El vigilante de los volcanes - 14 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 561028450

El vigilante de los volcanes

El reportero gráfico Francisco Negroni nació en Temuco, pero vivió gran parte de su niñez y juventud en Viña del Mar. Cuando egresó de cuarto medio, no sabía qué estudiar y partió a probar suerte a Punta Arenas, donde vivía su hermana. Allí trabajó haciendo aseo en pesqueras, cargando camiones, "era un obrero más". Luego volvió a la casa de sus padres y trabajó durante tres años en una casetería de la calle Pedro Montt en Valparaíso. Su destino cambió cuando una noche hojeó una revista donde aparecía la famosa fotografía -de Kevin Carter, ganadora de un Pulitzer en 1994- de un niño famélico acosado por un buitre en Sudán. "Esa imagen cambió mi vida. Entonces le dije a mi papá 'quiero ser fotógrafo'".

Con 27 años, Negroni entró a estudiar fotografía y pronto publicó sus fotos en el desaparecido diario El Expreso, de Viña del Mar, y en otros medios locales. Los encargos eran menos que esporádicos, y no le alcanzaba para vivir con lo que ganaba. Por eso, en 2003 regresó al sur con su hermana, que entonces vivía en Puerto Varas. Fue ella quien le pagó la carrera de Guía de Turismo Aventura en el Inacap de Puerto Montt, donde la fotografía comenzó a relacionarse con la naturaleza para él: "Partí tomando fotos a los volcanes y lagos de la zona".

Al titularse de guía, Negroni decidió darse una nueva oportunidad para ser un fotógrafo profesional. "Donde pasen cosas, voy a ir", fue su consigna, y fue así que empezó a vender sus imágenes a diarios, revistas y agencias internacionales, como AP, EFE y Reuters. El conflicto mapuche lo llevó una decena de veces a La Araucanía, donde, según dice, la pobreza y la violencia le hicieron cuestionar otra vez su trabajo: "Algunas veces, me sentía como un buitre".

El verano de 2008, cubriendo las vacaciones de Michelle Bachelet en el lago Caburgua, su obsesión con los volcanes comenzó cuando el Llaima entró en erupción. Las fotos no le gustaron mucho, dice, pero la lava y el humo lograron reencantarlo con la fotografía. "Era lo más espectacular que podía fotografiar aquí en Chile. Quedé impactado, y empecé a interesarme en los volcanes".

Por eso, cuando cuatro meses más tarde el Chaitén entró en erupción, partió con su cámara y todos sus lentes. "Pero llegué tarde, estaba súper picado, no conseguí las fotos que yo quería", recuerda.

No pasó lo mismo a inicios de junio de 2011, cuando el Cordón Caulle entró en actividad. Negroni fue el primer fotógrafo en llegar a la zona. Un guía le indicó cómo...

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