Walt Whitman el poeta de América - 25 de Diciembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 550200690

Walt Whitman el poeta de América

No es posible separar al hombre del poeta. Sam Abrams escribió, y lo recoge Moga en su minuciosa introducción del libro, que "Walt Whitman es una creación de Walter Whitman". El poeta de abrumadora presencia, el poeta que se canta a sí mismo -"yo, en la segunda mitad del siglo XIX, en América"- gracias a una formidable conciencia individual. "Un yo de dimensiones e intensidad máximas -resume Moga-, un ser pleno y vivísimo, alejado tanto de la fabulación como del juego de máscaras, y volcado íntegramente en sus páginas".

A esa noción responden estos versos sobre su propia poesía: "Camerado, esto no es un libro / quien lo toca, toca a un hombre", y todo el célebre "Canto de mí mismo" y, en general, toda su obra, de cuya magnitud el propio Whitman tenía plena conciencia ya desde sus primeras manifestaciones: "Os exijo que rechacéis siempre a los que quieran explicarme, porque ni yo mismo acierto a explicarme./ Os exijo que no me utilicéis nunca para formular teorías o fundar escuelas./ Os exijo que dejéis a todo el mundo en libertad, como lo he dejado yo".

Pero no hay nada heroico en la vida de Walt Whitman. Fue un pésimo estudiante, como tantos, un muchacho que cambió las aulas por las bibliotecas, a los profesores por los tertulianos de café y la educación reglada por un concienzudo autodidactismo. Fue chico de los recados y aprendiz de diversos oficios, fue impresor, periodista, tendero y dueño de una librería. Y vivió la degradación, la ignorancia y la mediocridad de su tiempo y, sobre ella, fundó una poesía nueva. Acumuló en su obra, al decir de Harold Bloom, al genuino hombre americano, desempeño que compartió con Thoreau y con Emerson.

A Whitman la crítica lo ha visto como un filósofo clave en la constitución de América, en donde, llegado cierto punto, hacían falta poetas: "Aún no hemos tenido en América al genio que, con ojo tiránico, aprecie el valor de nuestros incomparables materiales, y vea, en la barbarie y el materialismo de nuestros tiempos, otro carnaval de los mismos dioses cuya descripción tanto admira en Homero".

Hay constancia de que Whitman estaba en el auditorio cuando Emerson pronunció esta conferencia en la que definía al poeta como "el soberano, el que está en el centro". Trece años después, Whitman publicaría la primera edición -autofinanciada- de "Hojas de hierba" y con el tiempo se convertiría en el cantor que buscaba Emerson.

Whitman lo impregna todo con un lenguaje que, en palabras de Eduardo Moga, "no espanta a...

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