Capítulo III: Ayuda psicoterapéutica para delincuentes - Criminología. Ejecución penal y terapia social - Libros y Revistas - VLEX 980631260

Capítulo III: Ayuda psicoterapéutica para delincuentes

Páginas133-210
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CRIMINOLOGÍA. EJECUCIÓN PENAL Y TERAPIA SOCIAL
CAPÍTULO III
AYUDA SICOTERAPÉUTICA
PARA DELINCUENTES
I. LOS MÉTODOS DE LA SICOTERAPIA GENERAL
A) Introducci ón
El concepto de «sicoterapia» proviene del campo médico. El punto de par tida
lo constituyen la teoría de la neurosis y la problemática sicosomática1, que apunta-
ban esencialmente a la el iminación de perturbac iones corporales y solo paulatina-
mente desplazaron su centro de gravedad al tratamiento de males espirituales. Esta
trasformación concuerda con el hecho de la sicoterapia, que es descrita en definicio-
nes antiguas como «tratamiento médico de enfermos con medios síquicos»2. Entre-
tanto la evolución ha superado esta etapa: cada vez más se han desarrollado proce-
dimientos de cura o de ayud a para las más diferentes clases de necesitados d e ayuda
síquica (solamente o al mismo tiempo), procedimientos que ya no pueden distin-
guirse e n forma nítida según si sean aplicados por el médico o el no médico. Esta
trasformación va muy unida con un concepto de salud3 muy amplio, sumamente
utilizado. Conforme a ello se ha trasformado el concepto de sicoterap ia: hoy e s
defini do como «la cienc ia del tratamien to de males aními cos o condicion ados
aními camente, con m edios sicoló gicos»4, o todavía en for ma menos limi tante:
sicoterapia es «una in fluencia anímica metódica, esto es, dirigida, sobre una per so-
na con el fin de cambiar el equilibrio perturbado físicamente, síquicamente o social-
culturalmente, mediante otra persona, el terapeuta»5. En esta última definición, la
más amplia, solo son decisivos el método científico y la intención de curar. En estas
definiciones queda abierto quién es competente para lleva r a cabo una sicoterapia
así entendida, porque esto no es má s general, sino que puede ser decidido solamen-
te de método en método.
Bajo un concepto de sicoterapia comprendido en forma tan amplia, cae entonces
en todo caso también una parte fundamental del trabajo social. De que éste no es
delimitable en forma exacta lo demuestran hechos tan simples como aquellos, por
ejemplo, de que determinadas formas de terapia no son realizables sin un trabajo
1Cfr. al respecto Kriminologie, ps. 56 y ss.
2Cfr. Schultz, Krankenbehandlung, p. 1 (subrayado mío).
3Cfr., al respecto, Schraml, Abriss, p. 63.
4Cfr. Dorsch, Wörterbuch, p. 333.
5Cfr. Schraml, Abriss, p. 64.
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HILDE KAUFMANN
conjunto con el trabajador social, porque junto o en vez de otros tratamientos es
necesario una «terapia de medio» o «terapia social» 6. Este desarrollo tiene, en parte,
también su razón en la circunstancia de que en los Estados Unid os, en contraposición
a la mayoría de los países europeos, el trabajador social dispone de una formación
orientada sicológica y sicoanalíticamente de modo esencialmente más acentuado7.
En lo que con cierne a la división de los métodos terapéuticos, se dan aquí
diferentes intentos de ordenamiento, que en pa rte se basan en un sinnúmero de
procedimientos (Watkins enumera 52 procedimientos)8, y en parte tienen los mis-
mos fundamentos que las dificultades de d ivisión de los procedimientos de tests 9.
Si se hace alusión al o bjeto de la sicoterapia, se distinguen procedimie ntos
directos e indirectos; en los primeros se trata al paciente mismo, en los últimos a
las personas perteneci entes al me dio de l en fermo, para lograr una mitigación o
hasta cura de las afecciones del enfermo (se llega a este procedimiento, por ejem-
plo, cuando se aplica terapia a los padres de un niño neurotizado, a fin de curar al
niño, o cuando enfermos no susceptibles de terapia deben obtener un medio más
favora ble). Según el ob jetivo de la terap ia se puede difer enciar entre t erapias
«sintomáticas» y « causales»; en las primeras uno no se ocupa d e las causas de la
perturbación, sino que se aspira solamente a una eliminación del síntoma (cuando
se trata de suprimir solamente que el niño no moje la cama, se está ante una terapia
«sintomática»; en cambio, si se toma el problema que lo desencadena —por ejem-
plo, los celos infantiles, etc.—, ante terapia «causal»). Conforme a los medios se
distingue entre métodos de sugestión, de training y de sicología profunda, dentro
de los cuales a su vez hay un sinnúmero de formas de terapia10.
También se puede ordenar los procedimi entos según cinco puntos difer entes,
según s i:
1) están orientados al sín toma o a la personalidad, luego si el tratamiento
está aj ustado al síntoma o al conjunto de la personalidad11;
2) están orientados al presente actual o biográficamente, luego si solo apun-
tan a la aprehensión e influencia de la estructura de la personalidad actual
o s i incluyen dentro de la terapia la historia de vida anterior;
3) el objetivo propuesto y la técnica están orientados y ac entuados indivi-
dual o socialm ente (las terapias orie ntadas criminoló gicamente tienen
regularmente una orientación social fuerte, las terapias dirigidas a la eli-
minación de perturbaciones corporales tienen por lo regula r una fuerte
acentuación individual);
4) el terapeuta traba ja en f orma directiva activa o en forma no directiva
pasiva12 ;
6Ver infra, ps. 147 y ss.
7Cfr. Schraml, Abriss, p. 124.
8Cfr. Schraml, Abriss, p. 65.
9Cfr. supra, ps. 113 y ss.
10 Así la división de Dorsch, Wörterbuch, p. 338.
11 Esta división no es totalme nte idé ntica co n la distinción recient emente a ludida e ntre terap ias
sintomáticas y causales: una terapia orientada a la personalidad no es en cada caso una terapia
causal; por ejemplo, no lo e s cuand o ciert amente está d irigida a la personali dad tot al y a su
disposición, pero desiste del descubrimiento de las causas de la perturbación.
12 Cfr., al respecto, especialmente infra, ps. 216 y ss.
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CRIMINOLOGÍA. EJECUCIÓN PENAL Y TERAPIA SOCIAL
5) la interacción13 entre paciente y terapeuta es utilizada y explicada metódi-
camente y se aprehende productos inconscientes o no14.
En consideración al mencionado sinnúmero de métodos terapéuticos, los cua-
les en modo a lguno se pueden abordar aquí en forma particular, nuevamente solo
se bosquejarán por vía ejemplar los más importantes de ellos. De partida prescindi-
remos de los llamados procedimientos «orgán icos» o «fisiotrópicos», como la hip-
nosis, la sugestión y autosugestión, en parte porque hoy casi ya no tienen significa-
ción (con excepción del training autógeno15, que todavía muchas otras terapias lo
incluyen como apoyo y, a causa de la posibilidad de aplicación grupal, también
entra en conside ración junto a otros métodos para jóv enes desamparados) 16. El
problema de para qué criminales son en cada caso in dicados determinados procedi-
mientos, se ponen en este punto entre par éntesis, porque se tratará en forma deta-
llada —en la medida que ha sido investigado— en la segunda parte de este libro.
Aquí solo se trata de una visión general sobre las posibilidad es y métodos de una
sicoterapia.
B) El sicoanálisis y formas similares de terapia de sicol ogía profunda
1. El sicoan álisis
Los conocimientos básicos de la sicología profunda surgieron —como se ha
señalado17— del esfuerzo para desarrollar nuevos procedimientos de cura de deter-
minados males y perturbaciones. El procedimiento clásico de cura de esta cla se se
remonta, como es conocido, a Freud, y se le llama «sicoanálisis».
La esencia de un tal sicoanálisis consi ste —como denota el nombre— en que
en el trascurso del procedimiento terapéutico se aclara lentamente, paso a paso,
luego se analiza, todo l o que se esconde detrás de las per turbaciones, en cuanto
materia conflictiva inconsciente o falsamente resuelta. Dado que estos factores de
perturbación tienen su asiento en lo inconsciente, el paciente no está en condiciones
de emitir declaraciones sobre las fuentes del conflicto o los defectos de asimilación,
mediante proc edimientos que se dirigen a su rat io. Por eso, el sicoan álisis está
orientado a hacer lentamente, mediante determinadas técnicas, de nuevo consciente
las vivencias que se han vuelto inconscientes, hacerlas vivir nuevamen te y entregar
una asimilación adecuad a. Para ello, normalmente se vuelve hasta la fase de la
preinfancia, para llegar a las raíces mismas de la perturbación. Para lograr esto se
exige del paciente que manifieste todos los pensamientos que le surjan en posición
horizontal relajada, en el ya famoso sofá, aun cuan do le parezcan sin sentido, sin
estética, inmorales, etc. Lo mismo se incluyen sus sueños en el análisis. Todo este
material tiene que analizar el terapeuta con el sujeto a prue ba. Nor malmente se
sienta detrás del paciente, para facilitar la libre expresión. Si el sicoan álisis resulta
exitoso, lentamente aflora nuevamente en lo consciente lo reprimido y posibilita
una mejor s olución del conflicto. Sobre todo es fundamental en este proceso de cura
el trabajo constante de la llamad a resistencia. Aquellas partes inte grantes de lo
13 Respecto de este concepto, ver supra, ps. 67 y s.
14 Cfr., respecto de los fenómenos sumamente relevantes de trasferencia y contratrasferencia, infra, ps.
216 y s. En general, cfr. Schraml, Abriss, ps. 65 y ss.
15 Cfr. al respecto, en forma profunda, J. H. Schultz, Krankenbehandlung, ps. 132 y ss.; Training, passim.
16 Cfr. Schraml, A briss, p. 77.
17 Cfr. Kriminologie, I, p. 60.

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