercq
gantísimos. ¡Y también nosotros lo hubiéramos creído sí hubiéramos
vivido aquella época!
El hombre lleva, así, la marca de la sociedad en todo su ser. Nues-
tra manera de vestir o de peinar, de comer o de sentamos a la mesa,
la manera de hablar, nuestras costumbres educadas (y el hecho mis-
mo de considerar una costumbre como educada o no), todo eso viene
del medio social. Los orientales, que tienen la costumbre de sentarse
en el suelo sobre las piernas, tienen en los músculos una exibilidad
diferente a la de los europeos, acostumbrados a sentarse en sillas. El
europeo no piensa nunca sentarse en el suelo. Le parecería ridículo e
inconveniente; el indio, en lo que no piensa nunca, es en sentarse en
una silla...
El medio social determina incluso los fenómenos de la vida vege-
tativa. Los europeos que llegan a pueblos de otras civilizaciones, no
consiguen digerir los alimentos de esos pueblos. ¡Hasta el estómago
sufre la inuencia del medio ambiente! La piel de los pueblos que
usan jabón, es diferente de la de aquellos que no lo usan; lo que en
unos ambientes se considera como higiénico en otros es algo sospe-
choso de inmoralidad.
El medio social crea así juicios valorativos y evidencias a las que los
individuos no pueden sustraerse. Exacta en los detalles que forman
la trama de la vida, esta norma se aplica a todos los aspectos de la
existencia y a todas las actitudes del espíritu. En unas sociedades se
estima la gordura; en otras, la esbeltez; en un medio social se estima la
castidad; en otros, la lujuria.
Lo mismo ocurre con las opiniones políticas, religiosas y morales.
Cada pueblo tiene sus opiniones propias, que a sus miembros les pa-
recen evidentes y a los extranjeros asombrosas, mientras no las asimi-
lan. El fenómeno conocido por el nombre de «asimilación» consiste en
esto: en ser absorbido por el medio social.
Así es como se puede, cuando nos encontramos con una obra de
arte, sea literaria, pictórica o escultórica, saber su fecha aproximada
y su país de origen, sin tener necesidad, de conocer el nombre de su
autor. El hombre de tal país y de tal época piensa, escribe o pinta de
tal manera: es hijo de su sociedad.
También existen, sin embargo, rebeldes que se oponen al medio
ambiente. Pero de todas maneras, esta resistencia no se da más que
en cierta medida, sobre ciertos puntos y de una manera determinada
también por las condiciones del medio ambiente. El bandidaje que
existe en algunas sociedades, en otras está sustituido por otras formas
de reacción. Un análisis cuidadoso de la vida social nos permitiría
conocer cuántos rebeldes contra el conformismo social debería haber
en una sociedad, y de qué manera llevarían a cabo su reacción. No se
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Del Derecho natural a la sociol ogía
es ladrón, asesino o calumniador por propia iniciativa. Hay circuns-
tancias y caracteres propios (dependientes también del medio social)
que obligan a serlo. En la sociología criminal se llegan a determinar
los elementos criminógenos de la vida social y, en la medida en la
que estos elementos puedan ser eliminados, se cree poder eliminar la
criminalidad.
Estas inuencias sociales se acomodan a los elementos biológicos,
siológicos y psicológicos de la vida individual. La inuencia social
no hará caminar por su propio pie a un inválido al que le falten las
piernas; pero, según esté organizada la sociedad, estos inválidos dis-
pondrán de medios de desplazamiento que serán más o menos fa-
vorables, según sea el espíritu que reine en ella. La sociedad no dará
imaginación a aquellos que no la tienen; pero, según sea el espíritu
que reine en ella, según sean sus usos y costumbres, la imaginación se
desarrollará o quedará atroada; en algunas sociedades abundan los
poetas y los narradores de fábulas; otras carecen de ellos. El tempera-
mento del pueblo puede tener en esto una gran inuencia; pero, inclu-
so dentro de un mismo pueblo, puede notarse también una evolución
interna, según sea el modo en que la sociedad esté organizada. En las
familias y en las escuelas se dan costumbres que pueden estimular
la imaginación o pueden ahogarla. En una sociedad determinada, la
imaginación solo se desarrolla en aquellos individuos en los que tie-
ne una fuerza irresistible; en otra se desarrolla en todos aquellos que
cumplen los requisitos mínimos para tenerla. Podríamos seguir adu-
ciendo ejemplos, incluso de lo más disparatados. En unos ambientes
todo el mundo será monárquico, republicano, católico, protestante o
musulmán; todo el mundo beberá té o café por las mañanas, etc.
Pero, a pesar de todo esto, no hay acuerdo entre los hombres: dispu-
tan y combaten continuamente; casi siempre se trata de grupos opues-
tos. Pero, incluso dentro del grupo, también hay desacuerdos. Para
precisar mejor el papel de lo individual, vamos a decir algo acerca de
esto. Comenzaremos por sintetizar la cuestión, hablando de la inte-
gración social.
2. LA INTEGRACIÓN.—La integración es un fenómeno en virtud
del cual se unen elementos dispares para formar un conjunto. Las in-
dustrias, por ejemplo, se integran, cuando varias de ellas se unen para
formar un todo compacto. Lo mismo ocurre con la integración social.
En la medida en que una sociedad esté integrada, los elementos de la
vida social formarán un todo en el que cada uno de ellos participa. Así
es como se explica que, en una época, todo el mundo edique en estilo
gótico, y en otra, lo haga en estilo Renacimiento. Y con las actitudes
vitales ocurre lo mismo que con la arquitectura.

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