Marco teórico de la filosofía del derecho de santo Tomás de Aquino - Núm. 11, Diciembre 2011 - Revista Corpus Iuris Regionis - Libros y Revistas - VLEX 693945933

Marco teórico de la filosofía del derecho de santo Tomás de Aquino

AutorJosé Barbón Lacambra
CargoUniversidad de Buenos Aires
Páginas207-238
207
Corpus Iuris Regionis.
Revista Jurídica Regional y Subregional Andina 11
(Iquique, Chile, 2011) pp. 207-238
MARCO TEÓRICO DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO
DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
J A B L
Universidad de Buenos Aires
I.- Presentación. II.- La necesaria concordancia entre fe y razón. La Filosofía y
los mitos. Los caminos de la concordancia. Los apologetas. El siglo XII. Santo Tomás de
Aquino. III.- La fi losofía del sentido común. Filosofía del ser. Lo revelable. El acto de ser.
Conocimiento especulativo y conocimiento práctico. La dialéctica tomista. IV.- La iusfi losofía
tomista. Metafísica y derecho. Analogía y derecho. a) Analogía de atribución intrínseca. b)
Analogía de atribución extrínseca. Ipsa res iusta. El derecho fundamenta el acto de justicia.
IV.- El derecho es lo justo.
I. PRESENTACIÓN
El objeto del presente trabajo es ofrecer una visión personal sobre el pensamiento
de Santo Tomás de Aquino en relación al Derecho. Trataremos de poner claramente de
manifi esto, como ya lo han hecho otros antes1, cuál es el real alcance de su concepción, la
cual está muy lejos de ser identifi cada pura y simplemente con el llamado Iusnaturalismo
Teológico.
Entendemos que el principal problema del abordaje a Santo Tomás de Aquino radica
en el olvido de las cuestiones centrales de su fi losofía; la cual, si bien se encuentra fundida
1 V, Michel, El pensamiento jus-filosófico de Aristóteles y Santo Tomás, Carlos Raúl Sanz y Silvia De Nápoli
(Trads.), Editorial Ghersi (Buenos Aires, 1981); y S, Carlos Raúl, Sobre esto y aquello, Editorial Teodicea (Buenos
Aires, 2009). Estimamos pertinente la aclaración toda vez que existen otros autores que se enrolan en un tomismo
que no consideramos fiel a las enseñanzas del Angélico.
R
Esta presentación discurre sobre los conceptos
teóricos centrales que constituyen la fi losofía de
Santo Tomás de Aquino, en clave realista, es de-
cir, desde una metafísica del ser, sin contradic-
ción entre razón y fe, y cómo a partir de estos
elementos teóricos se desarrolla su fi losofía del
derecho, desde la cual se defi ne y se conceptualiza
al derecho y a su objeto, como lo justo, funda-
mento del acto de justicia.
P : Razón, fe, fi losofía, ser, esencia,
tomismo, derecho, justicia.
ABSTRACT
is presentation elaborates on the core theoretical
Concepts tahat from philosophy of St.  omas Aqui-
nas, in realistic key, from a methaphisics of being,
without contradiction between reason and faith
and, from these theoretical elements developed his
jurisprudence, from which is de ned and concep-
tualized the law and its purpose, as fair, basis for
the act of justice.
KEY WORDS: Reason, faith, philosophy, being, essen-
ce,  omism, law, justice.
208 B L, José / Marco teórico de la fi losofía del derecho de santo Tomás de Aquino.
Corpus Iuris Regionis. Revista Jurídica Regional y Subregional Andina 11 (2011) pp. 207-238
en su teología, no signifi ca que carezca del rigor que merece, como tampoco implica una
degradación de la razón frente a la fe, sino lo contrario.
Debido a que las ideas del Angélico son tratadas en obras fundamentalmente
teológicas y, en menor medida, fi losófi cas, entendemos oportuno hacer algo más que una
mera introducción al tema que nos ocupa.
II.- LA NECESARIA CONCORDANCIA ENTRE FE Y RAZÓN
Cuando alguien quiere hacer gala de un cierto grado de intelectualidad, presumiendo
frente a terceros de estar integrado en el mundo, lo mejor que puede hacer a la hora de
descalifi car a otros, es dedicarle una sola palabra: medieval, que aún hoy, incluso en el
lenguaje común2, es tenido por un califi cativo bastante despectivo; hasta casi se podría tomar
como un insulto. El motivo era (y es) que todo lo referente al período histórico que, según
se enseña, transcurre entre la caída del Imperio Romano de Occidente y el descubrimiento
de América fue intrascendente. Nada importante había ocurrido, diez siglos después todo
estaba por pensarse; más bien fue un preludio de lo que vendría con el Renacimiento.
Y ese renacer en el pensamiento lo daría Descartes. Hegel dice, cual si fuera Rodrigo
de Triana, que la aparición de este fi lósofo, fue algo así como gritar Tierra. Ejemplo bastante
más gráfi co de lo que, equivocadamente, se piensa3 que fue la fi losofía durante esa época.
Pero hay otra palabra. Una con la cual se puede caracterizar a toda la fi losofía medieval,
que encierra en la composición armónica, no arbitraria, de sus letras la forma en que se la
pensaba y el método en que se desarrolló; una palabra que nos permite captar y entender a la
losofía de ese momento histórico. Escolástica, término que nos habla de una concordancia
o coordinación entre fe y razón, por haber sido esa la tarea que se impusieron los amantes de
la sabiduría en la Edad Media. Demostrar la no contradicción y, sí, la complementariedad
entre lo que se cree y lo que se piensa; dando un lugar signifi cativamente relevante y original
(por la importancia) a la razón en relación con la fe. Lo cual por otra parte, como veremos más
adelante, no puede ser de otra manera, puesto que el término fi losofía, según la etimología
griega, signifi ca amor a la sabiduría. Y lo que se sabe, en cierto modo, no puede creerse.
“Conjuga en cuanto puedas, la fe con la razón”, tales fueron las palabras que Boecio
(quien dio comienzo a la escolástica, si es que cabe adjudicar a alguien el inicio de esta
manera de fi losofar) dirigió al papa Juan I. Tal cometido fue ejecutado de manera acabada y
perfecta, por Santo Tomás de Aquino4. Este fraile mendicante, perteneciente a la orden de los
2 Téngase en cuenta que incluso cuando queremos decir que alguien no cuenta con los mínimos elementos que
la modernidad nos ofrece, solemos decir “se quedó en la Edad Media”, con mucha más habitualidad que respecto de
otros períodos históricos anteriores.
3 Decimos que se piensa, porque basta echar una ojeada a ciertas Clases Magistrales que formaron parte
de un Suplemento de Filosofía del diario Página 12, publicado a lo largo del año 2006, el cual comienza por
Descartes. Lamentablemente, se desconoce el carácter profundamente religioso y devoto de este filósofo, haciéndolo
pasar como una suerte de desenmascarador del pensamiento teocéntrico. Étienne Gilson citando Hamelin dice que
se lo “coloca después de los antiguos, casi como si nada hubiese entre ellos y él, con excepción de los físicos”, en El
espíritu de la filosofía medieval, Ricardo Anaya (Trad.), Emecé Editores (Buenos Aires, 1952), p. 22.
4 “… se hace necesario recurrir a la razón natural, a la cual todos se ven obligados a asentir, pero que sin
embargo es insuficiente en las cosas divinas. Y al mismo tiempo que investigamos con verdad, mostraremos cuáles
son los errores que ella excluye, y de qué modo la verdad demostrada está de acuerdo con la fe de la religión cristiana”.
 A, Santo Tomás, Suma contra los Gentiles I, 2. Sobre esta obra nos referiremos a la edición del Club de
Lectores (Buenos Aires 1951), María Mercedes Bergada (Trad. directa del texto latino), con introducción y notas
de Ismael Quiles, S.I.
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B L, José / Marco teórico de la fi losofía del derecho de santo Tomás de Aquino.
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dominicos, es el que realiza la concordancia entre la fe, aceptando el contenido de la revelación
(lo revelado y lo revelable5) y la razón, transmitiendo esa verdad con una argumentación
necesariamente racional.
Esa concordancia, ese venir en común entre ambos órdenes de conocimiento,
descansa en una profunda confi anza en la capacidad por parte del hombre de conocer, puesto
que, tal como había proclamado Boecio, había que llegar a un conocimiento racional de la
palabra de Dios. ¿Por qué había que lograrlo? Porque era posible, conveniente, necesario y
útil hacerlo; pues para entender algo, cualquier cosa que sea, incluso la más cotidiana de
nuestra vida de relación, ha de ser mínimamente comprensible y razonable. A esto se dedicó
la primera escolástica, cuyo máximo representante fue el Doctor común de la Humanidad.
Por eso afi rma con razón Chesterton que “no es una irreverencia hacia Aristóteles decir que,
en ciertos respectos, él no fue más que el fundador de la fi losofía de un modo general y tosco
si se compara con algunas sutilezas de los medievalistas; que el griego dio algunas grandes
indicaciones que los escolásticos desenvolvieron en las más delicadas y bellas sombras;... lo
que hizo a la revolución aristotélica realmente revolucionaria fue el hecho de que era una
losofía profundamente religiosa6”.
La Filosofía y los mitos. La cuestión religiosa estaba presente desde la antigüedad
griega; pues había constituido uno de sus mayores esfuerzos purifi car de formas mitológicas
la concepción que los hombres tenían de Dios. Si bien el intento de comprender el origen del
universo, y en él, el de los dioses, encontró su primera expresión en la poesía, esta se expresaba
mediante mitos que explican la realidad.
Jaeger dice en Paideia7 que el comienzo de la fi losofía no coincide ni con el principio del
pensamiento racional ni con el fi n del pensamiento mítico. Auténtica mitogonía hay todavía
en el centro de la fi losofía de Platón y Aristóteles. Así, en el mito del alma de Platón o en la
concepción aristotélica del amor de las cosas por el motor inmóvil del mundo. Parafraseando
a Kant, la intuición mítica sin el elemento formador del logos es ‘ciega’, y la conceptualización
lógica sin el núcleo viviente de la originaria “intuición mítica” resulta “vacía”8.
5 Seguimos a G, Étienne, El Tomismo, Fernando Múgica (Trad.), EUNSA (Pamplona, 1989), pp. 27 y
ss. Santo Tomás distingue claramente los dos conocimientos comprendidos en una única ciencia. Tanto lo que la
Sagrada Escritura considera en cuanto revelado por Dios como lo que es revelable caen bajo el aspecto formal del
objeto de la Doctrina Sagrada. Nada impide que las facultades o hábitos se diversifiquen al considerar sus distintos
objetos y que, al mismo tiempo, ellos sean considerados por una facultad o hábito superior; puesto que una facultad
o hábito superior lo considera todo bajo un aspecto formal mucho más universal. Tal como el sentido común tiene
por objeto lo sensible, y lo sensible es también objeto de la vista o del oído; de ahí que el sentido común, en cuanto
facultad, abarque los objetos propios de los cinco sentidos. De modo parecido, lo que cae dentro del campo de las
diversas ciencias filosóficas, puede ser considerado bajo un solo aspecto, el de ser revelable por Dios, por la doctrina
sagrada como una única ciencia.
6 C, Gilbert Keith, Santo Tomás de Aquino, H. Muñoz (Trad,), Editorial Espasa Calpe Argentina
(Buenos Aires, 1946), p. 68.
7 J, Werner, Paideia, Joaquín Xirau y Wenceslao Roces (Trads.), Fondo de Cultura Económica (México,
2010), p. 151.
8 Incluso K, Sören, Temor y Temblor, Jaime Grinberg (Trad.) (Buenos Aires, Losada), 2007, pp. 297
y ss. (Problema III), traza un paralelo en este sentido.

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