Tentativa de homicidio de un neurótico - Segunda parte - El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico - Libros y Revistas - VLEX 980630931

Tentativa de homicidio de un neurótico

Páginas97-104
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ÍNDICE
III
TENTATIVA DE HOMICIDIO DE UN NEURÓTICO
Una noche del invierno de 1927, alquilaron un cuarto en un hotel, por horas,
de Berlín, Carlos, de veinticinco años de edad, dependiente de comercio, si n em-
pleo, y su amante, sirvienta de profes ión. Cuando ambos se encontraban solos,
Carlos disparó un tiro de revólver sobre ella, hiriéndol a en el cráneo, y sufrió un
desvanecimiento, vuelto del cual pidió auxilio. La Policía le detuvo. Resultó que los
amantes habían decidido suicidarse juntos, reuniéndose aquella noche para ese fin.
Antes habían recorrido bares y establecimientos de diversión y escrito cartas de
despedida El arma fue comprada con dinero de la muchacha. Ya en el trance del
suicidio, después de disparar Carlos sobre ella, no tuvo valor para volver el arma
sobre sí, y prefirió entregarse a las autoridades. La amante quedó tuerta de resultas
del disparo.
Al pa recer, el hecho no tenía móviles manifiestos. Carlos era joven, sano, un
poco aficiona do al alcohol y a las mujeres, pero de un genio ll evadero, por lo
demás. Su madre había muerto siendo él pequeño. Su padre fue oficial, y estuvo en
el frente durante la guerra. Después, por su profesión de ingeniero, estaba siempre
fuera de casa. Carlos había tomado parte, muy joven aún, en la guerra y en la
protección de la s fronteras, después, como soldado. Todo unido había hecho que su
preparación para la vida fuera descuidada y que su suerte luego no fuese muy
lisonjera, Había tenido que hacerse dependiente de comercio, encontrando coloca-
ción con interrupciones. La mayor parte del tiempo estaba sin empleo y vivía del
subsidio de paro y de algunos trabajos ocasionales. Sin embargo, sus tribulaciones
no eran excesivas. La amante, que descendí a de una buena familia de pequeños
burgueses provincia nos, conoció a Carlos hacía algunos meses, y ambos habían
entablado relaciones amorosas. Estaba al ser vicio de una familia en el barrio del
Oeste —barrio de la gente acomodada— en Berlín. Y precisamente era prometida
de un individuo paisa no suyo, con el que los pad res querían casarla. Carlos lo s abía.
Y una vez que le preguntó si no se casaría mejor con él, ella le declaró que tenía
muchas ganas de hacerlo, per o que necesitaba tener una pr ofesión fija para poder
mantenerla, y ser menos aficionado al alcohol y a las faldas. De todas maneras , el
noviazgo pueblerino no fue un obstáculo para la continuaci ón d e la s rela ciones
entre nuestros personajes . Com o él no tenía dinero, era ella la que costeaba los
gastos de los paseos comunes y las localidades de cine. Él lo s oportaba todo, y
aceptaba también la idea de que ella estuviese prometida a otro, pensan do que
tendría que casarse con éste por coacción de sus padres, que, en otro caso, la expul-
sarían de su casa y la desheredarían, y que ella, sin duda, le preferirí a si pudiera
mantener una casa . Sin embargo, empezó a perturbarse el equilibrio entre los aman-

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