Vivir con mi mamá (y mi papá y mi madrastra y mi tío y a veces conmigo mismo) - 29 de Enero de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 884128845

Vivir con mi mamá (y mi papá y mi madrastra y mi tío y a veces conmigo mismo)

Si esta fuera novela empezaría así:"Se despertó con una tira de condones sin usar sobre su ropa de noche. Tenía ochenta años y dos maridos. Nunca había usado nada parecido a un condón en su vida. Luego recordó que en la mitad de la noche su hijo había venido, culpable por qué sabe qué, a darle el beso de las buenas noches. Seguro los condones se le habían caído a él. Rabiosa, no sabía muy bien por qué, toma la tira de plástico y la lanzó adentro de la pieza en que dormía su hijo la borrachera de la noche anterior".Podría seguir de largo con la novela, pero me doy cuenta de que esta se pondría de alguna manera culposa, rabiosa o cómica, cuando la realidad de la que saqué la escena no es ninguna de esas cosas. Mi mamá duerme en su pieza, la más grande, casi siempre con el televisor prendido en La Red (mi mamá es mucho más de izquierda que yo), mientras yo me escondo en la que fue alguna vez la pieza de empleada del departamento a hablar por teléfono y abrir y cerrar libros que no leo nunca del todo. La noche pasa como en un barco que navega la calma de un océano sin saber a qué puerto va a llegar nunca. Pero seguimos cada uno en su pieza haciendo nuestra vida, que es la misma y no es la misma al mismo tiempo.Vivo con mi mamá desde hace más o menos un año y medio con ida y regreso a Nueva York, donde viven mis hijas y su mamá. Tengo 52 años y hasta hace dos años, una vida resuelta, con departamento propio y familia ídem. Cómo todo eso quedó entre paréntesis, es un cuento largo que no viene al caso ahora. Vivo con mi mamá, en un lindo departamento que mira a unos árboles que no paran de moverse, en un barrio de la ciudad que pasó de ser residencial a llenarse de oficina y oficinistas. Mi caso de complejo de Edipo se agrava si se piensa que en el mismo edificio vivió mi abuela, a quien visitaba todos los sábados de mi adolescencia (en vez de ir a fiestas y conocer gente de mi edad). En otro departamento idéntico, pero en el segundo piso, vive mi papá, y en otro en el sexto, mi tío Juan Enrique, uno de los hermanos de mi mamá. Nada puede entonces parecerse más a volver al útero materno que esta pieza en este edificio blanco, donde no tengo más que tomar el ascensor para encontrarme con todas las capas de mi pasado.En los peores momentos de la pandemia seguíamos en los departamentos de unos y otros haciendo una nutrida vida social. Mi papá y mi mamá, separados hace 47 años, se reunían con mi madrastra los domingos, en el departamento de ellos o en el de mi mamá. A veces se incorporaba mi tío. Otras veces, cuando las condiciones sanitarias lo permiten, vienen otros tíos...

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