Capítulo I: Análisis sociológico de los problemas carcelarios - Criminología. Ejecución penal y terapia social - Libros y Revistas - VLEX 980631255

Capítulo I: Análisis sociológico de los problemas carcelarios

Páginas15-90
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CRIMINOLOGÍA. EJECUCIÓN PENAL Y TERAPIA SOCIAL
CAPÍTULO I
ANÁLISIS SOCIOLÓGICO DE LOS
PROBLEMAS CARCELARIOS
I. LA SUBCULTURA CARCELARIA
A) Introducci ón
Desde hace cerca de 40 años la investigación estadounidense se ha ocupado
del tema de la subcultura carcelaria. Entretanto, también esta temática se ha intro-
ducido en los escritos teoréticos de Alemania Federal; pero s olo hay investigacio-
nes empíricas aisladas para poder confrontar con los resultados de las investigacio-
nes estadouniden ses. Por eso, las explicaciones que siguen tienen que apoy arse
principalmente en las investigaciones estadoun idenses, por supuesto considerando
el problema de la equiparabilidad intercultural, que se discutirá en un punto poste-
rior1. En lo que atañe al concepto de subcultura, éste es naturalmente idéntico con el
concepto genera l de subcultura de la sociología. Éste a su vez se vincula, como ya
señala la propia palabra, con el concepto (sociológico) de cultura. En relación a este
último, que constituye el objeto de muchas disciplinas, existe un número d e defini-
ciones2imposible de abarcar. Para los fines aquí perseguidos, basta con señalar que
el concepto sociológic o de subcultura es concebido en forma más amplia , por ejemplo,
que en el lenguaje común: es sobre todo esencial que por «cultura», en el sentido
sociológico, se entiende un sistema h istórico surgido de determinado s modos de
comportamiento o proceder para la vida, que es compartido por todos los miem-
bros de una sociedad o grupo o, en todo caso, por una parte de terminada. Este
sistema po sibilita la convive ncia humana, porq ue mediante él es previ sible en
cierto grado el compo rtamiento humano y con ello se lo hace tolerable , lo que
1Ver infra, p. 35. En lo que toca al uso del lenguaje, se mantiene a medias la sencillez del concepto
tradicional de prisió n, pero el problema de la subcultura se extiende naturalmente a tod os los
establecimientos penales y de prisión preventiva privativos de la libertad; y como normalmente la
subcultura en la prisión es una de los internos y solo en puntos individuales una en la que también
participan los funcionarios —así, por ejemplo, en la utilización de determinada jerga—, sin duda se
puede seguir la arraigada costumbre de hablar también de «subcultura de los internos» en vez de
«subcultura de la prisión»; el segundo concepto es más apropiado en aquellos casos en que en, el
marco de las discusiones generales sobre la subcu ltura se pone el acen to en que lo expresad o
incluye especialmente también la subcultura en los establecimientos penales, el pr imer conc epto
exterioriza en forma más clara de que en la práctica son so lo los internos quienes practic an la
subcultura. Por eso ambos conceptos se usan uno en vez del otro.
2Cfr. Kroeber-Kluckhohn, en Culture, que enumeran exclusivamente para la literatura norteameri-
cana más de 160 definiciones; c fr., al respecto, Schwendter, Theorie, p. 10.
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HILDE KAUFMANN
permite adoptar una actitud3. En este sentido pertenecen también a una cultura, en
razón de la (aspira da) construcción sociológ ica de conceptos libres de valor, el que
los clanes primitivos maten a sus prisioneros de guerra y se los coman o que dejen
abandonados o maten a los recién nacidos o ancianos.
Dentro de un concepto de cultura así entendido, siempre se incluye tanto la
posibilidad del cambio del modelo de comportamiento cuanto la posibilidad de una
desviación parcial en relación con éste. Pues regularmente se encuentra, en todo
caso, en los más grandes ámbitos culturales del presen te, el hecho de que una parte
de los miembros de ese ámbito cultural si bien, por una parte, participan en la
cultura común, por otra parte, sin embargo, en determinado grado se desvían de
ella y, en es a medida, desarroll an una propia cultura. Este fenómeno se designa
como «subcultura»4.
Según los resultados de numerosas investigaciones, tales subculturas existen
también en los establecimientos penales. Primero se expondrán en forma sucesiva
los resultados de estas investigaciones, incluido el instrumental conceptual corres-
pondiente para su comprensión, posteriormente se analizará qué res ultados pueden
considerarse como definitivos y dónde están las fronteras de las bases metodológicas
elegidas.
En esta exposición de las investigaciones empíricas de la subcultura carcelaria
se incluirá también el ámbito problemático de la es tructura social de los internos.
Ciertamente, sería más exacto, conceptualmente, entender el concepto de subcultura
carcelaria solam ente co mo la suma de los mo delos d e c omportamientos y normas a
disposición (incluidos los roles existentes en esa subcultura), pero los problemas de
la estructura social de los internos se tocan en forma reiterada con aquellos de la
subcultura en sentido estricto. Especialmente se equiparan para ambos conceptos
(estructura social, subcultura) las cuestiones metódicas, de modo que de ello resulta
un uso del lenguaje, que e n parte se encuentra en los libros, de tratar también la
estructura socia l de la sociedad de los recluidos bajo el concepto de subcultura5.
B) La estructura social de la sociedad de los reclusos.
1. La estructuración en grupos.
Clemmer fue un o de los primeros autores que se interesó por la configura-
ción de grupos entre los detenidos.
Él quería saber s i la difundida suposición de gr upos fuertemente cohesionados
entre los detenidos correspondía verdaderamente a la rea lidad y en qué medida
entre los internos de un establecimiento penal había estructuras grupales que caían
bajo el tipo de los grupos primarios6. En sus encuestas, ciertamente respecto de un
sector escogido d e in ternos, Clemmer llegó primeramente al resultad o de que se
3Cfr. Hartfiel, Wörterbuch, p. 363, con más aportacione s; Müh lmann, en V. Bern sdorf ( editor),
Wörterbuch, ps. 589 y ss.; S cherer-Köhler, Staatslexikon, t. 5, ps. 164 y ss., con más aportaciones;
Schoeck, Wörterbuch, p. 210.
4Cfr., al respecto, Schoeck, Wörterbuch, p. 208, y en Fuchs, Lexikon, p. 665; además, Arnold (editor),
The sociology of s ubculture; Hartfi el, Wörterbuch, p . 635, con más comprobaciones; Schwe ndter,
Theorie der Subkultur; Wolfgang-Ferrac uti, The sub culture of violence.
5Harbordt, Subkultur, ps. 52 y ss.
6Respecto de este concepto, cfr. Kriminologie, I, ps. 133 y s.
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CRIMINOLOGÍA. EJECUCIÓN PENAL Y TERAPIA SOCIAL
podía determinar un tipo de auténtico grupo primario de detenidos7. Este grupo
primario de detenidos tenía un sentimiento «nosotros», los miembros tenían entre
ellos la zos afectivos. Esta posición fundamental llevaba al intercambio de infor ma-
ción, a la participación de las ven tajas que alguno de ellos había conseguido, la
disposición de tomar sobre sí el castigo para otro, en general , entonces, a un com-
portamiento leal de grupo. Como segundo tipo de gr upo encontró Clemmer una
forma que designó como «semiprimaria» (semiprimary), y en la cual se hallaban en
forma atenuada las características de los gr upos primarios auténticos. Los grupos
estaban constituidos en el caso de los grupos primarios auténticos por 3 a 5 miem-
bros, en los semiprimarios por 7 a 9 miembros8. Los detenidos que n o pertenecían
a ninguna de ambas formas grupales, los designó Clemmer como «inagrupados»
(ungrouped).
En los establecimientos investigados determinó en las poblaciones por él in-
dagadas (seleccionadas!) la siguiente división: 17,4 % de los internos pertenecían a
los grupos primarios auténticos, 40,7 % a los grupos semipri marios; 41,9 % había
que contarlos entre los reclusos inagrupados, que no tenían relaciones grupales. Los
que cumplían penas cortas estaban en mayor porcentaje representado s en tre los
detenidos integ rados a los grupos primarios autén ticos que aquellos con penas
largas; solo 32,9 % de los que cumplían penas cortas no tenían vinculación grupa l;
los reclusos con penas largas, en cambio, 50,6 %9.
Como fund amento de la alt a cuota de intern os que no tenían r elaciones
grupales, Clemmer señala tres factores: Una parte de los internos sin vinculación
grupal mantiene firmes y fuertes vinculaciones con la familia y los amigos de fuera
del establecimiento, de modo que la s relaciones externas influían en el comporta-
miento de los internos den tro del establecimiento e impedía entrar en relaciones
grupales dentro de él. En estos internos no existe la necesidad de vinculaciones con
otros reclusos dentro del establecimiento. Estos presos no querían ser introducidos
en las dificulta des internas del estableci miento, porque su interés es tá di rigido
totalmente a la vida fuera de éste.
Otra parte de los inagrupados está compuesto por aquellos que al principio
habrían tenido vincul aciones con otros internos, pero que después habrían sido
excluidos por éstos. Todas las tentativas de estos presos de entablar nuevas amista-
des ha brían fracasado. Luego, cuando un día comprendieron su indeseabilidad, se
estableció un mecanismo de autodefensa en virtud del cual estos detenidos rechaza-
ban a los otros reclusos, «porque todos ellos son iguales y un o no se puede confiar
en ellos».
El tercer tipo de internos inagrupado s es finalmente el que se puede imputar
al tipo del «solitario» (stranger). Se trata del frío socialmente, que no tiene ni ene-
mistades ni amistades y cumple el plazo de detención tranquilamente10.
En una siguiente investigación, Clemmer se sitúa nuevamente en la clasifica-
ción de los detenidos en relación al modo de vinculaciones en grupos pequeños y
llega esta vez a una división de los presos en cuatro tipos: el «cliq ue-man», el «group-
7Respecto de la selección de rec lusos, cfr. Community, ps. 114 y s.
8Respecto de los criterios de delimitación de ambos grupos, cfr. Community, ps. 116 y s.
9Cfr. Community, p. 117.
10 Community, ps. 131 y s.

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