Claus y Lucas' Agota Kristof - Núm. 316, Mayo 2020 - Revista Libertad y Desarrollo - Libros y Revistas - VLEX 844293548

Claus y Lucas' Agota Kristof

AutorJosé Miguel Aldunate
CargoDirector Ejecutivo del Observatorio Judicial
Páginas20-21
20 Libertad y Desarrollo / lyd.org
LECTURA RECOMENDADA
Nosotros la llamamos Abue-
la. La gente la llama la Bru-
ja. Ella nos llama a nosotros
hijos de perra”. Este es el
tono de la trilogía de
Claus
y Lucas
, compuesta por las novelas
El gran
cuaderno
, de 1986,
La prueba
, de 1988, y
La
tercera mentir
a, de 1992. La escritora hún-
gara, Agota Kristof, narra la historia de dos
gemelos abandonados con su abuela, en las
afueras de un pueblo fronterizo durante la
guerra. Y aunque el libro nunca lo dice, el
lector pronto adivina que se trata de Hun-
gría durante la Segunda Guerra Mundial.
Como trasfondo, le siguen el avenimiento
del régimen comunista y la caída de la cor-
tina de hierro.
El libro sorprende por su dureza. A cada
momento, la historia da señas de estar a
punto de enseñarnos algo sobre la fragi-
lidad del corazón humano, sobre el amor,
sobre la ternura o el deseo de felicidad, pero
la crueldad siempre acaba imponiéndose.
No tenemos noticia de estas emociones
más que por su falta, como en el negativo
de una foto. “Las palabras que denen los
sentimientos son muy vagas -dicen los ge-
melos- es mejor evitar usarlas”. La propia
decisión de escribir las novelas en francés,
en vez del húngaro materno, da cuenta de
la determinación de la autora por entregar
una narración desenraizada y seca.
La primera novela cuenta los horrores de la
guerra. Para sobrellevar el sufrimiento, los
niños se imponen una rutina de “ejercicios
de endurecimiento”, golpeándose e insul-
tándose el uno al otro, a la vez que se repi-
ten “no ha dolido”. Ya no dudan en cometer
ellos mismos acciones horrorosas, llegando
incluso a la tortura y el asesinato. A fuerza
de golpes, su corazón se estrangula, se cau-
teriza hasta volverse cruel e implacable.
Sin embargo, palpita. Nunca el corazón
renuncia al amor, aunque ya no lo entien-
da. “No sé lo que signica esa palabra -dirá
Lucas, más adelante-. Nadie lo sabe”. Pero
esta falta de renuncia hace que el dolor se
perpetúe a lo largo de tres libros, que la
búsqueda de los hermanos sea incansable,
encontrándose a cada vuelta de esquina
con una nueva frustración. Este instinto
amoroso invisible, ciego, sordo, mudo y
torpe, permite a los personajes seguir an-
dando hasta que se hayan agotado todas
las esperanzas.
El relato de Kristof nos hace recordar la des-
cripción que Camus hace del absurdo, como
el divorcio irresoluble entre el hombre y
su entorno. “Nuestra ciudad es una ciudad
muerta, vacía. Es una zona fronteriza, acor-
donada, olvidada”. Camus piensa que es ab-
surdo que nuestro deseo de habitar el uni-
verso, de amarlo y entenderlo, choque con
la realidad inhóspita, odiosa e incomprensi-
ble. Llevado a sus últimas consecuencias, el
absurdo conduce al suicidio, que es la con-
fesión de que uno ha sido sobrepasado por
la vida.
En medio de la guerra, el prójimo es siem-
pre un extraño, si acaso no un enemigo.
El amor está prohibido. No es posible otra
familiaridad que aquella del sujeto solitario
en su relación consigo mismo. Pero Claus y
Lucas son gemelos idénticos, casi parecen
una réplica el uno del otro. Ante la pregun-
ta de cómo “hacer soportable la insoporta-
ble soledad”, la respuesta es la añoranza del
alma del gemelo, que es
otro
, pero también
es
otro yo
.
Por eso, la separación de los hermanos es el
cuchillo más duro que la autora entierra en
el corazón de los lectores. “Conozco el dolor
“CLAUS Y LUCAS”
AGOTA KRISTOF
José Miguel Aldunate
Director Ejecutivo del Observatorio Judicial

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