Washington y La Habana, lo inesperado - 29 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 550594174

Washington y La Habana, lo inesperado

Ya se sabe que la operación secreta se manejó por Obama a través del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, y no por el Departamento de Estado, y con la intervención del Papa y del Primer Ministro de Canadá. Durante año y medio las negociaciones para intercambiar espías escalaron a un completo giro de la diplomacia desde el enfrentamiento al diálogo.

Las presiones del embargo, por más de medio siglo, resultaron contraproducentes: fortalecieron al régimen cubano con apoyos internos y solidaridad internacional, le sirvieron de excusa para sus fracasos, para incitar pasiones antiestadounidenses y para imponer restricciones y privaciones al más perjudicado e inocente, el pueblo cubano. Y lo más importante, no lograron los propósitos deseados: forzar avances hacia la democracia, el respeto a los derechos humanos y para negociar compensaciones de los bienes estadounidenses expropiados por el castrismo.

Había también otras razones para el vuelco diplomático. Cuba ya no constituye una amenaza para la seguridad de EE.UU., como lo fue en tiempos en que pudo servir de cabeza de playa de la Unión Soviética. Además, con su fracaso, el modelo cubano perdió hace décadas la posibilidad de exportar su revolución. Asimismo, estaba el riesgo de que mantener las restricciones pudiese contribuir al probable colapso de la frágil economía cubana, sustentada por la ayuda venezolana, que podría terminar por la crítica situación del gobierno de Maduro. En esta línea, el salvataje por Washington podría evitar emigraciones masivas a EE.UU. y la postergación de cualquier transición a la democracia.

Por eso, no extraña que según la encuesta NBC-Washington Post el 67% de los estadounidenses apoyara los anuncios de Obama, incluidos la mayoría de los republicanos y el 88% de los jóvenes cubano-americanos. De aplausos latinoamericanos y caribeños para EE.UU. y su Presidente prácticamente no había memoria. Con distintas interpretaciones, todos los gobiernos del continente también celebraron la decisión. Para Maduro y sus aliados del ALBA, es la victoria del castrismo. Para el resto de Latinoamérica y las naciones caribeñas, es la positiva remoción de un obstáculo más o menos agraviante en sus relaciones con EE.UU. Así al menos lo había manifestado Brasil, la mayor prioridad de Estados Unidos en Sudamérica.

La gran interrogante es anticipar los efectos internos en Cuba, más allá del favorable impacto por aumento del turismo y de las remesas, ayudas y transacciones...

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