Presentación
| Autor | Santiago Sentís Melendo |
| Páginas | 9-12 |
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN
¿Sentencia errónea o sentencia injusta? «Fehlurteil» debe traducirse por la pri-
mera de esas expresiones; Fehl es el error, la equivocación; y cuando una sentencia es
injusta o arbitraria, no se apoya, en muchas ocasiones, en un error o en una equivoca-
ción sino en un propósito deliberado, meditado, de resolver en aquel sentido, con plena
conciencia de que la justicia marcha en sentido contrario. La sentencia errónea es
injusta porque el error determina ese resultado injusto; pero no hay el deliberado
propósito de cometer una injusticia; también la sentencia venal es injusta, y lo es en el
grado máximo, pero no se debe calificar de errónea, porque ningún error se ha cometi-
do al pronunciarla, al presentar los hechos apreciándolos en forma que no corresponda
a la realidad, o al aplicar el derecho en forma inadecuada o incorrecta. El error es
involuntario; no hay un propósito de incurrir en error, porque si existe el propósito la
erroneidad desaparece.
Pero el idioma nos obliga a esa traducción literal; sin que por ello debamos dejar
de admitir, ya en esta Presentación, que varias de las sentencias examinadas, varios
de los’ casos, representan la sentencia injusta, el resultado querido, a conciencia de su
injusticia.
Lo que diferencia este libro de otros que en el mundo se han escrito sobre senten-
cias erróneas o, para emplear una expresión más corriente, sobre errores judiciales, es
su carácter absolutamente científico. Todo el esfuerzo del autor se dirige a establecer la
posibilidad de que el error no se produzca; y también a que, producido, pueda ponérsele
remedio. La sentencia errónea pocas veces se produce por una equivocada aplicación
del derecho al hecho o subsunción del hecho bajo la norma. Suele tener lugar por una
equivocada contemplación de los hechos; por una defectuosa apreciación de la prueba.
El autor quiere que esos defectos de apreciación se eviten; y que si, desgraciadamente,
no se han evitado, y han producido una sentencia errónea y , como tal, injusta, se
pongan en práctica los remedios que la ley permite.
Las sentencias erróneas que se examinan pertenecen, todas ellas, al campo del
proceso penal; pero no es diferente la situación en el del proceso civil: unas y otras
sentencias se c onstruyen de la misma manera y con los mismos elementos, y tienen
idénticas arquitecturas; juzgar sobre un homicidio o sobre un usufructo son fenómenos
similares: se trata de establecer lo que ha ocurrido, sentar unos datos de hecho y
subsumirlos, como premisa menor, en una norma que constituye la premisa mayor del
famoso silogismo judicial, respecto del cual la dificultad estriba en construir, acaso sin
damos cuenta, los múltiples silogismos que nos van a hacer falta para llegar a aquella
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