I. La realidad social como efectividad humana - Sección Segunda. La realidad social - Teoría del estado - Libros y Revistas - VLEX 1026911985

I. La realidad social como efectividad humana

AutorHermann Heller
Páginas77-80
77
Teoría del esTado
I
LA REALIDAD sOCIAL COMO EfE CTIvIDAD HuMAnA
Scheler: Der Formalismus i. d. Ethik, etc., 1921; Scheler: Die
Stellung des Menschen im Kosmos, 1928; litt: Individuum und
Gemeinschaft, 1926; MeuSel: Untersuchungen über das Erkennt-
nisobjekt bei Marx, 1925; KorSch: Marxismus und Philosophie,
1930.
Si el Estado es una unidad que actúa en la realidad histórico-social, no po-
demos esquivar el examen, siquiera sea somero, de la difícil cuestión referente
al carácter de esta realidad social. El punto de partida ha de ser aquí la fun-
damental e inconmovible armación de que la realidad social es efectividad
humana, es realidad efectuada por el hombre.
La realidad social no puede ser considerada ni como una realidad subjetiva
de vivencia ni como realidad extrasubjetiva. Un realismo consecuente habrá
de ver, en la realidad, un «ser independiente de toda relación con el yo», con
lo que quedará desplazado el centro activo por y para el cual únicamente
existe la realidad social. Es muy característica la manera como se representa
al Estado esa doctrina de la realidad: «la conducta de un determinado número
de individuos regulada por el contenido de ciertos libros» (Diresch, Wirkli-
chkeitslehre, 1922, pp. 10 s., 204). Pero, de otra parte, la realidad subjetiva de vi-
vencia tampoco puede confundirse con la realidad social, por la razón de que
esta nunca puede ser pensada como simple actualitas intrapsíquica, sino que
es siempre una efectividad que interviene casualmente en el mundo externo,
operando bajo las condiciones objetivas de la naturaleza y de la historia que,
con frecuencia, trascienden de la conciencia. Esta realidad social-humana, que
actúa causalmente sobre la naturaleza y la sociedad, no puede determinarse,
naturalmente, mediante el análisis fenomenológico de la conciencia; por eso
tiene razón Litt cuando excluye de sus investigaciones a todas las agrupa-
ciones sociales que precisan en los individuos miembros de «un saber y un
querer» encaminados hacía aquéllas, y por tanto, «todo lo que se reera a un
obrar unicado y regulado en el sentido de la comunidad y concerniente a
esta como tal» (pp. 408, 410, además 66 5.). De este modo, queda excluida de
las consideraciones de Litt casi toda la realidad social y, especialmente, la del
Estado.
Solamente un desconocimiento de la situación real pudo mover a Smend a
concebir —en abierta oposición con su doctrina de la integración— a la reali-
dad del Estado como la de «una región de la realidad espiritual» (p. 12).

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