El vuelo de Ángeles Fernández
A principios de los 70 y llevados por el proceso de la inmigración, la familia entró en un carrusel de viajes entre Venezuela y España, al que ella puso límite: a sus seis años decidió quedarse con su tía en La Coruña. Creció en España, sola. Ahí se gestó la sensación de desarraigo y de desapego que dominó su vida.
Regresó a Caracas a fines de los 70 para ir a estudiar Ciencias Políticas. Después de recibirse de politóloga en la Universidad Central de Caracas, Fernández aterrizó en Chile. Aquí se casó y tuvo a sus hijos; se fue internando en los vericuetos de la política y la opinión pública nacional. Se arraigó en Santiago. Y, si Venezuela en su vida había quedado atrás, España era poco más de una sombra. Hasta que decidió regresar en el nuevo milenio a estudiar un doctorado en la Universidad Santiago de Compostela. Fue un estremecimiento emocional.
-España, en mi infancia y juventud, era un lugar atrasado, triste, oscuro. Era la Casa de Bernarda Alba. Vamos, la de Lorca, mujeres vestidas de luto, esa era un poco la España que yo dejé en 1978. Y estuve más de veinte años sin ir. Cuando volví, en 2000, veo a esta España europeizada, la España de Zara, la de Almodóvar, fue un vuelco muy grande. Ahí me di cuenta de que no quería perder el vínculo.
Ángeles Fernández volvió a pisar tierra española y retómo su costumbre de recorrer las calles de La Coruña, donde había crecido. Los domingos los pasaba en un café leyendo diarios con su octogenario papá e instauraron un ritual: mientras él iba a misa, ella lo esperaba y después ambos se ponían a comentar noticias y discutir sobre política. Es que ella, reconoce, heredó esa pasión de Carlos Miguel. Con su madre y su tía cocinaban, iban de compras, conversaban. Algo comenzó a germinar lentamente en la mente de Ángeles Fernández, se fue dando cuenta de que sus padres estaban solos -su único hermano vive hoy en Europa- y ya no eran tan jóvenes.
Volvió a Chile con el corazón pesado.
LA DECISIÓN DE IRSE
Entre los días en que la ex directora de Chile 21 inició su doctorado en la Universidad de Santiago de Compostela y aquel en que defendió su tesis final, pasaron más de quince años. En febrero de este año, María de los Ángeles Fernández voló a Galicia a cumplir con su compromiso académico. Se reencontró con sus padres, que se mostraban entusiasmados. "Ellos me apoyaron mucho. Cuando fui a defender mi tesis y los vi tan contentos, sentí que ellos se proyectaban a través mío. Y es que su casa se llena de...
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