Vivir la fe sin libertad: Las mujeres que esperan recibir la absolución del Papa Francisco - 20 de Agosto de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 691614409

Vivir la fe sin libertad: Las mujeres que esperan recibir la absolución del Papa Francisco

La vida en prisión significa, para muchas mujeres, no solo perder la libertad, sino también no presenciar hitos de la vida de sus hijos. Perderse los primeros pasos y palabras, sus graduaciones. Vivir en la cárcel es una tarea solitaria, a pesar de compartir un espacio cerrado con otras 600 mujeres. Y muchas de ellas recurren a la fe para sobrellevar este proceso.

Eso explica que el anuncio de la visita del Papa Francisco al penal el próximo año tiene a muchas de ellas entusiasmadas. Una ilusión que atesoran en medio de la gris realidad que les toca vivir cada día. Estas son cuatro historias que buscan la expiación de sus acciones.

Culpa

El penal es un lugar frío, que el sol de invierno no alcanza a entibiar. Pasillos estrechos -que se angostan aún más por la presencia de escaleras- y limitados por rejas o paredes húmedas contrastan con los corredores amplios, que funcionan como divisiones entre las distintas áreas donde viven las internas, dependiendo del crimen que hayan cometido.

Entre las gruesas paredes de hormigón, pintadas de un pálido color durazno, están el liceo, donde pueden terminar su educación; los talleres, en los que pueden aprender desde mecánica a repostería; y la capilla.

"Es difícil estar acá. Nunca había estado detenida ni tampoco tuve un problema con la justicia, hasta ahora. Nadie de mi familia es delincuente, y eso ha arrastrado muchas cosas", dice Valentina Araya, condenada por homicidio y quien actualmente cumple una pena de seis años, de los que ya lleva cuatro. En el penal se convirtió en madre, ya que entró, sin saberlo, embarazada, y crió a su hijo en el recinto hasta cerca del año y medio, cuando se lo entregó a su familia, para que no creciera tras las rejas.

Valentina, que tiene los labios pintados de un rosado fuerte y los ojos muy delineados, dice que no es culpable. Que sí lo es su ex pareja, a quien conoció cuatro meses antes del crimen. Ella estaba con él al momento del asesinato, y cuando la imputaron, él declaró en su contra. Por eso le cayó la misma sentencia a ambos. "No sé si alguna vez me llegue a perdonar lo que hice, porque también estuve ahí, en la situación", se lamenta. Dice que su gran error fue no haber sabido la verdad de su pareja de ese entonces: que arrastraba 22 condenas cumplidas.

"Mi dormitorio es conflictivo y difícil. Mi forma de ser les molesta, porque yo nunca he delinquido, y ahí, la que tiene más condenas, que ha caído más veces presa, es la más chora", dice. En ese escenario...

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