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Capítulo 4: La explicación en historia y en ciencias sociales

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EXPLICACIÓNY COMPRENSIÓN
CAPÍTULO 4
LA EXPLICACIÓN EN HISTORIA
Y EN CIENCIAS SOCIALES
1. La explicación teleológica de una acción viene normalmente precedida
de un acto de comprensión intencional de algún ítem dado de conducta.
Por lo que se refiere a tales actos de comprensión cabe aprec iar distintos
«niveles» u «órdenes». Por ejemplo, veo una multitud en la calle avanzando
en la misma dirección, gritando al unísono, algunos agitan banderas, etc. ¿Qué
es lo que está pasando? He comprendido el sentido de los «elementos» de lo
que veo en una perspectiva intencional. La gente avanza «por sí misma» y no
empujada por el viento o arrastrada por una corriente de agua. Va gritando —
y constatar esto es mucho más que limitarse a decir que emite sonidos por la
boca—. Pero, «en su conjunto», lo que veo aún no está claro para mí. ¿Se trata
de una manifestación? ¿Es acaso lo que estoy presenciando un festejo popular
o una procesión religiosa?
No creo que se pueda responder a estas preguntas mediante la construc-
ció n de expl icac ione s tel eoló gica s par a la c ondu cta ( comp rend ida
intencionalmente) de cada miembro individual de la multitud. Una manifesta-
ción tiene un objetivo que en cierto modo puede «entresacarse» de los propó-
sitos de las personas individuales. Pero no es fácil definir cómo proceder a
hacerlo. Un festejo popular o una procesión religiosa solo guardan una remo-
ta relación con esos propósitos, si es que guardan alguna. Quizás haya gente
que tome parte en la fiesta para divertirse. Ello explicaría su presencia en tal
ocasión. Pero tanto el conocimiento de sus propósitos, como el de los propósi-
tos de otros participantes, al incorporarse a la multitud, no nos permitiría
determinar que lo que está ocurriendo es una fiesta popular. (Con decir que su
intención era unirse al festejo no adelantaríamos gran cosa, a menos que con-
táramos con criterios independientes para juzgar si algo es o no un festejo
popular.)
La respuesta a la cuestión de qué es lo que ocurre no consiste en una
explicación teleológica de las acciones de personas individuales. Remite a
un nuevo acto de comprensión, a un acto de comprensión de segundo or-
den. Del hecho de que un hombre se proponga pulsar el botón situado en-
frente no se sigue, decíamos, que este hombre realice determinados movimien-
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GEORG H. VON WRIGHT
tos corporales específicos (o uno en particular, de entre varios movimientos
específicos alternativos). Únicamente se desprende que el sentido de sus mo-
vimientos es pulsar el botón. Y en forma similar, del hecho de una manifes-
tación masiva no se sigue lógicamente que los miembros de la multitud va-
yan a ejecutar ciertas acciones individuales específicas (o una en particular,
de entre las posibles acciones específicas alternativas). Únicamente se des-
prende que las acciones llevadas a cabo pretendían constituir una manifes-
tación o, también, que la pretensión resultó fallida (por ejemplo, la policía
abrió fuego sobre la multitud y esta ha comenzado a dispersarse). Podría ela-
borarse con mayor detalle la analogía entre los casos de acciones individua-
les y de acciones colectivas.
Cabe ascender por la jerarquía de órdenes de tales actos d e interpreta-
ción y de comprensión de significado. Han tenido lugar manifestaciones, tu-
multos, huelga s, casos de terrorismo, etc. ¿Puede calificarse la situación de
«guerra civil» o de « revolución». No se trata ahora ni de una cla sificación
conforme a criterios establecidos ni de una estipulación arbitraria de las
condiciones de aplicación de un término. Se trata de una cuestión de interpre-
tación, de comprensión del significado d e lo que está ocurriendo.
Cabría considerar explicativo a este proceso de interpretación. Buena par-
te de lo que normalmente pasa por «explicaciones» debidas a historiadores y
a científicos sociales consiste en interpretaciones semejantes de la materia pri-
ma de su investigación.
Considero, no obstante, esclarecedora una distinción en este punto entre
interpretación y comprensión, por un lado, y explicación, por el otro. Los re-
sultados de la interpretación son respuestas a la pregunta: «Qué es esto»1. Solo
cuando, además, contestamos por qué tuvo lugar una manifestación o cuáles
fueron las «causas» de la revolución, procedemos en un sentido más preciso y
estricto a explicar lo ocurrido, los hechos.
Ambos procesos parecen, por otra parte, hallarse interrelacionados y
apoyarse uno en otro de forma característica. He aquí otra razón para diso-
ciarlos en un análisis metodológico. Una explicación, correspondiente a un
nivel dado, suele p reparar el terreno para una interpre tación de los hechos a
un nivel superior. Una vez más es una situación análoga a la planteada en el
caso de la acción individual. Una explica ción en términos teleológicos de un
acto de pulsar un botón puede da r por resultado una redescripción de lo que
el agente hizo, como un acto de hacer sonar el timbre o, de reclamar la presen-
cia de alguien o, de pedir que se le franquee la entrada en casa. «Pulsando el
botón, hizo x». A partir de aquí tomamos lo que hizo, en principio, por un acto
de proceder a x. Y algo parecido ocurre con la acción colectiva. Lo que se
suponía destinado a representar un movimiento de ref orma religiosa puede,
mediante un examen más profundo de sus causas, llegar a revelarse «esen-
1Sobre la importancia de las preguntas ¿Qué ? para l a expl icación históric a véase Dray
1959.

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