La vida infinita del río San Pedro - 28 de Noviembre de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 878601068

La vida infinita del río San Pedro

N o sabíamos qué iba a ocurrir. La balsa se acercaba al rápido más peligroso y desafiante de la expedición, uno que había colmado nuestra imaginación durante horas. Se trataba de un cuello de botella donde se aprieta todo el caudal del río San Pedro. La posibilidad de darnos vuelta -lo sabíamos- era real, aunque improbable. Abajo, el agua se agitaba con el frenesí de una batalla, mientras en la orilla imperaba una calma religiosa y absoluta. Asomaban caras de preocupación, concentración y excitación. De pronto, Fernando, nuestro guía e instructor, gritó a todo pulmón:-!Adelante, adelante¡Era el momento de confiar en nosotros y en el río.Aclaremos algo. El río San Pedro está en el sur de Chile, en la Región de Los Ríos, a 55 kilómetros de Valdivia en dirección a la cordillera de los Andes. Otro dato: seguramente usted conoce este río, pero con otro nombre, ya que el San Pedro al acercarse a Valdivia -y tras unirse al río Quinchilca- se transforma en el Calle-Calle, el mismo que más adelante se convierte en el río Valdivia hasta desembocar en el océano Pacífico."Este es uno de los ríos con más biodiversidad en el sur de Chile, después del Biobío, y es uno de los pocos ríos en la zona centro-sur que no está intervenido por hidroeléctricas. Sigue siendo un corredor libre", dijo el director de Fundación Plantae, Javier Salvatierra, mientras nos dirigíamos al lago Riñihue para hacer un descenso de 21 kilómetros por el río San Pedro. Para él y el resto del equipo de Plantae era un día especial: salían de su oficina en Valdivia -donde trabajan para la conservación, acceso y uso consciente de los espacios naturales- para ver en terreno el objeto de sus pasiones.Nos reunimos en el restaurante "La Curva" con Fernando Coronado, dueño de la empresa turística Los Ríos Tours ( LosRiosTours.cl ), especializada en expediciones de rafting y kayak por el río San Pedro. Nos esperaban trajes de neoprén, bolsas secas para nuestras pertenencias, cascos, chalecos salvavidas, cortavientos y un remo amarillo con el mango en forma de "t"; objetos que, cada uno a su manera, expresaban un aspecto de la aventura que teníamos por delante.Rápidamente, nos trasladamos al nacimiento del río: el lago Riñihue, lugar donde llegan las aguas tras cruzar la cordillera desde Argentina. El cielo diáfano, el silencio profundo y las líneas geométricas de los bosques de coigües cubrían el paisaje. Más lejos, aunque visibles, se imponían los volcanes Choshuenco y Mocho, recordatorios de la fuerza atávica que gobierna esta tierra. Se nos podría haber escapado el día en pura contemplación, pero había un cronograma que cumplir. Fernando, con su voz fuerte y segura, nos reunió alrededor de la balsa y, mientras agarraba un...

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