Solos en la pandemia
Eran las cuatro de la mañana del jueves 28 de mayo. Luis Silva, un hombre de 75 años que toda su vida condujo camiones, lloraba frente al televisor que informaba que ya había miles de contagios de covid-19. Pero él no prestaba atención a la pantalla. Acababa de cumplir dos meses de confinamiento y llevaba tres días sin poder dormir por la angustia: sentía una presión en el pecho que no lo dejaba respirar bien, tenía palpitaciones y mucha tensión muscular. Nunca antes había estado tanto tiempo sin ejercer el oficio que practicó por cincuenta años. Estaba solo y se sentía desesperado por no saber qué hacer con sus días. Hasta que llegó a un límite. Esa noche estuvo horas pensando en ponerle fin a su vida. "Solo lloraba y lloraba -dice al recordarlo-. Ya no aguantaba más".Al amanecer, en un intento por encontrar alivio, Luis Silva llamó a una radio para contar que tenía pensamientos suicidas. "Se me cayeron las lágrimas y les dije: si sigo con la depresión por estar encerrado, voy a tener que terminarme ", relata. Desde ahí, lo derivaron a FonoMayor, la línea telefónica del Gobierno a la cual pueden acudir las personas de la tercera edad que necesitan apoyo psicológico. "Su llamada fue de angustia, de quien está en un lugar con bastante neblina y le cuesta ver con claridad -recuerda Eduardo Guzmán, el psicólogo que lo atendió-. Contó que no hallaba más salida a su sufrimiento". Luego de hablar con él durante horas, consiguió que abandonara la idea. Pero Guzmán sabe que sin una terapia ni las herramientas psicológicas necesarias en cualquier instante podría detonar una nueva crisis.En las llamadas a FonoMayor, los psicólogos indagan en los malestares urgentes de la persona. En el caso de Luis Silva, Guzmán identificó que era el no poder seguir trabajando. Su angustia ante la imposibilidad de ejercer su oficio la comparten muchos hombres que recurren a la línea. En abril, los profesionales atendieron a un adulto mayor con riesgo suicida que prestaba servicios de albañilería en una municipalidad y que fue despedido por la pandemia. "Estaba separado hace muchos años, tenía poca conexión con sus hijos y estaba muy solo. Sentía muchas ganas de trabajar y seguir teniendo recursos. No solo había esta sensación de que ya no sirvo, sino además de que me dejaron sin trabajo", explica Susana Rojas, la psicóloga que habló con él. Ella también atendió a un hombre mayor que tenía un puesto en una feria, a quien le informaron que no le iban a renovar la patente que le permitía trabajar. "En ese momento el hombre colapsó, y fue un caso que entró urgente a la línea porque estaba amenazando con matarse en ese preciso instante", cuenta.Quienes atienden las llamadas a FonoMayor son psicólogos de la Fundación Míranos, que se dedica a la prevención del suicidio en este grupo etario. Su presidenta, Ana Paula Vieira, cuenta que en los primeros seis meses de pandemia atendieron a 900 personas mayores y 200 familiares y cuidadores. Una de cada dos personas manifestó síntomas de deterioro en salud mental, como angustia, trastornos del sueño, crisis de ansiedad o de pánico. Casi 90 llamaron por conductas suicidas, como Luis Silva. No es posible comparar estas cifras con lo que ocurría antes de marzo, porque la línea amplió su horario de atención, pero los profesionales estiman que han recibido el doble de llamadas relacionadas con suicidios y que la intensidad también ha cambiado: antes los contactaban porque estaban pensando en la muerte. Ahora varios lo hacen con un plan de cómo cometer el acto.Los especialistas coinciden en que la pandemia ha intensificado una crisis de salud mental que ya existía en el país. Los...
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