La vida rápida de Ismael - 13 de Julio de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 449011302

La vida rápida de Ismael

Cuando lo encontraron, un día después, su casco estaba partido. Su autopsia dirá politraumatismo, lo que dio tranquilidad a su familia. Ismael Sánchez Undurraga no murió de frío ni bajo la nieve, sino por el impacto del golpe y de inmediato.

Nunca habían temido por su vida. Nunca, aunque su madre pensaba, sobre todo ahora último, que Ismael había vivido rápido y que a veces la gente que vive rápido se va antes.

Fue su hijo mayor, Raimundo, el que estuvo grave hace unos años, cuando un bus dejó el Corsa que manejaba destruido contra un árbol. Pero eso no hizo que Rebeca Undurraga se pusiera más aprensiva con sus hijos. "Soy muy la gallina con los pollos y me gusta el choclón", dice.

Pero a veces sentía que Ismael, su tercer hijo, podía morir más joven. "Lo rápido que ha vivido, que no se muera. Lo pensé".

Era una sensación.

"Porque era muy maduro. Todos los amigos lo decían y me lo han dicho ahora en cartas preciosas. Era muy certero. Después de que estudió psicología me decía: 'Ya, ahora te voy a terapiar un rato'. Y se sentaba y conversábamos a corazón abierto y de todo. Yo lo sentía muy armado".

Habla de su hijo muy serena, aunque por momentos el dolor la paraliza unos segundos. Está sentada junto a su marido Andrés, quien le hace cariño en la espalda y nunca se quiebra, hasta que recuerda el momento en que su hermano Tomás caminó hacia él y le dijo:

-Lo encontraron.

Andrés Sánchez es canoso, ojos muy claros, afable, controlado. Es periodista y hace varios años tiene una exitosa agencia de comunicaciones. Rebeca Undurraga, "Queca", pelo corto, delgada, voz muy suave, estudió arquitectura en la UC -no terminó- y trabajó en diseño varios años pero cuando los niños fueron más grandes, porque dice que sobre todo tuvo "vocación de mamá. Disfruté a mis hijos a concho", dice. Hoy trabaja en la Fundación Centro la Providencia, una entidad de la Iglesia Católica que promueve el descubrimiento de la fe.

Llevan 30 años de casados. Antes de Ismael tuvieron a Rebeca, que se fue hace seis meses a vivir sola pero que está alojando unos días en la casa de sus padres. Después a Raimundo, ingeniero, casado y padre de sus dos únicos nietos.

Ismael era el tercero, psicólogo de la U. Adolfo Ibáñez y socio de una consultora. Estaba recién casado por el civil con María Jesús Montt y lo haría por la Iglesia a fines de año. Tenía 26 años, cumplidos en abril.

Jacinta, la menor, estudia ingeniería comercial en la UAI. Hoy, sentada en el comedor, ayuda a revisar fotos de su hermano en el computador: Ismael en la nieve, Ismael con su señora -el día que le regaló anillo de compromiso, el día que se casaron-, Ismael recién recibido, Ismael con sus amigos patrullas.

Ismael, dice su papá, dice su mamá, no era un alumno descollante, pero su perseverancia y su encanto siempre podían más. Logró hacer un magíster en comportamiento del consumidor, orientado a ingenieros comerciales, pidiendo, empujando. Un profesor se los contó por carta en estos días. "Ismael se ganaba a las personas. Era una cosa muy fuerte", señala su padre. Un joven que tenía una sonrisa ancha y seductora que está en todas sus fotos.

La casa de los...

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