Carta cuarta
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CARTA CUARTA1
Había interrumpido usted la serie de mis cartas, con una que lleva el número
cuatro y que se ocupa de un tema absolutamente distinto de los por mí tratados. Yo
no puedo detenerme por esto en la trayectoria que, una vez dibujada, emprendí sis-
temáticamente. No me siento tan complaciente como aquel historiador del derecho
que aprovechó el trastorno que le había ocasionado el azar, combinando un descui-
do de criados con un vendaval, en la ordenación de su historia del derecho romano
para conformarse y adoptarlo. ¿No conoce usted este sucedido? Pues el castigo que
le impongo por su intromisión en mis cartas va a ser que haga usted imprimirlo.
Era en la época de las vacaciones estivales. El profesor andaba de viaje y
una doncella estaba encargada de limpiar el despacho del erudito polvo que allí
se iba amontonando; puerta y ventana estaban colocadas en frente, y la muchacha,
concluido su trabajo, salió. Quiso la mala fortuna que se levantase un vendaval, que
entrase en el cuarto una ráfaga de aire y que penetrara por entre los cuadernos de
notas, que dormían el sueño de las vacaciones. Instituciones, Pandectas, Procedi-
miento civil, Historia del derecho romano, todo fue puesto en dispersión y movi-
miento; el viento se ensañó en especial con la parte histórica. Una ráfaga aún más
fuerte, y toda la historia jurídica romana salió volando por los aires, como una nube
de polvo; el edicto del pretor en lucha con las Doce Tablas, el ius gentium con el ius
civile, los senadoconsultos con las constituciones imperiales, Labeón y Capitón, los
implacables adversarios, resultaron estrechamente abrazados, Coruncanio y Elio
resultaron puestos encima de Ulpiano y Paulo, las compilaciones justinianeas por
encima de todo..., total, un desorden selvático y una mezcolanza de todos los volú-
menes de la historia del derecho romano, que podía hacer creer se estaba represen-
tando una escena rediviva: ¡todo lo que descansa en los sepulcros, puesto en pie y
animado! En este preciso instante apareció la muchacha, que semejaba la expresión
de Dánae sobrecogida por la lluvia de oro histórico-jurídica. Hasta su cabeza fue
a parar, cual corresponde a su categoría la legis actio sacramento; junto al pecho la
1 D. G. Z. Año V, núm. 2. La carta publicada en dicha Rev ista como cuarta, no es mía;
yo había permitido, sin emb argo, expresamente estas int ercalaciones en mi prim era
carta.
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