II. Método de la teoría del Estado - Sección Primera. Objeto y método de la teoría del estado - Teoría del estado - Libros y Revistas - VLEX 1026911787

II. Método de la teoría del Estado

AutorHermann Heller
Páginas43-73
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Teoría del esTado
II
MéTODO DE LA TEORíA DEL EsT ADO
1. LA IMPORTAnCIA DEL PROBLEM A DEL MéTODO
Dilthey: Introducción a las ciencias del espíritu (México, 2.ª ed.
1949) y El mundo histórico (México, 1944)1. M. Weber: Ges.
Aufs. zur Wissenschaftslehre, 1922; tillich: System d. Wissens-
chaften, 1923; KelSen: Hauptprobleme d. Staatsrehtslehre, 1923;
E. KauFMann: Kritik d. neukant. Rechtsphilosophie, 1921; he-
ller: «Krisis der Staatslehre», Arch. f. Sozial-Wiss., 1926, pp.
289 ss.; holStein: Arch. Ö. R., 1926, pp. I SS.; SMenD: Verfas-
sung und Verfassungsrecht, 1928.
La necesidad de investigaciones metodológicas surge de la situación en
que se encuentra la Teoría del Estado, lo mismo que la Ciencia del Derecho
que en ella tiene su base. Cuando se habla, y con razón, de la crisis actual de
la Teoría del Estado no se debe ver en ella un fenómeno de decadencia, sino
al contrario. La confusión caótica de las discusiones sobre temas de la Teoría
del Estado en la posguerra alemana signica, sin duda, en comparación con
la situación precedente y con la que actualmente reina en el extranjero, un
estado espiritual más elevado, y si no cabe armar que ella represente un
renacimiento cientíco, no puede negarse que constituye el síntoma de una
problemática más hondamente vivida y de un sentido más serio para los pro-
blemas metodológicos. Así se reconoce también en el extranjero.
El impulso decisivo para ese hecho lo han constituido, evidentemente, las
grandes revoluciones político-sociales que se produjeron, como consecuencia
de la guerra, en Alemania, Italia y, más aún, en Rusia. Aquella seguridad
de sí mismo que caracterizó al pensamiento político de la anteguerra sufre
una grave conmoción. Habíase dispuesto, hasta entonces, de un conjunto de
conceptos convencionales, procedentes todos, en medida mayor o menor, de
la absolutización del Estado de derecho, liberal y burgués. Y aunque había
discusiones cientícas intra muros, los fundamentos de la construcción eran
admitidos por todos; a tal punto que podía aceptarse de buena fe que todos
1 Citamos en esta obra la edición completa de las obras de Dilthey, publicada en México
(1944-1945), bajo la dirección de Eugenio Imaz.
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Hermann Heller
los antagonismos existentes en la Teoría del Estado no eran, en el fondo, otra
cosa sino diferencias de claridad lógica.
Hoy no tenemos ya esta conanza lógica en la ciencia. Los fundamentos de
la vida del Estado y del pensamiento sobre él, que nos había legado la tradi-
ción, se han visto conmovidos y, poco a poco, se abre paso la idea de que no
tiene sentido cientíco discutir sobre resultados si no se está de acuerdo sobre
los supuestos básicos. Hasta nuestros días era posible —aunque ello no resul-
tara precisamente muy cientíco— que los contrincantes no se preocupasen
gran cosa por poner en claro los supuestos teóricos, y deducían sus resultados
de conceptos fundamentales formados de un modo completamente ingenuo,
porque todos creían ya saber perfectamente lo que era el Estado, el Derecho,
etc.
Una vez que los supuestos fundamentales se hacen problemáticos, se im-
pone, en primer término, la necesidad de su examen y la de controlar la vía
o método por medio del cual el pensamiento capta su objeto. Dentro del mé-
todo hay que ocuparse de la relación que existe entre el sujeto que conoce y
el objeto conocido, del problema de la actitud cognoscitiva y los modos de
trabajo y del modo de formación de los conceptos. Quien se haya dado exacta
cuenta del método que sigue y haya comprendido por qué su antagonista
cientíco hubo de llegar, por otro camino, a resultados distintos, podrá ar-
mar, de modo denitivo, que la oposición radica en los supuestos y, con ello,
renunciará, cuando trate de cada cuestión, a citar las opiniones discordantes
en notas profusas, cosa que constituye algo más que una falta de buen gusto
en la ciencia alemana. Cuando, en cambio, se discute partiendo de los mismos
o análogos supuestos metódicos, la Metodología permite, evidentemente, lle-
var a cabo una crítica y un control inmanentes y llegar a una decisión lógica
en el caso controvertido.
Pero también es necesaria la Metodología a causa de que la Teoría del Es-
tado, especializada según una división de trabajo, se ve obligada por ella a
ponerse en contacto con las corrientes fundamentales de la época y con la
totalidad de su conciencia cientíca. El Estado es únicamente un contenido
parcial de la compleja realidad de la vida, de la cual lo aísla la Teoría del Es-
tado. Pero los conocimientos que integran esta Teoría solo pueden tener valor
si ese aislamiento se complementa con una constante referencia a la realidad
total, ya que solo en ella tienen vida y verdad.
El mérito de haber puesto sobre el tapete, en forma radical, la cuestión del
método en los estudios de Teoría del Estado recae, sin duda alguna, sobre
Hans Kelsen y los seguidores de su teoría pura del Derecho. Bien hace, en
verdad, la Teoría alemana del Estado al rechazar, casi sin excepción, el mé-
todo kelseniano y sus resultados. Pero, con ello, no ha hecho gran cosa si no
pone, frente a la metodología de Kelsen, otra más satisfactoria. Y esto ha sido
lamentablemente descuidado hasta ahora.
La claridad que la Metodología puede aportar a la Teoría del Estado se ve,
evidentemente, sobremanera obstaculizada por la circunstancia de que la Fi-
losofía contemporánea, que debía ayudar al logro de aquel propósito, se reve-
la incapaz de hacerlo. El caso actual de Kelsen nos muestra que los neokantia-
nos de la escuela de Marburgo rechazaban la vida histórico-social. La escuela
suroccidental alemana nos ha dejado algunas investigaciones metodológicas

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