Sin visión ni compás - 4 de Septiembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 648202753

Sin visión ni compás

El principal y más grave es que la reforma planteada, igual que el proyecto de ley que debe concretarla, no indican puerto de llegada y carecen de una carta de navegación. No hay una visión del sistema de educación terciaria que se desea alcanzar ni un camino a seguir. Es inexplicable que tras dos largos años de preparación, y dos meses de intenso examen, las cabezas políticas y técnicas del Gobierno no hayan logrado explicitar una meta y los medios y actividades que conducirían a su logro.

En efecto, ignoramos qué se persigue, cuáles son los objetivos, qué instrumentos se usarán y cómo se financiarán las diversas medidas. Más elemental aun: no se conoce cuál es el diseño de la reforma, quiénes responden por él, ni se entiende por qué nadie lo explica y defiende razonadamente en público.

Por el contrario, la experiencia internacional comparada de procesos similares de reforma -en países tan diversos como Inglaterra, Perú, Malasia, Australia, Portugal, Finlandia, China o Colombia- muestra que todos han construido una visión compartida, apuntan a una meta común y definen una estrategia para el desarrollo sustentable del sector a mediano y largo plazo.

En Chile estos elementos se hallan ausentes. El personal superior del Gobierno y sus técnicos carecen de un diagnóstico común. La coalición de partidos que lo apoya está confundida. La oposición no tiene ideas que oponer. El diseño de la reforma es improvisado y poco pertinente. La gratuidad, eje de ese diseño, hace rato se transformó en una política de arancel diferenciado. Se trajina pues en medio de un impresionante desorden intelectual.

La propia autoridad cambia de posición frecuentemente y transmite mensajes contradictorios. Su proyecto de ley está metido en un callejón sin salida. Mezcla tal variedad de materias, cada una de suyo complicada, que -como se señaló desde el primer día- su tramitación se ve dificultada y su aprobación se torna casi imposible. Ahora el Gobierno enfrenta el reto de tener que separarlo en varios proyectos para salvar a lo menos uno.

A esta altura, la mayor parte de las cosas adquiere una dinámica singular y comienza a desenvolverse por su cuenta. ¿La gratuidad? No será universal ni inclusiva. Se discutirá por segunda vez bajo la presión del tiempo y de los intereses corporativos de las universidades, dentro de una glosa del presupuesto de la nación para el 2017. ¿Los aranceles? Seguirán cobrándose sin que los estudiantes tengan seguridad de contar con créditos y...

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