Los reciclados relatos del terror y el miedo - Antiterrorismo. Respuestas Penales y Criminológicas en el Estado de Derecho - Libros y Revistas - VLEX 1025974824

Los reciclados relatos del terror y el miedo

AutorMatías Bailone
Cargo del AutorProfesor Adjunto de Derecho Penal y Criminología de La Facultad de Derecho de La Universidad de Buenos Aires
Páginas15-72
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Antiterrorismo. respuestAs penAles
y CriminológiCAs en el estAdo de de reCho
los reciclados relatos de l terror y el miedo
“Cuando los medios estadounidenses reprochaban a las poblaciones
de países extranjeros no demostrar suciente simpatía por la
víctimas de los ataques del 11 de septiembre estuve tentado a
responderles con las palabras que Robespierre dirigió a aquellos que
se lamentaban por las víctimas inocentes del terror revolucionario:
‘Dejad de sacudir ante mi rostro el manto ensangrentado del tirano
o creeré que deseáis encadenarme a Roma’.”
slAvoj ZiZek, “El manto ensangrentado del tirano”.1
1. la revuelta de los ciPayos
La imagen inmovilizante de las torres gemelas de Nueva York y
los bombardeos a Afganistán abrieron una nueva época histórica, no
tanto por estos últimos, que repiten una escena ya familiarizada para
todos nosotros -que el imperio imponga la destrucción y las masacres
como parte de su política exterior-, sino por la invasión bárbara del
espacio civilizado2. El World Trade Center era el máximo exponente
de la tecnología y la seguridad, y su caída convirtió de repente al
espacio civilizado en ‘tercermundial’ (third-worldish). “Se pudo gozar
del espectáculo de un poder invadido”, decía el criminólogo Wayne
1 Zizek, Slavoj: “Sobre la violencia”, Paidós, Barcelona, 2010. p. 12.
2 “Se propusieron generar al menos tres tipos de efectos: daños materiales, un impacto
simbólico y un gran impacto mediático. Los daños materiales ya se saben: destrucción de
unas 3.000 vidas humanas, las dos torres del World Trade Center, un ala del Pentágono, y
si el cuarto avión no se hubiera estrellado en Pensilvania, la Casa Blanca. Es evidente sin
embargo que estas depredaciones no apuntaban a un objetivo principal. Porque entonces
los aviones se hubieran dirigido por ejemplo a centrales nucleares o embalses, provocan-
do devastaciones apocalípticas, con decenas de miles de muertos (en esa oportunidad se
supo que ni las centrales nucleares ni los embalses están construidos a prueba de avio-
nes-bomba). El segundo objetivo apuntaba a impactar en la imaginación, envileciendo,
ofendiendo y degradando los principales signos de la grandeza de Estados Unidos, los
símbolos de su hegemonía imperial en materia económica (el World Trade Center), mi-
litar (el Pentágono) y política (la Casa Blanca). Menos destacado que los dos anteriores,
el tercer objetivo era de orden mediático que sólo demostraba el narcicismo de Osama
Bin Laden”. Ramonet, Ignacio: “El nuevo rostro del mundo”, Le monde diplomatique,
diciembre de 2001.p.24.
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Matías Bailone
Morrison3, cuando en realidad era un poder legitimado a desatar un
inerno. La respuesta del imperio herido fue la apertura de una época
de guerra innita y guerra preventiva, que hizo asumir a Estados
Unidos –como señaló Fidel Castro- “el papel de amo y gendarme del
mundo”4.
Una resolución aprobada por el congreso estadounidense una
semana después de los atentados autorizaba al ejecutivo el uso de
la fuerza contra los responsables de los ataques5. El presidente Bush
iniciaba, justicado por el poder legislativo, veintiún días después
una operación militar en Afganistán que, en apenas unos meses,
ponía n al régimen talibán en dicho país. No obstante, el Presidente
de Estados Unidos advirtió el mismo día del inicio de las hostilidades
que la operación “Libertad duradera” en Afganistán no era más
que una parte de un conicto más amplio, y desde entonces han
sido numerosos los pronunciamientos de altos responsables de la
administración norteamericana en los cuales se habla de una guerra
global contra el terrorismo6.
A más de una década de los ataques neoyorquinos, aún Estados
Unidos mantiene su imperio del terror sobre gran parte del mundo, el
miedo se apoderó de nuestras realidades cotidianas, y las víctimas de
las torres gemelas y del resto del mundo aún esperan justicia, verdad
y memoria. No hay fragmento de la vida política e institucional del
3 Morrison, Wayne: “Criminology, Civilisation and the New World Order”, Routledge-Cav-
endish, Oxon,2006.
4 Castro Ruz, Fidel: Discurso de clausura, en Borón, Atilio: “Nueva hegemonía mundial”,
Buenos Aires, Clacso, 2004. p. 189.
5 De conformidad con dicha resolución se autoriza al Presidente a “utilizar toda la fuerza
necesaria y apropiada contra aquellas naciones, organizaciones o personas que (el pro-
pio Presidente) determine que han planeado, cometido o ayudado a cometer los ataques
terroristas ocurridos el 11 de septiembre de 2001, o que han dado refugio a tales orga-
nizaciones o personas, con el n de prevenir cualesquiera actos futuros de terrorismo
internacional contra los Estados Unidos por tales naciones, organizaciones o personas”.
Joint Resolution to Authorize the Use of United States Armed Forces Against those Re-
sponsable for the Recent Attacks Launched Against the United States, Sect. 2, Sept. 18,
2001. Disponible en International Legal Materials, vol. 40 (2001), p. 1282.
6 La orden militar por la que se decretaba la creación de comisiones militares para el enjui-
ciamiento de los individuos implicados en actos de terrorismo internacional (infra nota
47), ya comenzaba armando que los ataques terroristas contra Estados Unidos “han
creado un estado de conicto armado que exige el empleo de las Fuerzas Armadas de
Estados Unidos” (Sect. 1.a). La política antiterrorista estadounidense ha buscado así de-
liberadamente situarse en un escenario casi de excepción basado en la aceptación de que
la amenaza a afrontar es la propia de un conicto bélico. Al respecto, resulta ilustrativo
el documento publicado por la Casa Blanca en septiembre de 2003, “National Strategy
for Combating Terrorism”, disponible en http://www.whitehouse.gov/news/relea-
ses/2003/02/counter_terrorism/counter_terrorism_strategy.pdf
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mundo entero que no haya sido resignicado en la guerra contra el
terrorismo.
¿Por qué sucedió esto? Un antiguo agente de la inteligencia
norteamericana escribió un libro en los años cincuenta donde explica
las razones del odio al imperio, y donde dice que a raíz de lo que
Estados Unidos ya en esa época le había hecho al mundo en materia
de política exterior, era sólo cuestión de tiempo para que un grupo de
víctimas decidan tomar justicia por mano propia. El autor es Chalmers
Johnson y el libro se llama “Blowback: the costs and consequences of
American Empire”. “Contragolpe –profetizaba Johnson- es una forma
abreviada de decir que una nación cosecha lo que siembra, incluso
aunque no sepa o no entienda plenamente lo que ha sembrado. Dada
su riqueza y su poder, Estados Unidos será en un futuro predecible
uno de los primeros receptores de todas las formas más esperables de
contragolpe”7.
Marx decía que en la historia humana hay algo que se parece a un
castigo, y constituye una regla del castigo histórico que su instrumento
sea forjado no por los oprimidos, sino por el opresor mismo. El
apoyo y el entrenamiento estadounidense a los yihadistas árabes que
luchaban contra los soviéticos, le llevó a decir al consejero del gobierno
de Carter, Zbigniew Brzezinski: “¿qué son unos pocos musulmanes
agitados comparados con el derrocamiento del imperio soviético?”8.
Hoy, el castigo histórico del que hablaba Marx en referencia a la
‘revuelta de los cipayos’ (1857-1858) durante la cual las unidades
indígenas –cipayos- del ejército británico de la India se amotinaron
contra sus ociales, se maniesta en el hecho de que Estados Unidos es
“responsable del mal que se incubaba y de las dimensiones colosales
que ha permitido que adquiriera”9.
La maldición del Dr. Frankenstein, de que la obra se vuelva contra
su amo, de que el dispositivo de combate con el cual se precipitó la
caída soviética sea luego el elemento que ataca a su antiguo amo en
su propia casa. Que los cipayos descubran su naturaleza errática y
mercenaria, que adquieran conciencia de pertenencia a los márgenes
olvidados del imperio, y que se vuelvan instrumentos de una lucha
asimétrica y global, es todo fruto del accionar activo y omisivo de los
Estados Unidos.
7 Johnson, Chalmers Ashby: “Blowback: The Costs and Consequences of American Em-
pire” (2000, rev. 2004) Citado por Ali, Tariq: “Una autobiografía de los sesenta. Años
de lucha en la calle”, Foca, Madrid, 2008. p. 29, y Ali, Tariq / Stone, Oliver: “La historia
oculta”, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012. P. 127.
8 Ali, Tariq / Stone, Oliver: op. cit. p. 129.
9 Marx, Karl: “The Indian Revolt”, New York Daily Tribune, 16 de septiembre de 1857, en
Marx Engels on Britain, Foreign Languages Publishing House, Moscú, 1953, p. 449 – 450.

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