Prefacio
Autor | François Laurent |
Cargo del Autor | Profesor de Derecho Civil en la Universidad de Gante |
Páginas | 11-11 |
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ÍNDICE
PREFACIO
La primera edición de mis Principios de Derecho Civil apareció en los años de
1869 y siguientes.
Durante el curso de la publicación ha sido necesario hacer varias reimpresiones;
pero no por eso he hecho cambio alguno en la edición primitiva.
La presente edición es igualmente una reproducción textual d e la primera.
En mi concepto, la obra debe permanecer tal como está, salvo el caso en que
haya que agregársele un suplemento cuando se revise el Código Napoleón. Encar-
gado del trabajo preparatorio de esa revisión, completaré mi Tratado de los Prin ci-
pios, con algunos volú menes suplementarios. El Códig o Ci vil b elga no será un
código nuevo; será el código francé s rev isado. Los cambios que se hagan en la
legislación francesa no modificarán en manera alguna los principios expuestos por
mí. En la introd ucción al Curso elementa l de derecho civil, he resu mido estos
principios; a esa introducción remito al lector. Demasiado severa se ha encontrado
esta introducción. Se ha dicho que critico a todos los autores, y que a ninguno
concedo gracia, con excepción de M. Colmet de Santerre, el continua dor de Demante.
Eso no es exacto. Mi crítica no se dirige a las personas, sino al método, a los
principios. Predico y practico el respeto a la ley; no la aplicación judaica del texto,
sino el texto explicado por la tradición y las causas. Y cuando el texto es claro, me
atengo a él sin doblegarme ante ninguna autoridad, porque la más grande de todas es
la del legislador. Cuando ha hablado este no queda a los intérpretes más que obede-
cer. Si encuentran que la ley es mala, son libres de criticarla, pero no tienen derecho
para cambiarla, so pretexto de interpretarla. Esto es, empero, lo que hacen demasiado
frecuentemente los tribunales y los autores. Siempre que encuentro una de esas falsas
interpretaciones, la discuto y la critico dando para ello mis razones. Si me engaño,
hay un medio muy sencillo de sacarme de mi error, y es probarme que he incurrido
en él: yo seré el primero en reconocerlo. Pero no es refutar mi crítica decir que es
demasiado severa. Esto es una afirmación, y en derecho no basta afirmar, se prueba.
¿Es el verdadero método el sistema de interpretación que propongo y que he segui-
do? Esa es toda la cuestión. Estúdiense una por una las soluciones que doy, y analícense
bajo el punto de vista de la doctrina y de la jurisprudencia. Si esta inquisición demuestra
que mis soluciones son malas, no tendré nada que decir; pero si son buenas, es preciso
aprobar el método. No me refiero a algunos errores; todos nos engañamos; nadie es
infalible. Estos errores no serían más que ligerezas que hablarían en mi contra, lo cual
importa poco; y no se refirman a mi principio de interpretación, que es lo esencial.
¿No es verdad que el respeto al texto da solo a la ciencia del derecho una base sólida,
mientras que la interpretación que se aparta del texto hace incierta nuestra ciencia y vuelve
arbitraria la aplicación de las leyes? La respuesta a ésta pregunta será mi justificación.
Gante, 1º de diciembre de 1879
FRANÇOIS LAURENT
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