Abrazar Venezuela desde Chile - 27 de Abril de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 677900677

Abrazar Venezuela desde Chile

Venezuela fue un refugio cálido y generoso con muchos exiliados chilenos en tiempos difíciles. He escuchado el testimonio de algunos de ellos y todos coinciden en recordar el afecto y la solidaridad del pueblo venezolano con los chilenos de la diáspora de la dictadura. Entre ellos el poeta Gonzalo Rojas, que vivió en un departamento de la calle Turpial, en Caracas, que le da título a uno de sus poemas: "Turpial A 6-B". "Tengo de Venezuela los más bellos recuerdos. Nunca olvido que llegué allí desde una Alemania muy sombría (Alemania Oriental)... Fui acogido por mis grandes amigos. Viví feliz en Venezuela y trabajé mucho", recuerda el niño-viejo de Lebu del sur de Chile que volvió a florecer en ese pedazo del Caribe.

Hoy día nos toca a nosotros abrir los brazos a ese pueblo desbordante de energía, que está cruzando hoy su propio infierno, su noche oscura de la historia. No hay que olvidar que hasta este extremo sur del planeta llegó en el siglo XIX un venezolano ilustre, Andrés Bello, huyendo de una de esas turbulencias que cada cierto tiempo hunden a nuestra América Latina en el extravío. El trauma del caos político y social vivido por su generación despertó en él una "pasión por el orden" que de alguna manera heredamos de él y que nos dio décadas de estabilidad. A él le debemos todo: el Código Civil, la creación de la Universidad de Chile y las semillas de una cultura humanista, en un país que entonces era una aldea y en un cierto sentido un páramo.

Uno de nuestros padres de la patria es, entonces, un venezolano. A lo mejor muchos nuevos Andrés Bellos están llegando entre los miles de venezolanos que hoy se están domiciliando en Chile. Tenemos que conversar mucho con ellos (y con los cubanos, haitianos, colombianos), saber mirarnos en la diferencia y la complementariedad y enseñarnos unos a otros lo que nos falta.

Me alegro cuando escucho el acento venezolano en la calle o en el metro. El otro día degusté una "marquesa", la mítica torta de chocolate venezolana, en un café de venezolanos en Providencia. Cerré los ojos, y la "marquesa" fue mi "Madeleine" de un país que me gustaría conocer más, un país de dos rostros: uno violento, el otro muy dulce.

Los países no solo son países, sino...

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