El ordenamiento socialista - Sección 1 - Revolución, marxismo y derecho en Cuba - Libros y Revistas - VLEX 976415034

El ordenamiento socialista

AutorAntonio Sánchez de Bustamante y Montor
Páginas169-198
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El ordEnamiEnto socialista
el ordenamiento socialist a
Antonio Sánchez de Bustamante y Montoro
1. Planteamiento del ProBle ma
Debemos partir de que el marxismo-leninismo es una concepción
integral del mundo que, como decía Lenin,1 “no se puede arrancar
ninguna premisa fundamental, ninguna pieza esencial de esta loso-
fía del marxismo, forjada en acero, de una sola pieza, sin apartarse de
la verdad objetiva, sin caer en la mentira burguesa reaccionaria”, para
deducir de ello los principios aplicables al derecho de la primera fase
de transición del Capitalismo al Comunismo, es decir, de la actual fase
socialista en que se encuentra nuestra patria.
En el XX Congreso del PC (1956) se subrayó que “Los trabajado-
res del frente ideológico (los intelectuales) y de las organizaciones del
Partido deben cuidar, como de las niñas de sus ojos, de la pureza de
la teoría marxista-leninista; sostener una lucha irreconciliable contra
toda manifestación de la ideología burguesa y elevar el temple mar-
xista-leninista de los cuadros”.
La postura que mantuvo Marx y admitió Lenin en relación con la
supervivencia de algunas instituciones jurídicas burguesas en el so-
cialismo, excepto en lo que concierne a todas aquellas instituciones
relativas a la propiedad privada de los medios de producción o inui-
das por ella; que aun indirectamente, fuesen incompatibles con la eta-
pa del orden socialista, está contenida en el siguiente pasaje de Lenin:2
“Marx no sólo tiene en cuenta del modo más preciso la in-
evitable desigualdad de los hombres, sino que tiene también
en cuenta que el solo paso de los medios de producción a
propiedad común de toda la sociedad (el socialismo), en el
sentido corriente de la palabra, no suprime los defectos de
Publicado en Revista cubana de Jurisprudencia, año 2, no. 9, Distribuidora Nacional de Pub-
licaciones, La Habana, noviembre-diciembre de 1963, pp. 13-36.
1 Lenin, Materialismo y Empiriocriticismo, Madrid, s/f, p. 392.
2 Lenin, “El Estado y la Revolución”, Obras Escogidas, tomo III, Buenos Aires, 1964, pp.
288-289.
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Antonio Sánchez de BuStAmAnte y montoro
la distribución y la desigualdad del derecho burgués, el cual
sigue imperando mientras los productos sean distribuidos
según el trabajo”.
“Pero estos defectos –prosigue Marx- son inevitables en la
primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de
la sociedad capitalista, tras largos dolores para su alumbra-
miento. El derecho no puede ser nunca superior a la estruc-
tura económica y al desarrollo cultural, por ella condiciona-
do, de la sociedad”.
“Por tanto, en la primera fase de la sociedad comunista (a
la que suele darse el nombre de socialismo) no se suprime
completamente el derecho burgués; se suprime sólo parcial-
mente, sólo a medida de la transformación económica ya al-
canzada, es decir, sólo en lo que se reere a los medios de
producción. El derecho burgués reconoce la propiedad pri-
vada de los individuos sobre los medios de producción. El
socialismo los convierte en propiedad social. En este sentido
–y sólo en este sentido- desaparece el derecho burgués”.
“Pero este derecho persiste, a pesar de todo, en otra de sus
partes; persiste como regulador para la distribución del tra-
bajo entre los miembros de la sociedad. El que no trabaja,
no come; este principio socialista es ya una realidad; a igual
cantidad de trabajo, igual cantidad de productos; también es
ya una realidad este principio socialista. Sin embargo, esto
no es todavía el comunismo, ni suprime todavía el derecho
burgués, que da una cantidad igual de productos a hombres
que no son iguales y por una cantidad desigual (desigual de
hecho) de trabajo”.
“Esto es un defecto, dice Marx, pero un defecto inevitable
en la primera fase del comunismo, pues, sin caer en utopis-
mo, no se puede pensar que, al derrocar el capitalismo, los
hombres comiencen a trabajar inmediatamente para la socie-
dad, sin sujeción a ninguna norma de derecho; además, la
abolición del capitalismo no sienta de repente tampoco las
premisas económicas para este cambio”.
“Y, entre tanto, persiste todavía la necesidad del Estado que,
velando por la propiedad social sobre los medios de produc-
ción, velará por la igualdad del trabajo y por la igualdad en
la distribución de los productos”.

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