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Introducción

Páginas19-26
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LA SOBERANÍA
INTRODUCCIÓN
El hombre en estado aislado, ¿quién lo ha descubierto? El explora dor, al igual
que e l observador, no ha encontrado nunca más que al hombre social, comprome-
tido en relaciones incesa ntes con sus semejantes. Intentemos representar estas rela-
ciones.
Representemos por un punto a un individuo cualquie ra que llamaremos «El»,
y por trazos en forma de flechas hacia el exterior, cada acción dirigida por él a otro
individuo, sin que importe la naturaleza de la acción. Por breve que sea el período
considerado, supongamos una semana, sucederá que los trazos son de una gran
densidad en relación con un pequeño número de individuos que llamaremos «los
vecinos», mi entras que trazos relati vamente raros se dirige n a un con siderable
número de individuos, que llamaremos «los lejanos» .
Tomemos ahora cada « vecino» de «El» como punto de pa rtida, y tracemos, a
partir de cada uno, los trazos de sus acciones diri gidas a otros individuos, y así
progresivamente partiendo siempre de «vecinos». A medida que avanzáramos así,
sucedería una de estas dos cosas: O bien, para representa r los destinatarios de las
acciones d e los «vecinos» y después de los «vecinos de los vecinos», nos veríamos
llevados a hacer figurar un número rápidamente creciente de individuos: la figura
es abierta; o bien, al contrario, constataremos que la figura se cierra rápidamente,
que nos volvemos a encontrar como «vecinos» de tercero, en el cuarto grado, los
vecinos del primero.
La figura abierta es característica de un estado social amplio, como es el nues-
tro. La figura cerrada es característica de un estado social limitado, como es el de las
sociedades que denominamos «primitivas». La serie de «vecinos» es, en un caso,
divergente; en el otro, convergente.
Volvamos a «El». Si lo hemos tomado en una sociedad primitiva, es evidente
que los «lejanos» con los que tiene relaciones poco frecuentes no serán muy nume-
rosos y se volverán a encontrar como vecinos de los vecinos, no serán, pues, muy
lejanos. Un estado social extenso es, por el contrario, propicio a acciones dirigidas
a numerosos lejanos y muy lejan os, es decir, que no se van a encontrar inmediata-
mente en el examen de sucesivas vecindades . Esto no quiere decir que en el seno de
un estado social amplio cada vecino tenga numerosas relaciones con lejanos muy
alejados. Un pequeño número de individuos tienen de esta forma relaciones con un
gran número de otros, mientras que un gran número de individuos no tiene cada
uno relaciones sino con un pequeño número de otros. Los «El» de una sociedad
pueden cla sificarse según el número de los «otro» o los que dirigen sus acciones.
Todas estas acciones, dirigidas de uno a otro, forman un tejido de una comple-
jidad infinita. El estudio de este tejido es el objeto de la ciencia social. Se puede

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