Teoría marxista-leninista del Estado y el Derecho - Sección 1 - Revolución, marxismo y derecho en Cuba - Libros y Revistas - VLEX 976415025

Teoría marxista-leninista del Estado y el Derecho

AutorFernando Álvarez Tabío
Páginas83-112
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Teoría marxisTa-leninisTa del esTado y el derecho
teorÍa marXista-leninist a del estado Y el derecHo
Fernando Álvarez Tabío
1. el estado Y el derecHo como suPraestructura PolÍ tica Y
jurÍdica
La teoría marxista del Estado y el derecho descansa en la tesis de
sus fundadores sobre la base y la supraestructura, que a su vez no
hace más que aplicar a la vida social la doctrina fundamental del
materialismo dialéctico sobre el ser y la conciencia.
Marx y Engels demostraron que el desarrollo económico de la
sociedad condiciona su desarrollo político y jurídico, y que al cambiar
el régimen económico, sus formas de propiedad, se modica también
la conciencia del hombre, sus ideas y teorías sociales, políticas
y jurídicas. Es decir, que la tesis de la base y la supraestructura se
desprende se desprende de la solución dialéctica materialista dada al
problema de las relaciones entre la conciencia social y el ser social. El
modo de producción forma la base del ser social, lo cual determina las
ideas políticas, jurídicas, religiosas, etc. La estructura económica de la
sociedad, en cada momento histórico, es el cimiento sobre el cual se
erige luego, en última instancia, todo el edicio de las instituciones
políticas y jurídicas.
En el XVIII Brumario de Luis Bonaparte escribió Marx: “Sobre
las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales
de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos,
ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida diversos y
plasmados de un modo peculiar”.
En suma, la teoría de la base y la supraestructura suministra el hilo
conductor para el estudio de todo el conjunto de las relaciones sociales.
Cada supraestructura social vive y actúa fundamentalmente durante
el mismo período histórico en que vive y actúa la base económica que
la ha engendrado. Cada tipo de Estado histórico (esclavista, feudal,
burgués) nace, se desarrolla, degenera y desaparece a la par que el
Publicado en Revista cubana de Jurisprudencia, año 1, no. 2, Distribuidora Nacional de Pub-
licaciones, La Habana, octubre de 1962, pp. 35-56.
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Fernando Álvarez Tabío
modo de producción del cual ha surgido. Así, el hundimiento del
modo esclavista de producción condujo a la aparición del régimen
de producción feudal y a la sustitución del Estado esclavista por
el Estado feudal de la servidumbre de la gleba. Y al convertirse la
clase capitalista en la clase económicamente dirigente, la dominación
política de los señores feudales, de la nobleza, fue sustituida por la
hegemonía política de la burguesía. El Estado feudal desapareció de
la escena dejando el puesto al Estado burgués.
De manera que la supraestructura tiene un carácter de clase, ya
que en toda sociedad dividida en clases antagónicas, cada una posee
sus propias concepciones políticas, jurídicas, losócas, etc. La
clase económicamente dominante es también la clase políticamente
preponderante y adquiere así nuevos medios de mantener sujeta y
explotar a la clase oprimida. Ello se debe a que tiene a su servicio, tanto
los instrumentos del poder político (ejército, policía y burocracia) como
las instituciones ideológicas y los medios materiales de propaganda
y difusión de las ideas (iglesias, escuelas, universidades, imprentas,
periódicos, cinematógrafos, estaciones de televisión, etc.).
Finalmente, la base y la supraestructura se modican no sólo al pasar
de una formación social a otra, sino también dentro de los marcos
de la misma formación. Por ejemplo, Lenin ha demostrado que la
centralización y concentración de la producción capitalista destruye la
libre concurrencia y engendra el capital monopolista, que constituye
la esencia del imperialismo. Este cambio en la base económica
ha determinado a su vez un cambio radical en la supraestructura
política. La democracia burguesa surgida de régimen capitalista de
la libre empresa alentó la ilusión de que ella representaba en verdad
los intereses de todo el pueblo, de toda la nación, ya que en los
siglos XVII y XVIII, tanto la burguesía como todo el pueblo estaban
interesados en la supresión del caduco régimen feudal. Sin embargo, la
democracia burguesa en su fase imperialista constituye simplemente
la fachada que encubre la dictadura de un puñado de magnates del
capitalismo monopolista, quienes mantienen las libertades burguesas,
con todas sus limitaciones, mientras su ejercicio no ponga en peligro
los supuestos esenciales del régimen de privilegio y explotación que
deenden. Tan pronto esto ocurre, no tienen ningún escrúpulo en
desenmascararse y dar libre paso al terrorismo fascista.
Pero es imposible hablar del tema de la base y la supraestructura
sin mencionar el famoso prólogo de Marx a su Crítica de la Economía
Política, escrito en 1859, en el que explica claramente su doctrina:
“Mis estudios profesionales se dedicaban a la jurisprudencia;
pero a esta disciplina jamás le di más que el segundo rango,
después de la losofía y la historia (…). Desde 1842-1843

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