Silencio religioso para un héroe descalzo - 9 de Diciembre de 2012 - El Mercurio - Noticias - VLEX 410079462

Silencio religioso para un héroe descalzo

Ya no hay vuelta atrás con esto de reinterpretar las óperas. El punto es que hay que hacerlo bien, con fundamentos serios, y saber poner esa idea en escena. En este caso, puede haber dudas respecto de la opción, pero el trabajo está bien realizado.

El director escénico Claus Guth cuestiona los hechos descritos y, por lo tanto, la historia parece otra. Nos ubica no en un mundo de leyenda sino entre los años 1845 y 1848, cuando la ópera fue compuesta, en momentos en que nacía el capitalismo y también el comunismo. Christian Schmidt , quien firma escenografía y vestuario, diseña un edificio de tres plantas de atmósfera claustrofóbica, en cuyo patio central se encuentra la naturaleza (representada por el árbol y luego por el agua) y el arte (un piano).

En estos tiempos de cambios extremos, con una guerra a las puertas, todo se organiza racionalmente y el mundo registra y cataloga todo, pero la colectividad necesita algo más que razón y sólo alguien que venga de afuera, un alma virgen, puede satisfacer esa aspiración. Lohengrin es esa persona, pero nadie contaba con la propia historia de este héroe, que ha sido enviado muchas veces a salvar a alguien y que no ha sido capaz de encontrar su propia identidad. Los demás ven cosas en él, pero ¿qué ve él de sí mismo...? Se trata de un héroe frágil en extremo, que al enamorarse pierde en cierto sentido su divinidad.

Claus Guth estructura un abigarrado psicodrama e indaga en la mente y los sueños de Elsa , la mujer salvada y amada, sembrando la duda sobre ella. ¿Es culpable, acaso? Su planteamiento es denso, y no ahorra detalles para exponerlo. Se puede ver a los niños Elsa y Gottfried siguiendo el féretro de su padre; luego a Elsa tomando clases de piano que le dicta la propia Ortrud vestida como Cósima Liszt; el cisne no existe físicamente, aunque la llegada de Lohengrin permite pensar que él mismo es el cisne que llega a Brabante en estado embrionario.

En lo visual, el momento de mayor impacto es el del matrimonio, con los caballeros invitados de esmoquin, extendiendo ellos mismos una gran alfombra roja sobre la cual se enfrentarán "el cisne blanco" (Elsa) y el "cisne negro" (Ortrud), en metáfora de cómo es la propia burguesía la que conducirá al comunismo.

Sólo un...

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