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Capítulo 2: Causalidad y explicación causal

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EXPLICACIÓNY COMPRENSIÓN
CAPÍTULO 2
CAUSALIDAD Y EXPLICACIÓN CAUSAL
1. Los filósofos tienen por costumbre hace ya bastante tiempo distinguir
entre la relación de causa y efecto, por un lado, y la relación de fundamento y
consecuencia, por el otro. La primera es una relación fáctica y empírica, la
segunda es una relación conceptual y lógica. Antes de que la distinción llega-
ra a hacerse habitual, resultó a menudo ignora da o dif uminada —especial-
mente por parte de los pensadores racionalistas del siglo XVIII—. Cuando
llegó a establecerse con mayor claridad, gracias a Hume1 en no escasa medida,
dio origen a nuevos problemas. Acaso todas las relac iones cau sales se an
fácticas. Pero es muy cierto que no todas las relaciones fácticas son causales.
Entonces, ¿cuáles son los demás rasgos distintivos de las relaciones causales
—a parte de su condición empírica—? Según Hume la relación entre causa y
efecto es una secuencia regular en el tiempo de (casos de) fenómenos genéri-
cos. El que la regularidad se mantenga en vigor en el futuro es una generaliza-
ción inductiva, sobr e la base de expe riencias pasadas2.
Desde Hume, el problema de la causación ha sido familiar, una especie
de niño mimado, en epistemología y en filosofía de la cie ncia. Muchos han
sido los esfuerzos dirigidos a mostrar bien que el planteamiento humano de la
relación causal es erróneo, o bien que, aceptando ese planteamiento, el proble-
ma de la inducc ión que deja abierto —también conocido a veces por «el pro-
blema de Hume»— puede resolverse satisfactoriamente 3. No han sido afortu-
nados, por regla general, estos esfuerzos y se ha tildado al estado insatisfacto-
rio de la cuestión de la inducción de «escándalo de la filosofía»4.
Esta desazón es probablemente uno de los motivos de que no falten f iló-
sofos que hayan insistido en que la idea de la relación causal juega solo un
papel insignificante en la ciencia y con el tiempo puede ser e xpulsada para
siempre del conocimiento científico5. No es menester entonces que la filosofía
1Véase Hume 1739, 1. I, P. III, sec. 1 y sec. 14, y en particula r Hume 7 48, sec. IV, P. 1.
2Hume 173 9, 1. I, P. III, sec . 14; Hume 1748, sec. I V, P. 2, y sec. VII, P. 2.
3Para una pa norámica de los esfuerzos por resolver «el prob lema de Hume» véase von
Wright 194 1/1957.
4La expresión es de C. D. Broad en Broad 1926.
5Esto han mantenido filósofos de posturas generales tan diversas como Comte (cfr. c. I, sec.
2) y Collingwood. Comte 1844, P. I, sec. 3: «La revolución fundamental que caracteriza el
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GEORG H. VON WRIGHT
de la ciencia cargue con las dificultades filosóficas de la causación. Bertrand
Russell expuso esta opinión con toda energía en su famoso ensayo «On the
Notion of Ca use». Con su ingenio c aracterístico, Russell escribió: «Todos los
filósofos, de cualquier escuela, imaginan que la causalidad es uno de los axio-
mas o postulados fundamentales de la ciencia, pero, curiosamente, en las cien-
cias avanzadas como la astronomía gravitatoria, la palabra ‘causa’ b rilla por
su ausencia... Creo que la ley d e causalidad, como mucho de lo que se acepta
entre filósofos, es una reliquia del pasado que sobr evive, como ocurre con la
monarquía, tan solo porque se supone erróneamente que no hace da ño6». Y
continúa: «Sin duda, la razón por la que la vie ja ‘le y de causalidad’ ha conti-
nuado durante tanto tiempo invadiendo los libros de los filósofos consiste
simplemente en que la idea de función no es familiar para la mayoría de ellos
y, por lo tanto, pretenden una formulación indebidamente simplificada »7.
Se puede convenir con Russell en que «el principio de causalidad», con
todo lo que representa, carece propiamente de lugar en la ciencia y no consti-
tuye sino una construcción típicamente filosófica. Más discutible es la denun-
cia por parte de Russell de la noción misma de causa. Sus palabras pa recen
sugerir que esta noción es un antepasado precientíf ico del concepto científico
de función.
Se ha alegado, contra Russell, que, aun si los términos «causa» y «efecto»
así como otros elementos de la terminología causal no desempeñan un papel
importante en el lenguaje de las ciencias teóricas avanzadas, las ideas causales
y el pensamiento causal no se hallan en cambio tan fuera de lugar como pudiera
sugerir el desplazamiento terminológico, e.g. de hablar de relaciones «causales»
a hablar de relaciones «funcionales». Como observa Ernest Nagel, la noción de
causa «no solo aparece en el lenguaje ordinario y en las investigaciones rela-
tivas a asuntos humanos llevadas a cabo por economistas, psicólogos sociales
e historiadores, también impregna los informes que los científicos natura les
rinden de sus experiencias en el laboratorio, no menos que las interpretaciones
propuestas por muchos físicos teóricos de su formalismo matemático» 8.
Un destacado filósofo de la ciencia contemporáneo, Patrick Suppes, llega
aún más lejos y dice: «Al contrario de cuando Russell escribió ese ensayo los
términos ‘causalidad’ y ‘causa’ son usados de ordinario y en general por los
físicos en su investigación más avanzada»9.
Esto último, sin embargo, puede ser una exageración. Al procurar deter-
minar la importancia de la causalidad para la ciencia es prudente recordar
vigor de nuestra inteligencia consiste esenci almente en sustituir por doquier la inaccesible
determinación de causas propiamente dichas por la mera investigación de leyes, es decir,
de rela ciones co nstant es existe ntes entr e l os fenóme nos obser vados» . C omte 185 1,
Introduction. Collingwood 1940. p. 327. Cfr. también Donagan 1962, p. 145.
6Russell 1912 /1913, p. 171.
7Ib., p. 184.
8Nagel 1965, p. 12.
9Suppes 1970, p. 5.
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EXPLICACIÓNY COMPRENSIÓN
que la palabra «causa» y los términos causales en general se emplean con una
multitud de significados. No solo median «causas» en asuntos humanos muy
diferentes de las « causas» de acontecimientos naturales, sino que aun dentro
de las ciencias naturale s tampoco es la causalidad una categoría homogénea.
La noción de causa que voy a discutir en este capítulo se halla ligada esencial-
mente a la idea de acción y por consiguiente, en calidad de noción científica,
a la idea de experimento. Figura de modo relevante, pienso, en «los informes
que los científicos naturales rinden de sus expe riencias de laboratorio». De lo
que estoy menos seguro es de si se encuentra involucrada «en las interpreta-
ciones propuestas por muchos físicos teóricos de su formalismo matemático».
La razón de que aun así quiera dar una prioridad básica a esta noción de
causa vinculada a la acción o al experimento consiste en que, además de
ocupar un lugar importante en las ciencias experimentales naturales, parece
representar, en gran medida, un prototipo de la idea de ca usa presente en los
debates filosóficos sobre causación universal, determinismo versus libertad,
interacción de cuerpo y mente, etc. Simpatizo, no obstante, con quienes han
advertido a la manera de Russell o de Nor man Campbell10 que esta noción de
causa no es tan relevante en los cuerpos teóricos avanzados «como la astrono-
mía gravitatoria» y piensan que, en su caso, el p lanteamiento de diversas
relaciones funcionales puede reemplazar con ventaja al planteamiento causal.
Pero, esté o no justificada esta actitud, queda en pie el hecho de que el pensa-
miento causal, como tal, no ha sido desterrado de la ciencia —y de que, en
consecuencia, los problemas filosóficos en torno a la causalidad continúan
siendo centrales en la filosofía de la ciencia—. Su importancia se deja sentir de
manera especialmente aguda en la teoría de la explica ción científica.
El modelo de cobertura legal fue proyectado en su origen como una gene-
ralización de las ideas asociadas a la explicación causal11. Muchos tuvieron la
impresión de que los problemas e specíficos sobre la causación habían dejado
de ser perentorios debido a esta ampliación del horizonte concep tual —justa-
mente como Russell había considerado que la causalidad había perdido inte-
rés filosófico debido a su posible subsunción bajo la categoría más amplia de
relación funcional—. Pero esto es un er ror.
Como ya hemos visto (c. I, sec. 8), la noción de ley involucrada en el
modelo de explicación por subsunción resulta en sí misma problemática. El
planteamiento reciente de estas cue stiones ha puesto de relieve las ideas de
necesidad natural y de conexión nómica . Estas ideas se encuentran a su vez
íntimamente asociadas a las ideas de causa y de efecto, al punto de que sería
conveniente agrupar todas ellas bajo el epígrafe ge neral de la causalidad. La
insistencia en que el modelo de cobertura legal tiene fuerza ex plicativa solo
10 Russell 1912/19 13 y Campbel l 192 1, pp. 49-57 .
11 Cfr. Popper 1935 , se c. 1 2. H empel 1965, sec. 2.3, se ocupa con deta lle de l a re lación
existen te en tre la expl icación causal y la explicac ión subsuntiva de tipo nomológ ico-
deductiva. Según Hempel, toda explicación causal es nomológico-deductiva, pero no toda
explicación nomológic o-deductiva es causal.

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