Japón no pierde el sabor - 18 de Junio de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 934855907

Japón no pierde el sabor

A l mediodía, sin haber desayunado, ese lugar, con su simpleza y ritmo fugaz, era un paraíso gastronómico. El primer capítulo de una crónica de sabores únicos y experiencias irrepetibles. Ese "standup sushi bar" parecía el mejor lugar donde podía estar en todo Japón.Quería sentarme en algún local entre las callejuelas típicas de Tokio que, adornadas con farolillos chochin, de seguro escondían restaurantes sabrosísimos. Pero mi amigo, el periodista Sebastián Fest, insistió en que había hallado el sitio y que lo encontrara allí, en la estación de Akihabara , donde la gente va con prisa. No lo imaginaba precisamente como el mejor lugar a elegir para almorzar. Pero Fest había acertado: no comí un sushi más notable en toda mi estadía en el país. En ese espacio de 25 metros cuadrados, de pie frente al itamae (como se llama en Japón a los chefs de sushi), por fin me daba un gusto culinario.Separado de los otros comensales por lonas de plástico, y practicando mi japonés para pedir más y más wasabi, los niguiris y sashimis bailaban sobre la hoja de plátano antes de zambullirse en mi mezcla de oro verde con soya (sí, no al revés). El remate de aquel estupendo almuerzo de pescado fresco y arroz de textura ideal: onigiri de calamar levemente asado y mayonesa.Había pasado tres semanas con el estómago deprimido. Por 21 días cubrí los Juegos Olímpicos de Tokio, ese pálido evento sin público en las gradas, que tuvo una particularidad que poco se comentó: la comida fue un desastre. Para la prensa, la oferta se limitaba a sándwiches de miga con el relleno desaparecido; pequeños bowls de arroz con un pedazo de pollo del porte de una moneda, y fideos instantáneos, el platillo estrella.Eso, en una tierra con la excelencia gastronómica de Japón, era un pecado imperdonable. Por lo que el tiempo que siguió fue una ruta por Tokio, Kioto y Osaka, persiguiendo estrictamente comida local. Un recorrido para consolar mis papilas gustativas y adentrarse de lleno en sabores más auténticos.Con las prioridades bien claras, atrás quedaba la dieta insípida llena de sodio. Y arrancaba un viaje vibrante con muy buen gusto en el Japón más verdadero. Y lo hacía en uno de los rincones más sorprendentes de su capital como es Akihabara, el barrio del manga, los otakus y los artículos electrónicos.Lo que vino después, ya con el estómago lleno, fue una de las experiencias más extrañas de la ruta. Con Fest tratábamos de descifrar qué ofrecían las decenas de chicas vestidas con atuendo...

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