Capítulo V: La escuela positiva - Parte primera - Principios de Derecho Penal. La ley y el delito - Libros y Revistas - VLEX 976399182

Capítulo V: La escuela positiva

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PrinciPios de derecho Penal. la ley y e l delito
CAPÍTULO V
LA ESCUELA POSITIVA
28 - lo qUe FUÉ
a)
lombroso y los funDaDores Del positi vismo
Antes de dar comienzo a la exposición y crítica de la llamada Escuela po-
sitiva, nos importa subrayar que no vamos a reduciría a la mera narración de
sus principios y consecuencias, como pudiera hacerlo el profesor en cátedra
para un conjunto de alumnos que cursan la carrera de Derecho. Como hemos
dicho, pensamos desarrollar nuestra disciplina conforme al principio liberal
que la caracteriza y que, asentado de un nuevo modo, es el núcleo rector de
nuestros pensamientos. De aquí que, al hablar de la Escuela positivista, no
reduzcamos nuestra misión a la del mero expositor, sino que carguemos el
acento crítico al hablar de una tendencia que vivió apasionadamente medio
siglo, que fulguró con inusitado esplendor y que hoy está en su más extremo
otoño. César Lombroso, médico hebreo de origen español, quiso aplicar el
método experimental al estudio de la demencia y trató de encontrar las notas
diferenciales, para que fuese más fácil el peritaje médico, entre el delincuente
y el loco. Mas, a medida que el genial israelita avanzaba en sus estudios y ob-
servaciones, los resultados eran contrarios a los que él esperó: lo que parecía
dibujarse indeleblemente no era la distinción entre el loco y el criminal, sino
su parecido, a virtud de la semejanza que ambos tenían con un tercer término
que Prichard bautizó con la denominación de moral insanity.
No llegó Lombroso a obtener consecuencias sino de un modo paulatino,
aunque las explicaciones le vengan, como él ha dicho, en verdaderas onda-
te. Había recogido datos sobre los cráneos y mandíbulas, arcos cigomáticos
y fosas oculares, medidas de la braza y de la altura, sinostosis prematuras,
etc., etc., sin saber por qué eran esos estigmas más frecuentes en el hombre
delincuente que en el honrado. Pero un día, hacia el año 1870, haciendo la au-
topsia del bandido Vilella, encuentra en su cráneo la que él denominó “foseta
occipital media” y que es rarísimo encontrar en el hombre, siendo, en cambio,
frecuente en los animales inferiores como los peces. No volvió a hallar Lom-
broso la dicha foseta, o, al menos, no la encontró en tal medida, a lo largo de
sus geniales experiencias; pero entonces le bastó para ver, como en un chis-
pazo súbito, la interpretación de todas aquellas anomalías somáticas halladas

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