Cartas para reinas de una tierra que no tiene primavera. - Núm. 32, Marzo 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739062

Cartas para reinas de una tierra que no tiene primavera.

AutorFormoso, Christian
CargoPoema

CARTAS PARA REINAS DE UNA TIERRA QUE NO TIENE PRIMAVERA I Confesiones que viven donde se injuria la primavera. El murmullo del río se despide y permanece por que el viento escriba las bocas de las que han sido amadas como se ama las más bellas, y han crecido los bosques por esa letra en los techos, y ha cantado la tierra su amor de movimiento. Mas, si a causa de agravio temblara, o al pedir un beso el mundo detuvieran, o el vuelo confundieran las aves con sus manos, y no cambiaran las bayas sus monedas, las almas que murmuran en el bosque que aún la vida ha sido breve pero ha sido, y más aún, las estrellas, luminosos fantasmas del tiempo que la noche regala, que confiesan, palidecen aún al recordarlas, al verlas, que amanecen las noches y que ante tal belleza la muerte se estremece, o es que a causa del fuego hemos visto la sombra -- dicen - o es que un día iluminado en la planicie guarda un misterio más alto que este amor? Confesiones que viven donde cala ofendida la primavera, y se duermen con un canto hallado en la sangre, con ellas, que a la puerta invisible de los días llaman, y entonces cantan los pájaros y los ríos prolongan sus valles, y cantan las tempestades y los pastos, y aparecen y desaparecen los astros, en delirio con el mundo. II Ahora que recorro tu alma, un ángel muero pasa tendido en el viento amargamente. Como te has ido abre sus ojos, llora la muerta mañana en un silbo claro, deja tu nombre en los cerros, en los sotos; con alas diminutas inventan los zorzales, por vez primera, una vez más la alborada. Alma de mi alma toda la noche te he recorrido. Sobre los techos el viento repasa sus viejas tareas y advierte que mi nombre es un incendio que temprano ha de extinguirse. Si escucharas el fuego de mi memoria, la ardiente canción de los astros que incendiaban la noche que más te amé. Mi sombra ha caldo despacio desde entonces. No quiere despedirse del agua que festejaban tus manos, con la boca de todos los santos al unísono, con el viento quieto de mi corazón en tu corazón. Y me querías regalar tu mañana más hermosa, conmigo querías despertar una mañana y contemplar el cielo limpio sobre el cielo. Mas, tantas veces dormí contigo, tantas veces desperté con tu alma prendida a mi pecho, corriendo tantos ciervos en la noche desterrada, porque sabia las mareas subirían lo imposible y habrían de llevarte a desposar con mis desvelos. El agua traía las mañanas que tú amabas, y te besaba la frente, y esa agua contenía tu alma tan...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR