Visita de nietos - 28 de Agosto de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 647715777

Visita de nietos

El día se había vuelto sofocante. La luz terrible lo inmovilizaba todo. Los perros se echaban, buscando inútilmente la frialdad de las baldosas, tibias a pesar de la sombra. De pronto, se oyó un grito: "!Allá, allá¡". Como picados por un alacrán, se incorporaron de un brinco los circunstantes y corrieron a las ventanas: a lo lejos, sobre el horizonte, había aparecido una nube cobriza que se aproximaba con lentitud, proyectando una sombra oscura sobre la tierra blanquecina. "!Las langostas¡".

En un santiamén comenzaron todos los habitantes a golpear ollas, tocar campanas, sonar cornetas, gritar a voz en cuello, mientras corrían cerrando ventanas y postigos, asegurando alacenas, tapando los pozos de agua. Media hora más tarde, la nube se había detenido sobre la casa y huerto, y comenzaban a dejarse caer de ella unos insectos grandes y gordos como dedos, que frotan sus élitros con un sonido seco y áspero. Finalmente, la nube descendió con la majestad de la muerte y lo copó todo: huerto, casa, jardines. Por las menores rendijas se colaban las langostas adentro de la casa, y cubrían los muebles, las camas, y se arrastraban debajo de los armarios y las mesas. El que podía las aplastaba con tablas, alfombras, frazadas.

Inmovilizado de espanto, Daudet perdió el sentido...

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