Gremios y empresas entran a la cárcel para trabajar en la reinserción laboral de reos - 27 de Octubre de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 471434802

Gremios y empresas entran a la cárcel para trabajar en la reinserción laboral de reos

"Hacen ventanas para Prodalum y Mundoglas, cosen panties y camisetas para Caffarena, arman válvulas y reguladores de gas para Cemco y Comisa, montan y pegan mechas de pelo artificial en carpetas para Fastcolor, arman interruptores para Marisio y hacen terminaciones de jeans para Epsilon, que salen de aquí directo a las tiendas de Falabella. Tenemos doce empresas dentro de la cárcel", cuenta la mayor Jéssica Rivas, gendarme a cargo del centro.

En total son más de 50 las empresas que tienen talleres dentro de recintos penales a nivel nacional. Ellas trabajan con Gendarmería en algunos de los 25 CET cerrados que hay en Chile.

Los CET nacieron hace 16 años con la misión de mantener ocupada a la población penal para bajar los índices de violencia en la cárcel. Pero el sistema dio un vuelco. "Hoy preparamos gente para que salga a trabajar y deje de delinquir, las habilitamos para el trabajo y no solo les enseñamos una labor particular, sino que sepan que ellos pueden hacerlo, pueden cambiar su vida", explica Rivas.

Al trabajo dentro de la cárcel se suman hoy 21 CET semiabiertos, desde donde los reclusos que están cumpliendo condena en el medio libre, con salida controlada o permiso laboral, salen para trabajar en empresas externas y vuelven a dormir a la cárcel.

En ambos sistemas de Gendarmería, fundaciones, empresas y asociaciones gremiales se han ido involucrando para aportar con capacitación y trabajo a la reinserción laboral de los reos.

Desde el sueldo mínimo

En distintos talleres, entre máquinas de coser, taladros y compresores, la mayor Jéssica Rivas presenta a sus trabajadoras. "Una vez aquí, no se llaman internas", aclara.

Ella consigue las empresas para que entren a instalarse dentro de la cárcel, dice que de quince que visita, una acepta. "Buscan mano de obra barata. Pero aquí comenzamos a conversar desde el sueldo mínimo más bonos por producción. Ellos nos exigen calidad, producción y trabajo, y eso lo logramos porque aquí no existe el cafecito, el cigarrito, ni las licencias médicas", dice.

"Estoy contenta de estar trabajando. Hago control de calidad y gano $300 mil que me sirven para mandar a la calle, a mis hijos. Esto me da confianza, me quedan dos años para salir en libertad, quiero recuperar la tuición de mis hijos y trabajar. Sé que en las empresas me van a dar la oportunidad", dice confiada Brígida, que está en la cárcel hace cuatro años y tiene nueve hijos.

Luego, aparte, la mayor Jéssica Rivas dice que esa confianza...

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