Modifica el Código Sanitario y la ley N°20.584, que Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud, para exigir la más amplia información respecto de los efectos adversos o secundarios de los psicofármacos, especialmente respecto de menores de edad - Proyectos de Ley - Iniciativas legislativas - VLEX 914496383

Modifica el Código Sanitario y la ley N°20.584, que Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud, para exigir la más amplia información respecto de los efectos adversos o secundarios de los psicofármacos, especialmente respecto de menores de edad

Fecha29 Enero 2020
Número de Iniciativa13242-11
Fecha de registro29 Enero 2020
EtapaPrimer trámite constitucional (C.Diputados) Primer informe de comisión de Salud
Autor de la iniciativaÁlvarez Ramírez, Sebastián, Celis Araya, Ricardo, Crispi Serrano, Miguel, Girardi Lavín, Cristina, Ibáñez Cotroneo, Diego, Labra Sepúlveda, Amaro, Macaya Danús, Javier, Ossandón Irarrázabal, Ximena, Rosas Barrientos, Patricio, Verdessi Belemmi, Daniel
Tipo de proyectoProyecto de ley
Cámara Legislativa de OrigenCámara de Diputados,Moción



Modifica el Código Sanitario y la ley N°20.584, que Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud, para exigir la más amplia información respecto de los efectos adversos o secundarios de los psicofármacos, especialmente respecto de menores de edad


Boletín N° 13242-11


De conformidad a lo dispuesto en los artículos 63 y 65 de la Constitución Política de la República, lo prevenido en la ley Nº 18.918 Orgánica Constitucional del Congreso Nacional y lo establecido en el reglamento de la H. Cámara de Diputados y conforme los fundamentos que se reproducen a continuación vengo en presentar la siguiente moción.


Introducción


La salud mental se ha convertido en un tema preocupante y urgente a nivel global. Diversas autoridades y organizaciones a distintos niveles realizan análisis sobre los posibles impactos y alcances causados por los trastornos mentales en nuestra sociedad. Por ejemplo, se estima que todos los trastornos de salud mental representan un 13% de la carga total de morbilidad en el mundo1. Llegándose a calcular que el impacto mundial de las pérdidas económicas producto de los trastornos mentales fue de U$ 16,3 billones entre el 2011 y 20302. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los diferentes Estados y organizaciones, existen algunos problemas en cómo los servicios de salud abordan la problemática de salud mental, habiendo, entre otras, dos consecuencias problemáticas: el eventual sobrediagnóstico de trastornos3 y los efectos adversos por el uso de psicofármacos.


Un caso de gran debate científico en el mundo es el trastorno de Hiperactividad y Déficit Atencional, conocido generalmente como TDAH. Dada las diversas formas y criterios que se utilizan para diagnosticarlo y tratarlo, existe actualmente una preocupación por el aumento de la prescripción de psicoestimulantes a niñas, niños y adolescentes, que probablemente no lo necesiten4. Y esto es desconcertante, pues, actualmente existen tasas crecientes de prescripción de Metilfenidato; medicamento recomendado para este trastorno, acompañadas de un aumento asociado de intoxicación producto de su uso5. Además, se ha descrito una alta tasa de sobrediagnóstico en países en desarrollo6.


Por esta razón, dada la complejidad emocional y del comportamiento de las niñas, niños y adolescentes, se recomienda, antes de la medicación, explorar evaluaciones comprensivas con alternativas de tratamiento. Entre ellas, incluir aproximaciones llamadas multimodales, que



permiten incorporar tratamientos no centrados en los medicamentos, y que son una alternativa que se invita a incorporar. Su objetivo es prevenir el sobrediagnóstico y exponer innecesariamente a la población de menores al consumo de un medicamento que no necesitan y que les puede causar daños7.


Sin embargo, otro problema que conecta con esta llamada de atención producto del sobrediagnóstico, son los efectos adversos de los medicamentos usados en este campo. Estos medicamentos definidos como psicofármacos, han sido estudiados debido a sus efectos adversos por los expertos. En este sentido, existen tratados y recomendaciones sobre su manejo en los pacientes, especificando los efectos adversos de cada uno de los psicofármacos empleados8. En otras palabras, no es un tema desconocido para los profesionales de la salud mental.


Ahora bien, entre los efectos que podemos mencionar, encontramos aumento del riesgo de accidente cardiovascular y arritmia9. Por otro lado, aumento de niveles del colesterol, de peso y presión arterial; conocidos como síndrome metabólico. Además, están descritos trastornos del sueño, disfunciones sexuales y tal vez uno de los más problemáticos, lo compone la disquinesia tardía, que comprende lo denominado como síndrome extrapiramidal. Es decir, un conjunto de alteraciones motoras que el paciente no puede controlar, entre ellas, espasmos y rigidez de algunas secciones de su cuerpo10. Tampoco podemos olvidar mencionar que uno de los efectos adversos más problemáticos descritos por el uso de psicofármacos es la ideación suicida y el aumento del riesgo del acto suicida11.


Ante este panorama, se han investigado y creado instancias que permitan mitigar los posibles daños. Una de esas acciones se configura en lo que se conoce como Farmacovigilancia. Corresponde a los espacios de educación en salud, específicamente para el uso de estos medicamentos, provisto por los mismos profesionales de salud durante la consulta. En dicha instancia, los profesionales pueden explicar los potenciales problemas y daños a los que están expuestos por el uso de los psicofármacos. Sin embargo, la escasez de profesionales para desempeñarse el área, que es una preocupación que la OMS llama a los Estados a resolver12 y la sobredemanda de atención en salud mental, hacen que las condiciones para desarrollar una farmacovigilancia adecuada, no puedan establecerse como corresponden planes de farmacovigilancia eficientes, lo reflejan las tasas de intoxicaciones. Estudios realizados en nuestro país por el Centro de Información Toxicológica de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CITUC), muestran que los medicamentos son el agente que produce mayor tasa de intoxicación. Además, dichos medicamentos son en su mayoría psicofármacos disponibles en






los hogares de las personas, a través de la prescripción médica. Y en particular, la población más afectada fueron niños menores de 6 años1314.


Entonces, en el contexto del eventual sobrediagnóstico de trastornos de salud mental en la infancia, como lo es el TDAH, la posibilidad de exponer a un niño, niña y/o adolescente a los efectos adversos de los psicotrópicos innecesariamente puede ocurrir. En particular, en nuestro país esta misma población se encuentra expuesta a intoxicarse producto de la ingesta de uno de estos medicamentos, ya que se encuentran disponibles en sus hogares u otros lugares producto de la prescripción médica. Además, dada la escasez de profesionales de salud mental, no es posible implementar adecuadamente planes de farmacovigilancia robustos, que adviertan y prevengan los posibles daños ante el uso de psicofármacos. Por lo tanto, se hace necesario fortalecer los mecanismos que pongan en alerta a los adultos responsables de los menores, ante los efectos adversos que pueden producirse por el uso de estos medicamentos. En otros términos, es urgente crear las instancias que permitan a los adultos acceder a la información por otras vías, de modo que puedan incorporar a los conocimientos necesarios que eviten el uso indiscriminado y adviertan sobre las posibles consecuencias del uso de psicofármacos.


ANTECEDENTES


La Asociación Americana de Psiquiatría define Trastorno Mental como “un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente, los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes”15. Mientras a nivel mundial la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuantifica en aproximadamente un 20% el total de niños, niñas y adolescentes que experimentan problemas de salud mental16, en Chile la cifra asciende a 22,5%17 respecto a la presencia de trastornos mentales en la infancia y adolescencia.


Tanto desde la práctica como desde el Plan Nacional de Salud Mental 2017-202518 (en actual vigencia), un rol importante de la tecnología sanitaria lo constituyen los medicamentos. Aquellos utilizados específicamente en el ámbito de los trastornos de salud mental son denominados Psicofármacos – lo que es distinto a aquello que el Gobierno de Chile entiende por Psicotrópico y por Estupefaciente. El Gobierno de Chile entiende por psicofármacos aquellas “sustancias químicas que actúan sobre el sistema nervioso central y que se usan para




el tratamiento de los trastornos de la salud mental”19. Mientras, un psicotrópico es comprendido por la legislación chilena como “toda solución o mezcla en cualquier estado físico, que contenga una o más sustancias psicotrópicas incluidas en las Listas (I, II, IIIy IV) del Reglamento de productos psicotrópicos20.Finalmente, un estupefaciente es entendido como toda solución o mezcla, en cualquier estado físico, que contenga una o más sustancias estupefacientes incluidas en las Listas (I y II) del Reglamento de Estupefacientes (Decreto Supremo N° 404 de 1983 del Ministerio de Salud de Chile).


En el caso de personas diagnosticadas con algún trastorno psiquiátrico, el uso de psicofármacos busca modificar positivamente sus acciones y relaciones interpersonales, mejorando así su bienestar. Las principales categorías para las medicaciones psicotrópicas desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) son antipsicóticos, antidepresivos, estabilizadores del ánimo y antiepilépticos21.


A nivel internacional, el consumo de psicofármacos se ha incrementado tanto en niños22 como en adolescentes2324 en las pasadas décadas. Por otra...

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