Voluntarios y ex colaboradores relatan cómo el Padre Hurtado cambió sus vidas - 18 de Octubre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 584999658

Voluntarios y ex colaboradores relatan cómo el Padre Hurtado cambió sus vidas

"Entonces el padre Hurtado dio un retiro para este tipo de niñas", relata. "Nos juntó en la capilla y nos comenzó a hablar de Jesús y de su muerte. Se produjo un silencio total. Nunca nadie nos había hablado de esa manera".

Más de 70 años después, el recuerdo sigue intacto. "Fueron nueve años de amistad" que comenzaron poco tiempo después, en la Acción Católica, la instancia que tenían los laicos para participar en la Iglesia. Ahí Cruz-Coke fue nombrada presidenta de la juventud y el padre Hurtado, director.

"Era alegre. No puedo encontrar otra palabra", explica cuando tiene que describirlo. "Tenía esto del 'contento, Señor, contento', !pero él lo vivía¡".

Por los años 40, las prédicas del padre Hurtado habían adquirido fama. Sin ser un orador -aclara Cruz-Coke- sus palabras fueron calando hondo. Fue en una de esas homilías cuando sacudió a la audiencia con una historia que se escondía en los límites de la ciudad: la de la población Velásquez. "Habló con la sencillez de siempre. Describió la realidad de la población, con su gente, con sus niños. Lo que veía todos los días", relata. "Al final de la prédica -continúa- puso un canasto afuera de la iglesia. Las señoras se sacaban los anillos, las pulseras y las tiraban".

Hurtado fue su confesor, quien la casó y más tarde bautizó a dos de sus hijos. La última vez que lo vio fue en 1952, poco antes de ser hospitalizado. Fue en la esquina de Morandé con la Alameda.

"Él venía con paso rápido. Se paró y me dijo algo así como 'veo que estás bien. ¿Cómo están Gustavo (Lagos, su esposo) y los niños?". Después le pidió ayuda para el trabajo sindical. Cuando ella le aseguró que su marido le colaboraría, sonrió. "Que Dios te acompañe", fue lo último que le dijo.

"El Hogar de Cristo debe seguir siendo un aguijón que nos cuestiona"Como "una imprudencia total" define su llegada a la capellanía del Hogar de Cristo el jesuita Agustín Moreira. Por esos años, recuerda, se encontraba estudiando en el extranjero cuando le hicieron la invitación. Era a inicios de 2000 y debía reemplazar al emblemático Renato Poblete.

El primer "contacto" con el Padre Hurtado había sido varios años antes, cuando estaba en tercero medio. Un pequeño libro con su biografía lo adentró en una personalidad que lo cautivaría. "Me impactó cómo los más pobres eran capaces de interpelarlo de tal modo que lo llevaban a descubrir la presencia de Dios".

A cinco años de haber dejado la capellanía, cree que la labor del Hogar es "seguir siendo un...

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