Presentación de Violeta Parra: La última cancion, de Leonidas Morales T.: introducción. - Núm. 29, Enero 2004 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56656788

Presentación de Violeta Parra: La última cancion, de Leonidas Morales T.: introducción.

Introducción

Salta a la vista y no requiere demostración: la cultura pública chilena de las últimas décadas, aparece regida (arrasada, más bien) por los medios de comunicación (con la televisión como su paradigma), solidarios, en su tarea de construir y difundir pautas éticas, estéticas y sociales, de la lógica de la mercancía, ahora en so etapa (la "posmoderna") de globalización. Una cultura cuyas estrategias tienen un objetivo principal: el de "naturalizar", para reproducirla mejor, la clase de sociedad llamada a estructurar el espacio que la mercancía requiere para desplegar en plenitud el espíritu que la anima. Guy Debord [1] se adelantó, lúcidamente, a llamarla, a esta sociedad, y a describirla, ya en la década del 60 del siglo XX, en visperas del mayo francés" (el último gran reventón, fallido, en contra de las maniobras maliciosas de la mercancía y de los órdenes culturales y políticos que le son cómplices), como "la sociedad del espectáculo". En efecto, la cultura de esta sociedad es la cultura de la imagen espectacularizada, que mediatiza, con sus códigos ideológicos, el deseo del sujeto, introduciendo una nueva alienación, la del espectador (peor tal vez que la otra, la del trabajador en su trabajo, descrita por Marx). Las figuras y las formas de esta cultura, que invaden hasta saturar la vida cotidiana chilena actual, son múltiples. Dentro de su variedad, algunas constantes de la imagen como espectáculo: sus brillos de superficie, los pseudo acontecimientos que promueve, su apropiación por parte del sujeto como un mero consumo (en un acto terminal, que no deja huellas o sedimentos de saber), la sustitución del verdadero saber por pseudo saberes sometidos en su función a las categorías bastardas de lo "entretenido" o "agradable", y, por último, la disolución de la memoria (la biográfica y la histórica), en beneficio de una "actualidad" fantasmagórica, sin arraigo ni proyección en el tiempo.

En un medio cultural semejante, es urgentemente necesario, y saludable, volver, aunque sea a título de emergencia, a las obras por donde ha transitado lo mejor de la literatura y del arte contemporáneos en nuestro país. Son las obras imaginadas por sus autores para domiciliar en ellas dispositivos abiertos a la construcción de esas grandes imágenes en cuya trama interior fiorecen y se abren los signos que nos hablan del tiempo, de nuestro tiempo, y del modo en que en él, y desde él, nos vivimos, nos deseamos, contemplando, a la vez, los limites...

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