Capítulo IV. De la ambición socialista a su puesta en práctica - La propiedad ¿una nueva regla del juego? - Libros y Revistas - VLEX 1027317216

Capítulo IV. De la ambición socialista a su puesta en práctica

AutorJacques de Lanversin
Páginas71-90
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LA PROPIEDAD ¿UNA NUEVA REGLA DEL JUEGO?
CAPÍTULO IV
DE LA AMBICIÓN SOCIALISTA
A SU PUESTA EN PRÁCTICA
El socialismo, en sus múltiples y diversas expresiones, busca promover un
nuevo sistema de distribución de las riquezas, correspondiente a una organi za-
ción de la socieda d que se de sea más ig ualitaria. Todos los elemen tos de la
doctrin a se encuentr an a dispos ición de est e objetivo, c uya expresi ón, por lo
demás, deja lugar a numerosas difer encias o ambigüedades. Se afirma, a veces,
que el socialismo se caracteriza por el predomini o que reconoce al interés gene-
ral por encima de los fines particulares. Esta definición evidentemente, es refuta-
da por los libera les que rechazan toda tentativa de monopoliz ación del interés
general —o in cluso el de la represe ntación de una clase s ocial determinada—.
Esto fue recordado r ecientemente en el transcurso de un enfrentamiento político:
«Nadie puede prete nder el mono polio del cor azón». De h echo, el soci alismo,
donde encuentra su auténtica iden tidad es en el plano de la distribución de la
riqueza. Aquélla se expresa a través de la refutación del sistema capitalista y de
la voluntad de llegar a un sistema profundamente diferente y juzgado como más
justo. Todos los análisis, teorías, leyes, recetas imaginados para promover el ad-
venimiento del socialismo, están en realidad, al servicio de esta meta cuya reali-
zación deberá asegurar la mayor felicidad posible para el mayor número posible
de personas. Es una ambición descomunal. Pone directamente en tela de juicio a
la relación del hombre con las cosas, es decir, a la propiedad. De la transforma-
ción de las conve nciones establecidas al respecto d eberán surgir la transforma-
ción de las relacion es entre los hombres y la solución a los con flictos que los
enfrentan. El marxismo, sistema global de explicación del mundo, es la doctrina
que ha puesto de relieve el papel determinante de la propiedad en esta materia,
ya que todas la s alienaciones que denuncia, son resultado de la apropiación pri-
vada de los medios de producción. Es también la primera doctrina que propone
una solución sistemática y coherente, al menos teóricamente, a l problema de la
propiedad. Sobre todo, es la primera doctrina socialista —y durante varia s déca-
das fue la única— que se sometió al veredicto de la experimentación. Merece la
pena que nos de tengamos en este punto.
Marx muere en 1883, en Londres, exilado, ampliamente ol vidado. La Asocia-
ción Internacional de Tra bajadores, pronto denominada La Internacional, se en-
contraba en la ruina a causa de las discrepancias entre las numerosas corrientes
que en ella se oponían. La teoría marxista es mal conocida y poco difundida en
este período final del siglo XIX. Pero algunos seg uidores, en torno al maestro,
compartieron sus convicciones y ampliaron su fe en la realización de una socie-
dad comunista.
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JACQUES DE LANVERSIN
Se discutirá mucho acerca del papel del Estado en este proceso: debe desapare-
cer inevitablemente, pensaban Marx y Engels; desapar ecerá de forma natural una
vez haya servido de instrumento para el advenimiento del sociali smo, es timaba
Lenin quien le atribuía un papel importante para aseg urar la dictadura provisional
del proletariado; el resultado o, según sea el punto de vista, la desviación, aparece-
rá con Stalin quien será el artífice del fortalecimien to de l Esta do h asta volverlo
totalitario y tirano.
Se discutirá también sobre la cuestión de saber si este advenimiento del socia-
lismo puede ser alcanzado a través de vías parlamentarias y legales —Marx y Engels
así lo creyeron—, o si el paso por la revolución violenta resulta inevitable, opinión
ésta que será la d e; la mayoría de los socialistas rusos y alemanes. Se discutirá,
igualmente, acer ca de la dime nsión necesaria para esta empresa revol ucionaria:
¿debe extenderse por el mundo y quedar «permanente»? Esta era la tesis de Trotsky
quien, por lo demás, contribuyó a su fracaso y a su alejamiento.
En res umen, las divergencias estratégicas o tácticas eran numerosas entre los
socialistas que invocaban a Marx. Pero nunca se discutió el principio cardinal de la
supresión de la propiedad capitalista y su sustitución por una propiedad socialista.
Las modalidades del régimen social ista de la propiedad han variado en fun-
ción de los autores, las épo cas y l os co ntextos nacionales. Cier tamente, no han
terminado de evolucion ar. Pero la i mposibilidad de admitir cualquier forma de
apropiación priva da d e lo s bie nes de prod ucción —y entre ellos, sobre todo, el
suelo— parecía haber representado, dentro del conjunto de las corrientes del socia-
lismo marxista, un dogma que nunca se refutó: además, ha contribuido a la sepa ra-
ción entre los partidos de filiación ma rxista y los otros. Esta constatación es impor-
tante para aprecia r la realidad del régi men de las propiedades en la Unión Soviética
contemporánea.
Pues es en Rusia —como todos saben— donde los avatares de la Historia han
hecho que la prim era revolución marxi sta resultara victor iosa. Ello no fue, sin
embargo, la consecuencia de una simple casualida d ni de una maniobra accidental.
Todo lo contrario. El pr oblema de la elección del país en cuyo seno se deberían
concentrar los esfuerz os en caminados al advenimiento de la nueva sociedad ha
preocupado, de manera constante, a los teóricos del marxismo y, en primer lugar,
al propio Marx; pero éste último, filósofo y teórico mucho más que estrateg a y
hombre de acción, no se ha pronunciado nun ca claramente sobre el tema. La opi-
nión general —y la más lógica, teniendo en cuenta el papel asignado por el marxis-
mo al proletariado— era la de que las condiciones más favorables para un a revolu-
ción socialista se encontraban reunidas en los países donde existía una clase obrera
importante, es decir, en los países que se hallaban a la cabeza del desarrollo econó-
mico e industrial.
La empresa se intentó en Alemania. La rapidez de la industrialización de este
país, después de su victoria de 1871, hizo que, en veinticinco años, pasara del siste-
ma agrario al sistema industr ial. K autsky y Rosa Luxemburgo se esforzaron en
provocar a llí el paso hacia el socialismo, pero la eficacia del gobierno de Bismarck
hizo que sus tentativas resultaran vanas. Sobre todo, debido a la audaz política
social que asoció la clase obrera al Estado (fue en Alemania donde, bajo el control
de la administración, se creó e l primer sistema de seguros obligatorios contra la
enfermedad, la vejez y los accidentes).

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