La democracia totalitaria (Rousseau)
Autor | Jacob L. Talmon |
Cargo del Autor | Profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén |
Páginas | 65-79 |
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CAPÍTULO III
LA DEMOCRACIA TOTALITARIA (ROUSSEAU)
A) TRASFONDO PSICOLÓGICO1
Rousseau emplea a menudo, en el mismo sentido que sus contemporáneos,
las palabras naturaleza y orden natural para indicar la estructura lógica del uni-
1 El volumen-índice (XIV) de la e dición de Hachette de las obras de Rousseau, París,
1908, da todas las referenc ias con respecto a l término na ture y su empleo. Pudiera
señalars equeen elfondo “naturaleza”,enelse ntidoquet ienede estadion aldel
desarrollo, al que est aba como predestinado, y no como estadio intermedio, es u na
idea aristotélica. S obre la concepción de la naturaleza en el siglo X VIII, véase Basil
Wi lle y, o p. cit., págs. 14, 55, 205 y sigs., 241; págs. 3-18. Helvetius, De l’Homme, pre-
facio; Holbach, Système Social, vol. III, pág. 63; Morelly, págs. 9, 52, 65 y numerosas
referencias dada s en las notas anteriores.
Veremos que en Mably, nota en la sección c) del capítulo III, la cosa varía, porque
él, como Rousseau, trabaja bajo un a honda impresión del pecado. La inadecuación
humana post ula la necesidad de la salvación por medio de un esfuerz o para supe-
rarlay paraar rojarfueralasd icultades,que lasi nstituciones humanas ylos ins-
tintos excita n y en los cuales los hombres están cog idos como en una trampa. Véase
E. Cassirer, Das Problem Rouss eau, Archiv fü r Geschichte der Ph ilosophie, vol. XLI,
núms. 112-3, 1932. La primera versión del Contr at Social contie ne una línea en que se
dicequetodaslasvirtudesvienendelcontactosocial;enlamismapági nasearma
que todos los vicios han n acido del contacto social; Vaughan, vol. I, pág. 449; II, pág.
145 y sig.; (Emile, Libro IV); II, 387 (Considérations sur la Pologne); pág. 139 (Emile, In-
troducción); vol. I, págs. 15, 17, n. 3, 27, 29, 324; Contrato Social, lib. IV, cap. VII; Unité
numérique (Vaughan, vol. II, 145).
Forcé de co mbattre la nature ou les institutions sociales, il faut opter entre faire un homme ou
un citoyen; car on ne peut faire à la fois l’un et l’outre. Se entiende que se excluyen nat u-
ralmente las cua lidades de los miembros de la sociedad humana, l a humanidad, y
las de los ciudadanos de un est ado (Vaughan, vol. II, pág. 144). De ces contradictions
naît celle que nous éprouvons sans cesse en nous-mêmes. Entraînés par la nature et par les
hommes dans des routes contraires, forcés de nous part ager entre ces diverses impulsions,
nous en suivons une composée qui ne nous mêne ni à l ’un ni à l’autre but. Ainsi, combattus et
ottants durant tout le cours de notre vie, nous la terminons sans avoir pu nous accorder avec
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