Capítulo III: Teoría positiva de la responsabilidad penal - Tomo segundo - Sociología criminal - Libros y Revistas - VLEX 976845792

Capítulo III: Teoría positiva de la responsabilidad penal

Páginas263-378
263
Sociología criminal
capítulo iii
teoría poSitiva de la reSponSaBilidad penal
I.— Postulado de la Escuela clásica, desmentido por la sio-psicología positiva,
y en todo caso discutible en teoría y peligroso en la práctica.—Negación
del libre albedrío.—Transacciones eclécticas acerca de la libertad moral.
II.— El problema de la justicia penal con la negación del libre albedrío.—Dos
órdenes de hecho conducen a la solución: A. La reacción defensiva natu-
ral y su evolución en el tiempo.—B. Las formas presentes de la reacción
defensiva (sanción). 1.º Reacción defensiva natural de todo ser viviente y
fases de la reacción defensiva humana y de sus órganos de ejecución—El
carácter ético de justicia retributiva eliminado de la función defensiva.—
Independencia de esta función de todo criterio de libertad o de falta moral.
III.— Objeciones.—La pena (posterior al hecho) no es una defensa (anterior al
hecho).—La defensa social no es la defensa jurídica. Génesis positiva del
derecho bajo su aspecto individual y social.—Defensa social y defensa de
clase en la justicia penal. Criminalidad atávica y criminalidad evolutiva.
IV.— 2. Formas presentes de la reacción defensiva. Teoría de la sanción natu-
ral (sanción física, biológica y social).—Responsabilidad social en lugar de
responsabilidad moral.—El hombre siempre es responsable de sus actos,
solamente porque y en tanto que vive en sociedad.
V.— Teorías eclécticas de la responsabilidad.—Libertad relativa de la volun-
tad (por libertad limitada, libertad ideal, libertad práctica, motivo de con-
tradicción, factor personal).—Libertad de la inteligencia.—Voluntariedad
(art. 45 del Código penal).—Intimidabilidad.—Normalidad. Identidad
personal y semejanza social.—Estado de criminalidad.—Conclusión.
VI.— Dos problemas nales: A. Formas de la sanción penal.—B. Criterios de la
sanción social.
1.º Medios preventivos, reparadores, represivos y eliminatorios.
VII.— 2.º Condiciones del acto, del agente y de la sociedad. El derecho violado,
los motivos determinantes y la categoría antropológica del delincuente.
Ejemplo práctico.—Tentativa y complicidad.—El bizantinismo clásico y la
justicia según los positivistas.
264
Enrico FErri
La consecuencia más radical y por lo tanto la más impugnada, aun por aquellos
que son extraños a los estudios sobre penalidad, que nos han aportado los nuevos
datos de la antropología y de la estadística sobre los delitos y los que los cometen, ha
sido y es ciertamente la manera nueva de plantear y resolver el problema principal
de la responsabilidad.
Los resultados técnicos de la biología y de la sociología criminal, las proposiciones
de reformas prácticas en los sistemas de procedimiento y de represión, pueden ser y
son admitidos, en todo o en parte, por aquellos mismos que no siguen el método y las
inducciones de la escuela positiva.
Pero la protesta de los enemigos de toda innovación contra la escuela positiva
se ha manifestado y persiste con evidencia igual, ya en la intransigencia del puris-
mo clásico llevada hasta el extremo, ya en los mil acomodamientos del eclecticismo
académico, sobre todo cuando se trata de los criterios y bases de la responsabilidad
penal1. Esto se debe a que tal problema excede necesariamente de los límites técnicos
de la criminología para poner a prueba y quebrantar el conjunto entero de los hábitos
mentales y sentimentales que constituyen el dogma social de la responsabilidad hu-
mana, aun fuera del dominio penal, y para modicar las ideas y las normas de mérito
y de demérito, de recompensa y de castigo, de vicio y de virtud, en todas las manifes-
taciones de la vida civil, en el campo moral como en el económico, en la familia, en la
escuela y en la vida social.
Aquí principalmente se conrma el hecho que yo he señalado en mi introducción,
de que esta nueva posición de la ciencia de los delitos y de las penas depende ínti-
mamente de la renovación más general que la segunda mitad del siglo XIX ha visto
producirse en las ideas losócas por efecto del método experimental.
i
42. El razonamiento habitual por virtud del que el sentido común, la losofía tra-
dicional, y con ellos la ciencia criminal clásica, justican el derecho de castigar al
hombre por los actos reprobables que ha cometido, es como sigue:—El hombre posee
el libre albedrío, la libertad moral: él puede querer el bien o el mal, y en consecuencia,
si escoge el mal es responsable de su elección y debe ser castigado por ella. Y según es
o no libre, o que lo es más o menos en esta elección que hace del mal, es también más
o menos responsable y punible.
La escuela criminal positiva no acepta este raciocinio unánime de los juristas, por
dos razones. Es la primera, que la sio-psicología positiva ha anulado completamente
la creencia en el libre albedrío o libertad moral, respecto de la cual prueba que debe-
mos ver una pura ilusión de la observación psicológica subjetiva. La segunda, es que
aun aceptando este criterio de la responsabilidad individual, se encuentran, cuando
se quiere aplicar a cada caso particular, dicultades teóricas y prácticas inaccesibles,
y se deja el campo libre a una multitud de subterfugios, como consecuencia dé falsas
1 Se encuentra un ejemplo reciente y notable en el libro de Saleilles, L’individualisation de la
peine, París, 1898, el cual acepta las proposiciones prácticas de la escuela criminal positiva,
pero sin el valor cientíco necesario para abandonar los principios metafísicos sobre la
responsabilidad humana.
265
Sociología criminal
deducciones sacadas de los nuevos e incontestables datos que suministra el estudio
del hombre criminal.
43. Armar el libre albedrío o la libertad normal (y nuestros adversarios, creando
más fácilmente el equívoco con esta palabra elástica e indenida de «libertad», no
dicen nunca libre albedrío, aun cuando ambos términos son perfectamente sinóni-
mos), es decir, en último término, que frente a la presión incesante y multiforme del
medio exterior y del conicto de los diversos móviles interiores, corresponde siempre
exclusivamente a la libertad del individuo decidir en última instancia entre dos posi-
bilidades opuestas.
Ahora bien, que tal sea el testimonio más rápido y espontáneo del sentido ínti-
mo, nadie lo niega, aun cuando todos los días aumenta el número de los que tienen
conciencia de la inexistencia del libre albedrío2. Pero para aquellos que crean en él,
nada prueba que esta convicción del sentido íntimo corresponda verdaderamente a la
realidad positiva o sea su representación adecuada. Se demuestra, al contrario, inme-
diatamente, que esta conciencia que tenemos de ser libres de querer una cosa mejor que
otra es una pura ilusión originada en que nos falta la conciencia de los antecedentes
inmediatos, ora siológicos o psíquicos, de la deliberación que precede a la voluntad.
Y a la demostración negativa que descubre la génesis de esta ilusión natural, y
por lo tanto universal y difícil de vencer, la sio-psicología cientíca, que a la simple
observación interna o sugestiva une la observación externa por vía de pruebas y con-
trapruebas, agrega una demostración positiva, haciendo conocer el proceso natural
según el que se desenvuelve todo acto voluntario del hombre. Considerando, en efec-
to y no nos es dado hacerlo de otro modo, la actividad voluntaria del hombre como la
forma más elevada y compleja de la actividad animal en general, reconoceremos con
evidencia, que desde el término de comparación más humilde, es decir, desde una
simple reacción de irritabilidad en la forma animal más elemental, entre los protistas,
por ejemplo, hasta el extremo más elevado o sea hasta la acción deliberada de un ser
humano, se pasa por una serie continua de matices y de grados que no deja espacio
a un privilegio único de la humanidad, a la intervención de una potestad de libertad
moral, que sería en el orden entero de la actividad universal, una milagrosa excep-
ción3. Así, con toda exactitud, del resplandor de la inteligencia más débil y menos
perceptible en el animal de mayor simplicidad, se llega, por una serie continua de
matices y de grados, a las más altas manifestaciones del genio humano.
El proceso sio-patológico de toda acción individual puede, pues, reducirse al si-
guiente esquema: 1.º Una fase física, fuera del centro nervioso, que puede tener su
punto de partida independiente del individuo, en el mundo exterior o en su propio
cuerpo: por ejemplo, una vibración del aire y del éter que llega a tocar la periferia del
2 Tales fueron las declaraciones de Moleschott, proclamadas en el primer Congreso Interna-
cional de Antropología criminal, Actes, etc., Roma, 1886, p. 320.
3 Verworn, Psycho-plysiologischen Protisten-Studien, Jena, 1889; Binet, La vie psychique des mi-
cro-organismes, en el libro Le fétichisme dans l’amour, París, 1891; Schneider, Der thierische
Wille, Leipzig, 1880; idem, Der menschliche Wille, Berlín, 1882; Sirkoswski, Développement
de la volonté chez l’enfant, en la Revue phil., Mayo 1885; Marion, Les mouvements de l’enfant;
premier progrès de la volonté, en la Revue scientif., Junio 1890; Baldwin, Le développement men-
tal chez l’enfant et dans la race, París, 1897, págs. 339 y siguientes.—Y lo mismo las obras de
psicología infantil de Pérez, Preyer, etc.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR